Las zapatillas rojas (1948) – M. Powell y E. Pressburger

Es difícil escribir un post analizando una película como Las Zapatillas Rojas sin destriparla mucho, pero haré todo lo posible por evitar los spoilers demasiado reveladores. Remarcar, eso sí, que os aconsejo a todos ver este clásico que es toda una joya «oculta», puesto que aunque cinéfilos de todo el mundo coinciden en considerarla una película de culto (es, sin ir más lejos, una de las preferidas de Martin Scorsese, que participó activamente en su restauración), no suele ser de la que más se habla cuando nos referimos a «Las mejores películas de la historia del cine». ¿Por qué? Tal vez por su cierto carácter subversivo, su complejidad y la forma en la que los temas femeninos son tratados por medio de símbolos no siempre fáciles de descifrar. Desde luego, no para el ojo heteropatriacal.

Revisemos la sinopsis que podemos leer en Wikipedia sobre la película:

Una joven bailarina de ballet se debate entre dos hombres, un compositor y un autoritario empresario.

El argumento del ballet que da título a la película es la historia de un maligno vendedor de zapatos que le da un par de zapatillas rojas a una muchacha, [Nota de la autora del post: esta historia es la del cuento de Hans Christian Andersen, cuento en el que se basa la película] quien no puede parar de bailar, sin importar los esfuerzos que haga. Su larga y fatigosa danza culmina con la muerte, pero no sin que antes el vendedor recupere los zapatos para entregárselos a algún otro desdichado.

ERG. Primera interpretación heteropatriarcal del argumento:

Una joven bailarina de ballet se debate entre dos hombres, un compositor y un autoritario empresario. 

No, a ver, no. La bailarina no se debate entre dos HOMBRES. La bailarina, Victoria Page, se debate entre su vocación, que es el ballet, y la promesa de matrimonio y estabilidad que le ofrece el compositor. Cierto es que el director de la compañía del ballet, Boris Lermotov, es un hombre y empresario autoritario y «fagocitador» de bailarinas al que le cuesta desprenderse de sus talentos, y es evidente en la película que este ha desarrollado sentimientos por la protagonista, pero quedarse en esta interpretación, «debatirse entre dos hombres», no hace sino poner de manifiesto que tendemos a analizar los productos culturales desde la perspectiva que más cómoda nos resulta, y esa es la heteropatriarcal, que tenemos más asumida de lo que creemos.

Las Zapatillas Rojas, en todo caso, no es en absoluto un drama fácil en la que el argumento principal de la película se base en la decisión de la protagonista por uno u otro hombre, como a nuestra sociedad heteropatriarcal le gustaría acomodarla.

Victoria Page, la protagonista de esta versión del «cuento», tiene un final desgraciado debido a las presiones que ambos hombres ejercen sobre su vida, al verse en un callejón sin salida en el que su capacidad de decisión se ve anulada por las expectativas de los hombres que la rodean. (¿Nos suena esto?). En ocasiones vemos cómo se pinta como «malo de la película» a Boris Lermotov en vez de a su pareja, Julian Craster, pero debemos considerar que realmente quien la aparta de su verdadera vocación es su marido, sin dejarle ninguna otra opción, movido por los celos y el despecho a Boris cuando este le plantea que el matrimonio (no olvidemos que estábamos en la década de 1940 y el matrimonio significaba en muchos casos «la muerte laboral» de la mujer) aparta a Victoria de su carrera y que no puede permitir ese tipo de relaciones en su compañía (en esto no es que esté muy de acuerdo con Boris, tenía que decirlo, pero no me entretengo). ¿Quién es el verdadero villano? ¿Aquel que le anima a perseguir sus sueños de ser bailarina y alcanzar el éxito en su vocación? ¿O su pareja que le plantea de forma directa «o el ballet o yo»? 

Las zapatillas rojas es mucho más feminista de lo que pudiera parecer a primera vista. El tándem compuesto por Michael Powell y Emeric Pressburguer no fue dado a las soluciones fáciles y todas sus obras (las muy recomendables Narciso negro, Los invasores o A vida o muerte, entre otras) contienen una crítica social que puede no resultar evidente a primera vista debido a la belleza de sus obras.  Sin ir más lejos, Las zapatillas rojas es uno de los más bellos ejemplos que se conservan del uso del technicolor de la época, y el ballet central que ocupa gran parte del metraje es simplemente cautivador. Un festín para nuestros ojos y oídos. Pero es mucho, mucho más que eso si nos tomamos la molestia de observar y no nos limitamos a mirar.

Michael Powell y Emeric Pressburguer nos plantearon en esta bellísima obra de 1948 la crueldad y presión a las que se somete a las mujeres en la sociedad al tener que elegir entre una vocación o carrera o su relación. A día de hoy me diréis que esto está superado, pero teniendo en cuenta que la conciliación familiar sigue siendo una asignatura pendiente y que, según los últimos estudios, aún sigue considerándose «cuestión de mujeres», ¿podemos estar seguros de que las cosas han cambiado tanto desde 1948? No olvidemos tampoco la brecha salarial de género que sigue castigando a gran parte de las mujeres trabajadoras y profesionalesDe hecho, se calcula que las mujeres tardarán 118 años (¡!) en superarla¿Queremos decidir entre nuestra carrera y nuestra familia o más bien es que «nos invitan» a ello? 

Las zapatillas rojas

Las zapatillas rojas, por lo tanto, es un poético ejemplo de la situación que muchas mujeres han vivido y viven todos los días. El trágico final de Victoria Page es una bella metáfora de la situación que muchas mujeres han afrontado y afrontan. Que el color de las zapatillas sea el rojo, por lo tanto, no parece demasiada casualidad. Muchos analistas del film lo relacionan con la menstruación y con la capacidad creadora de la mujer. Parece que para nuestra sociedad heteropatriarcal debiéramos elegir entre la capacidad biológica de dar a luz vida humana o la creatividad intelectual. O ceñirse solo a una, preferentemente la biológica, claro. ¿Y eso cómo puede acabar, siendo complejas como seres humanos que somos? Solo mal. Especialmente para las mujeres.

Esta reflexión que se puede extraer de Las zapatillas rojas es una razón más, si no la principal, para ver esta película de 1948 que, en muchos aspectos, sigue estando de rabiosa actualidad. 

 

¿Y tú, has visto Las zapatillas rojas? ¿Cómo la interpretaste?

¿EQUIS O CORAZÓN?: El Corte Inglés no se entera

LASUERTEDECONTROLARTE

¡Oins, por fin El Corte Inglés se ha modernizado! Su nueva campaña se llama «El Amor en los Tiempos de Tinder». ¿Le daremos al «corazoncito» o a la «equis»? En estas estábamos el 3 de febrero de 2016.

Por supuesto, hoy ya no vais a encontrar el corto-campaña en ningún canal de El Corte Inglés porque, tras recibir las primeras críticas, han tirado por la calle de en medio y lo han borrado. Menos mal que todos aquellos que nos esforzamos por construir un mundo mejor estamos atentos para que no desaparezcan las pruebas, como El Diario, o lo encontramos en el canal del autor para denunciarlo en este post. Porque por mucho que lo hayan retirado no podemos pasar por alto estas cosas. Por favor, pasen y vean.

Vamos a ver. Puedo entender que los protagonistas de un director sean imperfectos como denuncia, o como representación de la realidad que vivimos (o más bien, la realidad que ojalá no viviéramos). Pero, señores de El Corte Inglés: ustedes saben perfectamente que la publicidad es aspiracional. Que representa modelos para los mortales consumidores que se dejan la pasta en sus centros comerciales pensando que así encontrarán la felicidad, el amor, la aceptación social y el estatus. Es de Primero de Publicidad. Entonces, ¿cómo no han caído en lo que este corto transmitía? 

En el momento en el que una persona se mete en Instagram para controlar los «likes» que haces, ya sean a tíos o a tías, de fotos de gatitos o de perritos, no es que el chaval esté enamorado. Es que tiene unos celos patológicos, una inseguridad alarmante y una personalidad controladora que haría las delicias de cualquier psicólogo. Además, es un manipulador de libro:  Chica: ¿Me vigilas los «likes»? Tío: No, no, qué va, para nada, es simplemente que me meto en Instagram… VENGA POR FAVOR. El momento culminante llega cuando la chica le hace ver que tiene otro ritmo y ale, venga, el muchacho decide hacerle el castigo del silencio hostil y la deja sola en el bar. A ver si así me das lo quiero, cuando quiero y como quiero. La muchacha sale corriendo detrás de él y le dice Intentaré controlarme con los «likes«. A mí esto ya me parece el colmo de los colmos. La chica debería haberse quedado con la frase más sensata: Yo estoy aquí, contigo. Esto es la vida real. Y es que no puedo decirlo de otra forma: es que esto es así. ¿Por qué el muchacho sospecha que porque le de a «like» a una foto de un tío significa que ya está habiendo cuernos? Simplemente porque sospecha de todo bicho viviente y asume que la chica se tira a todo lo que le da «like». No es amor. Es pa-to-ló-gi-co.

Bien. Si el director quiso hacerlo como denuncia, lo acepto (lo dudo, teniendo en cuenta el final). Pero me pregunto: ¿nadie del Departamento de Comunicación y Marketing de El Corte Inglés se dio cuenta de lo que este corto transmitía? ¿Por qué decidieron que representara su campaña de San Valentín? Si nos paramos a pensarlo, es escalofriante. Esto no viene sino a decirnos que una gran parte de la población identifica amor con control. Estar enamorado con ejercer un control sobre los movimientos de la  pareja. Está claro que los responsables de la comunicación de El Corte Inglés sí lo hacen. Porque si algo no te rechina al ver este corto, debes replantearte completamente qué idea de amor te han inculcado y sigues creyendo. 

Una gran parte de la población identifica amor con control. Clic para tuitear

Hoy es vigilarte si tus «likes» son a fotos de tíos (que pueden ser perfectamente tus compañeros de trabajo, por ejemplo). Mañana es asesinarte porque «en esta calma estamos SOLOS TÚ Y YO». Ojito a la frase.

Señores de El Corte Inglés: ustedes no son modernos porque hayan elegido un corto en el que se hable de Tinder e Instagram y la «pareja» haga avanzar la relación con esas letras de madera tan de moda eligiendo X o CORAZÓN. Ustedes sólo han demostrado que tienen una visión del amor romántico tan enfermiza que es para hacérselo mirar. Y no deberían transmitírselo a sus clientes y potenciales clientes teniendo en cuenta las estadísticas de violencia de género.  Son ustedes unos irresponsables. Antes de lanzar un mensaje al mercado, intenten analizarlo primero.

Así que con esta campaña de El Corte Inglés (ya retirada) yo lo tengo claro: LE DOY A LA X. ¿Y tú?

¿Elemental, querido Watson?: Sherlock Holmes y el Amor

El día de Año Nuevo de 2016 se estrenará en televisión el especial de la serie de la BBC Sherlock (adaptación a la vida del siglo XXI de la aventuras de los inolvidables personajes creados por Arthur Conan Doyle). Curiosamente, en y solo para el especial se recuperará la ambientación en el siglo XIX. Poco sabemos del episodio más allá del título: «The abominable bride» («La novia abominable») y lo que nos han revelado los tráilers:

En Parece amor, pero no lo es, hemos querido aprovechar la ocasión para realizar una pequeña revisión y análisis de la idea de amor que nos ha transmitido a la cultura popular la obra de Arthur Conan Doyle y en especial la última adaptación a la pequeña pantalla de la BBC, Sherlock, con algunas pequeñas referencias a otras adapciones. Las adaptaciones de la obra de Conan Doyle son innumerables e intentar analizarlas todas y cada una de ellas en un post hubiese sido demasiado ambicioso. Este tema podría dar para tesis doctoral, que no es el caso. Así que lean… y espero que disfruten. The game is on! 

El mito y la ¿realidad?: ¿es la relación de Sherlock Holmes y John Watson de naturaleza homosexual? 

Si las miradas hablasen…

Uno de los mitos más populares sobre Sherlock Holmes y John Watson, sobre todo entre los profanos del personaje que lo conocen por cultura general y por haber visto alguna que otra adaptación cinematográfica, es que la relación de Holmes y Watson es encubiertamente de carácter homosexual. ¿Realidad? ¿Mito? En realidad ninguna de las dos cosas. Arthur Conan Doyle no hizo, y nunca hubiese hecho, referencia clara a este tipo de relación en su obra teniendo en cuenta la sociedad y contexto histórico en el que vivía. De haber tenido una relación homosexual, lo lógico en la época victoriana en la que se desarrolla la historia original es que ésta se hubiese mantenido en secreto y seguramente sus protagonistas hubiesen llevado una doble vida. De hecho, John Watson llega a casarse no una, sino varias veces, en la trama de Arthur Conan Doyle. Las dudas sobre la orientación de Watson están justificadas por las múltiples referencias en las obras del canon a su gusto por las mujeres y su popularidad entre el sexo opuesto debido a sus galantes modales. Por lo tanto, podemos considerar dos teorías:

  • Que John Watson fuese un personaje bisexual «sin salir del armario».
  • O que Conan Doyle no tuviera en mente una atracción homosexual entre los protagonistas al menos recíproca: la orientación sexual de Sherlock Holmes no queda clara en ningún momento en su obra.

La única relación heterosexual «no platónica» que se le atribuye a Holmes en el Canon Holmesiano es su compromiso con la criada de Charles Augustus Milverton en una de las historias de la colección El regreso de Sherlock Holmes. El compromiso no llega a cumplirse, siendo éste una estratagema de Holmes para resolver el caso que trataba de resolver.

A la falta de relaciones heterosexuales debemos sumar ciertos comentarios del detective que rayan la misoginia o que hacen dudar de su orientación: Nunca se debe uno fiar completamente de una mujer, no es lo mejor de ellas (El signo de los cuatro) y especialmente No soy un ferviente admirador de las mujeres, como bien sabe, Watson (El valle del terror), para que los sherlockianos y las siguientes generaciones de dramaturgos y cineastas especulasen o bromeasen con la idea de que Sherlock Holmes fuese en realidad, gay. El maestro Billy Wilder fue uno de los cineastas que mejor supo sacar partido a los rumores, con grandes notas de humor, en La vida privada de Sherlock Holmessin dejar clara —como en la mayoría de adaptaciones, y seguramente tal como Conan Doyle hubiese querido— la orientación sexual del personaje.

En todas las adaptaciones tienen un punto de «matrimonio viejo». También la de los años 30-40.

Precisamente es la adaptación de la BBC Sherlock, a pesar de las bromas en torno a la homosexualidad de sus personajes, la que mejor resuelve este dilema: John, debes saber que estoy casado con mi trabajo. Una frase que revela mucho más que lo que pudiera parecer en una primera lectura: en realidad, no podemos analizar a Sherlock Holmes bajo ese prisma por el cual definimos a las personas-personajes por su orientación sexual y sus relaciones románticas. Como leemos en el comienzo de Escándalo en Bohemia

Todas las emociones, y esa en particular [El Amor Romántico] resultaban abominables para su precisa pero admirablemente equilibrada inteligencia. (…) era la máquina de observar y razonar más perfecta que el mundo había conocido, pero como amante no habría sabido qué hacer. (…) Para un razonador experto admitir estas intrusiones en su delicado y bien ajustado temperamento equivalía a introducir un elemento de distracción que podría sembrar dudas acerca de los resultados de su mente (…).

Por lo tanto, podemos decir que Sherlock Holmes decide prescindir del amor romántico y las relaciones sexuales en su vida —independientemente de su orientación— para que sus emociones no influyan en sus análisis deductivos. Sin embargo, en el canon sí se nos deja entrever el lado más emocional del detective, y esto nos lleva a Irene Adler.

«La Mujer»: Irene Adler

«La Mujer» en BBC’s Sherlock

Es precisamente en el relato Escándalo en Bohemia donde leemos: Para Sherlock Holmes ella es siempre La Mujer. A sus ojos, ella eclipsa y domina todo su sexo. No es que sintiese ninguna sensación semejante al amor hacia Irene Adler. (…) Y aún así, no hubo más que una mujer para él, y esa fue la difunta Irene Adler (…). ¿Significa esto que Sherlock Holmes se enamoró de Irene Adler? Pues tampoco. Como hemos expuesto anteriormente, la perspectiva romántica no puede aplicarse a las emociones del personaje de Sherlock Holmes. Irene Adler es en el canon una bella, inteligente y talentosa cantante de ópera envuelta en un escándalo político muy de factura del siglo XIX (no desvelaremos más detalles para no estropear la lectura a los que no hayan leído el relato) que ostenta el título de ser el único personaje capaz de vencer intelectualmente a Sherlock Holmes. Bien sea por la sorpresa que causa a Holmes verse por primera vez vencido, o bien sea por una admiración auténtica hacia las numerosas cualidades de la cantante y actriz, la atracción de Sherlock hacia Irene es innegable. Sin embargo, de nuevo, no podemos volver a juzgar los sentimientos y motivaciones del detective bajo un prisma romántico. La relación nunca llega a consumarse, y si Irene Adler ocupa un lugar en la mente y corazón de Sherlock Holmes, éste decide no hacer nada al respecto, continuando su «matrimonio» con su trabajo.

Irene & Sherlock en la adaptación de Guy Ritchie

El personaje de Irene Adler es uno de los más interesantes del canon holmesiano, y esto ha tenido como consecuencia que guionistas y cineastas fantaseasen con una relación romántica entre Sherlock e Irene. Mientras que en las películas de los años 30 y 40 protagonizadas por Basil Rathbone y Nigel Bruce no se hace referencia en absoluto a la cantante, centrándose totalmente en las aventuras y en la camaradería de los protagonistas, a partir de los años 60 —Haz el amor y no la guerra, ya sabéis— varias adaptaciones llegan incluso a imaginar un hijo para los dos, de cuyo cuidado se encarga Irene. Esto nos lleva a las adaptaciones de Guy Ritchie en las que no sólo vemos una clara tensión sexual entre el detective e Irene Adler, sino en las que La Mujer no es ya una actriz o artista sino una criminal y por lo tanto antagonista de Holmes. La serie de la BBC reinterpreta el personaje en clave siglo XXI y la convierte en una dominatrix (una artista en lo suyo, podríamos decir) chantajista aliada con Moriarty, principal enemigo de Sherlock Holmes. Las motivaciones de Irene Adler en la adaptación de la BBC no quedan nunca demasiado claras, a pesar del coqueteo constante entre los personajes, convirtiéndola en un personaje complejo e interesantísimo. De nuevo en esta adaptación de la BBC podemos ver cómo Irene sí importa a Sherlock, pero, como era de esperar, la relación no es consumada en términos románticos, o al menos esto no se deja claro de forma explícita.

Este beso no es canon

De hecho, en la Sherlock de la BBC  Irene Adler no sólo constituye una amenaza para la estabilidad profesional, mental y emocional de Sherlock, sino que también se presenta como una amenaza para la estabilidad de la relación entre John y Sherlock, produciéndose algunas escenas de «celos» por parte del inseparable compañero de nuestro detective. De hecho, en esta adaptación, parece como si ninguna relación romántica heterosexual pudiera equipararse al vínculo entre Sherlock y John, y esto me lleva a Mary Morstan. [Atención, a partir de aquí hay SPOILERS de la serie y del canon holmesiano].

Matrimonio, romaticentrismo y amor: Nada resulta más engañoso que un hecho evidente.

Mary Morstan es en el canon holmesiano una mujer joven que acude a Holmes para resolver un misterio que le afecta emocional y económicamente, en la novela El signo de los cuatro. Tras la resolución del caso, Watson le propone matrimonio y ella acepta, debido a la fuerte atracción y conexión mutua. Watson deja de vivir con Holmes debido al matrimonio, y cuando Mary muere (por causa que no se explica en los libros), John Watson vuelve a vivir con Sherlock al 221B de Baker Street. Como podemos ver, el mismo Conan Doyle deja entrever en su obra que el vínculo más duradero es la amistad entre Sherlock y John, manteniéndose a lo largo de toda la vida e incluso siendo preferible la convivencia entre los dos hombres a la que John mantenía con su esposa. Al menos en una primera lectura.

En la Sherlock de la BBC, Mary Morstan es mucho más que «la mujer de Watson» y es una amenaza total para Sherlock, para su marido e, incluso, para sí misma. Personaje aún más complejo que Irene Adler, y con muchos más secretos, en esta adaptación Mary es una exasesina a sueldo redimida. Cuando su secreto se descubre en la trama, se hace patente que Mary haría cualquier cosa para que John no descubra su pasado y no perderlePero las mentiras tienen las patas muy cortas, y John acaba descubriendo la verdad y, cómo no, volviendo a vivir con Sherlock. ¿Tenemos que mentir por amor? ¿Es el amor de alguien como Watson capaz de «curarnos»? Porque en esta adaptación, además de expiación de Mary por el amor de John, se nos presenta una lectura interesante del «vacío» que el matrimonio de John supone para Sherlock, volviendo este a recaer en su adicción a las drogas (mientras que en el canon holmesiano su consumo de una disolución de cocaína al 7% se presenta como «un hábito que había seguido manteniendo»).

Aunque en el canon holmesiano, por tanto, podríamos entender que Arthur Conan Doyle nos quiso presentar una amistad y vínculo duradero entre dos hombres que se complementan y entienden como nadie, en la última adaptación de la BBC se va más allá y se juega con dos ideas:

  • Que el amor de John, un personaje que se siente atraído por las personas inestables y las situaciones peligrosas, puede «salvar» al otro y aportarle la estabilidad emocional. Una idea muy asentada en nuestra sociedad.
  • Que las relaciones románticas heterosexuales son una amenaza para la estabilidad de la relación entre los dos hombres protagonistas.

En una primera lectura podríamos entender que los guionistas de la serie quieren hacernos entender que los afectos románticos son únicos y que deben centrarse en una sola persona, que Sherlock no puede amar a John y a Irene al mismo tiempo, que John no puede amar a Sherlock y a Mary a la vez. Pero, en realidad, ¿quién no ha sentido cierta pena cuando un amigo al que nos sentíamos bastante unidos comienza una relación de pareja y le vemos menos? Los humanos somos seres complejos y nuestro ego nos juega malas pasadas. Además, en la Sherlock de la BBC Mary parece aceptar y hasta apoyar la relación de Sherlock y John. Por lo tanto, tanto en el canon como en la adapción de la BBC: Nada resulta más engañoso que un hecho evidenteAunque en el canon holmesiano no veamos en ningún momento estas debilidades tan humanas en el detective como los celos o las dudas sobre sus sentimientos, y debamos extraerlas de nuestra lectura, precisamente la serie de la BBC brilla por su empeño en mostrarnos el Sherlock Holmes más humano, la emoción que se esconde tras esa elección consciente por la lógica y el intelecto. Seguramente esta sea una de las grandes razones de su éxito.

De hecho, uno de los momentos más emotivos de la serie es cuando Charles Augustus Magnussen, un personaje capaz de descubrir las «debilidades emocionales» de las personas, analiza a Sherlock y descubre que el listado de «puntos de presión» es mucho más largo que en otros. En ese listado podemos ver a John, a su hermano Mycroft, a la Señora Hudson, a Irene Adler… muchas personas que le importan. Esta escena da una profundidad y calado al personaje más allá de las descripciones de «la máquina de observar y razonar más perfecta» y nos presenta sus motivaciones. Al fin y al cabo, ¿por qué Sherlock Holmes decide ser detective asesor y «cazar dragones» (como le dice su hermano Mycroft en la serie) y no utilizar su talento e inteligencia para el crimen, como elige Moriarty, su antagonista?

¿Puede que sea precisamente… por Amor? Sí, amor hacia todos las personas que le importan, desde John a la Señora Hudson, pasando por Irene Adler. Pero tampoco es un amor como solemos entenderlo, un amor romántico, sino un Amor mucho menos egoísta: el amor hacia la justicia, hacia las mejores cualidades de una humanidad tan capaz de cometer los crímenes más atroces como de las más bellas obras. Aún así, definir de esta forma a Sherlock Holmes, especialmente en su versión de la BBC, es algo maniqueo y obvio por la complejidad del personaje: No conviertas a la gente en héroes, John. Si existieran los héroes yo no sería uno de ellos.

Sea cual sea la motivación del detective para elegir estar en el lado de los ángeles»(tal como se dice en la serie), está claro que aunque queramos juzgarlos en base a nuestro romanticentrismo y visión heropatriarcal,  los personajes de Arthur Conan Doyle escaparán siempre de esa visión por la cual los humanos nos definimos las relaciones románticas que mantenemos con los demás y que presupone que amar a una persona implica que no podemos amar a otras y que el amor hacia una única pareja debe ser una de nuestras grandes motivaciones y aportarnos estabilidad emocional. No es sólo John. No es sólo Irene. No es sólo Mary. No es sólo Sherlock.

Tal vez por eso Sherlock Homes y John Watson, su relación y sus relaciones con el resto de personajes han capturado la mente y los corazones de tantas personas desde el siglo XIX, más allá de las aventuras. Y seguirán haciéndolo, porque tenemos mucho que aprender de ellos sobre qué significa amar de verdad, más allá de las normas  y de la visión que nos impone la sociedad.

Y mañana tendremos la suerte de reencontrarnos con ellos. 🙂

Y vosotros, ¿qué opináis de las relaciones entre los protagonistas de la obra de Arthur Conan Doyle y lo que han transmitido a la cultura popular sobre el amor? Espero vuestros comentarios… al fin y al cabo para eso están los blogs. 😉

¡Y feliz 2016!

Always #LikeAGirl: Roller Derby saves women’s souls

Compañero X de la oficina en una comida informal: «el otro día me quedé flipado viendo lucha libre femenina. Las tías eran unas bestias. Generalmente las tías NO son tan agresivas…» Vero: ¿Has visto un partido de Roller Derby femenino? [Inserte aquí su metáfora del silencio predilecta

Descubrí el Roller Derby en verano, tras calzarme por primera vez en mi vida unos patines en una Roller Disco (sí, me gusta vivir peligrosamente). Algunos conocerán este deporte por la película de Drew Barrymore Whip it, que a pesar de que es muy divertida, refleja una idea muy bestia del deporte que no se corresponde con la realidad (la seguridad es prioridad).

Entre idas y venidas por lesiones (no consecuencia de la práctica deportiva) llevaré practicando este deporte, tradicionalmente femenino, unos dos meses. A pesar de llevar poco entrenando con las Black Thunders Derby Dames ya lo considero una de las mejores decisiones de mi vida. ¿Por qué? No solo porque puedo decir que las chicas del equipo me arropan como nadie en esos momentos en los que he querido tirar la toalla para siempre y que haberlas conocido ha sido muy positivo en todos los aspectos de mi vida. Si no porque este deporte ha cambiado para siempre la idea de entender la práctica deportiva femenina, el trabajo en equipo en mujeres, las construcciones sociales a las que nos atamos… Este es mi intento de reivindicar que el Roller Derby es un deporte muy constructivo para las mujeres. Y por extensión, para cualquiera. Porque es muy feminista.

¿Qué es Roller Derby? Un poco de historia.

Recurramos a la Wikipedia: «El roller derby es un deporte, originario de EEUU, que se juega sobre patines de 2 ejes alrededor de una pista ovalada. Es un deporte de contacto, velocidad, estrategia y atletismo. Consiste en un partido (Bout) de 2 tiempos de 30 minutos cada uno, donde 2 equipos compiten entre sí con el objetivo de anotar mas puntos que el equipo contrario. El equipo con mas puntos al final del partido es el ganador. 

El término roller derby data por lo menos del año 1922, cuando el Chicago Tribune lo utilizó para describir carreras de patines de varios días, similares a los maratones reportados por The New York Times en 1885 y 1914, entre otros.1 (…) El promotor Leo Seltzer y el cronista deportivo Damon Runyon se acreditan la modificación de estos concursos de resistencia en la década de 1930, haciendo hincapié en el contacto físico y el trabajo en equipo y, por tanto, en los aspectos más espectaculares de este deporte.  (…) El revival del roller derby contemporáneo femenino tuvo lugar al principio de la década del 2000, en Austin, Texas. En 2004, un número de todas las ligas femeninas formaron lo que hoy es el Women´s Flat Track Derby Association (WFTDA), que coordina y establece las normas que rigen la competencia entre los miembros de las ligas.

El Roller Derby se juega en una pista ovalada (plana o con inclinacion de 35°). Cada equipo envía a 5 jugadoras a la pista, cuatro bloqueadoras (defensas) y una jammer (anotadora). Las bloqueadoras de ambos equipos comienzan el juego formando un solo «pack». En ese paquete, las jugadoras (bloqueadoras y pivots) toman el lugar que mejor les parezca de acuerdo con la estrategia que desean usar. Las dos jammers (anotadoras), que no se consideran parte del paquete, se colocan en la llamada «línea de jammers» que es de donde salen cuando el árbitro da el pitido de inicio del jam (jam es el periodo de 2 minutos en el cual se pueden anotar los puntos)…» Añado que como se trata de un deporte de contacto, cada patinadora se pone un sobrenombre «de guerra» o derby name con un número de su elección, generalmente nombres muy potentes. Para nuestra, el mío, que es Despeñaperras #242. Por no extenderme más en cuanto al deporte en sí, os dirijo directamente a Internet a seguir investigando. 😉

En palabras de Sarai Solano, Lady Coconut #91, una de los miembros más veteranos de las Black Thunders Derby Dames Madrid: «El roller derby se cruzó en mi camino por casualidad y ahora creo que no podría vivir sin él.
Siempre he patinado y me ha encantado. Hice patinaje artístico durante 5 años, lo dejé. Me apunté a fútbol americano (que no rugby) ya que el equipo de mi ciudad buscaba chicas para formar un equipo femenino. Eramos 4 chicas que entrenábamos con los chicos (sí, golpes con los chicos, entrenamientos con los chicos, no había distinciones) pero el equipo femenino no cuajaba, solo éramos 4 y la cosa no avanzaba. Y apareció el roller derby: patines + estrategia + contacto, y fui de cabeza. Era la combinación perfecta.» 

Y es que lo es. El Roller Derby es uno de los deportes más completos, que a menudo se compara con el fútbol americano (las comparaciones son odiosas, pero es cierto que, a falta de pelota, se asemeja bastante) No solo exige conocer la técnica de patinaje sobre ruedas, estar fuerte para realizar y resistir los contactos y en buena forma física para resistir los intensos jams, sino que como comenta Lady Coconut #91: «La cabeza está mas ágil, no solo el cuerpo, es un deporte de estrategia y tienes que pensar y tomar decisiones rápidamente en el juego. Los entrenamientos no solo me han cambiado físicamente, sino mentalmente» 

Muy bien, muy bien… ¿y qué tiene que ver todo esto con el feminismo?

«Bajo esa estética punk que se le suele dar al Roller Derby hay un gran esfuerzo y dedicación que cada una de las jugadoras le da para que salga adelante ya que es totalmente autogestionado.Con este deporte desarrollas muchísimas habilidades como agilidad, fuerza, equilibrio, concentración, coordinación con el resto de jugadoras y te hace sentir capaz de todo además de aprender lo que es un equipo, no importa la edad ni la forma física que tengas. Es algo único y diferente que debería probar todo el mundo» – Marta CapónRed Valkiria #26. 

Ah, ya van saliendo ideas. 🙂 Como me comenta la veterana e incombustible Aly Kaos, #19: «Yo descubrí el Roller Derby en un programa de tatuajes americano, una de las chicas lo practicaba y me flipó. Empecé a buscar información en Internet y vi que había una quedada en Madrid de chicas interesadas en practicarlo. Éramos cuatro gatos. Quedamos en un bar para hablar de ello y decidimos formar el equipo. Solo contábamos con nuestros recursos y nuestras ganas. Teníamos diferentes edades, formas físicas y circunstancias personales y profesionales. Eso reafirma mi idea de que en Roller Derby, las ganas son la base de todo».

Y es que el Roller Derby, al haber sido recuperado hace una década más o menos, es uno de los deportes más autogestionados. En la liga española (y otras muchas internacionales) es difícil encontrar a un equipo que cuente con un «entrenador oficial», aunque haya felices excepciones como Alcoy Roller Derby. Las jugadoras se «autoentrenan» esforzándose entre todas, enseñando las más veteranas a las más fresh meat (novatas en el mundo derby), aprendiendo las unas de las otras y unos equipos de otros [no son extraños los entrenamientos en los que alguien de un equipo de otro país enseña unos truquillos a otro, imaginad eso en otro deporte…] Con esta base, podéis imaginar que sin duda se trata de un deporte que más que fomentar el individualismo-competencia entre jugadores como podemos ver en otros deportes-espectáculo (como el fútbol), fomenta el compañerismo y el trabajo en equipo (lo que debería ser un deporte en equipo, ¿no?)

Como siempre nos recuerda Aly Kaos #19: «En Roller Derby se necesita a TODAS. Da igual que seas alta o baja, delgada, atlética o gorda, aquí todos los tipos de cuerpo y de personalidades tienen cabida, porque todas somos necesarias para trabajar juntas y todas tendremos un papel en el juego

De hecho nos encantan los culos grandes. Los culos grandes son los mejores para los bloqueos de cadera. Necesitamos más culos grandes». 

Tomemos mi caso: yo nunca he sido especialmente deportista, hasta hace tres años que empecé a fliparme con la práctica de carrera, al principio solo por «adelgazar», y el Roller Derby ha reafirmado mi idea de que esas creencias limitantes que me habían inculcado en mi infancia sobre mí, sobre mi cuerpo y sobre lo que podía o no podía hacer eran pura mierda. Bloody Mewi #20 es una de las Thunders que mejor lo explica: «Terminar la carrera, irme de casa, dejarlo con mi ex, no tener ni trabajo ni motivación por nada… en esas andaba hace un año y medio más perdida que el gif de John Travolta. Me gustaba el deporte pero no practicaba ni jugaba ninguno desde hacía años, subía las escaleras del metro con la lengua fuera. Correr sola me aburría y dejaba de hacerlo, por eso decidí buscar un deporte en equipo, que así me obligo y pensé me motivaría más. Y entonces apareció ESTO. No tenia ni idea que iba a significar tanto para mi, que iba a tener una doble vida, que me iba a convertir en una deportista, que iba a conocer un equipo tan genial, guerrero y energético, que iba a encontrar una nueva forma de vida. Por que eso es lo que es, una nueva forma de entender la vida, de superarse más día a día, de explotar un «yo» desconocido que además resulta que es un «nosotras»».

Fotografía de David A. González en el partido del 21/11/2015 entre las Black Thunders Derby Dames Madrid y Rock 'n' Roller Derby Murcia.

Fotografía de David A. González en el partido del 21/11/2015 entre las Black Thunders Derby Dames Madrid y Rock ‘n’ Roller Derby Murcia.

Sí, nosotras. Las propias reglas de este deporte fomentan que los deportistas [hey, también hay Roller Derby masculino, pero no me centraré en él en este post] que lo practican «hagan piña»: las patinadoras que van en el «pack» deben patinar juntas, al mismo ritmo y preocupándose las unas por las otras para mantener lo máximo posible la formación para bloquear a la jammer contraria y ayudar a su jammer a pasar. Al ser pura colaboración, el grado de intimidad, por lo tanto, es mucho mayor que en otros deportes. Laura Sanz-Cruzado, Hija de la Chingada #31, lo expresa muy bien: «Este deporte te exige apoyarte totalmente en tus compañeras, literalmente hablando. Es necesario comunicarte y confiar en ellas cuando estás en el pack. Creo que la misma dinámica del juego ya transmite una idea de compañerismo femenino a la que no estamos acostumbrados, ya que socialmente se nos intenta convencer de que las chicas nos comportamos como arpías entre nosotras y similar. Jugando al Roller Derby te das cuenta de que no es así». Y continúa: «A pesar de que llevo practicando este deporte solo unos meses, una de las cosas que más me ha sorprendido y que creo que es el motivo por el cual engancha tanto es el compañerismo y la piña que se hace con las compañeras». Irene Menéndez, La Guaja #22, también destaca esa sensación de compañerismo femenino e inclusión: «Sacarme de mi barbecho tiene mucho mérito, ya que llevaba 11 años sin hacer nada de ejercicio, en parte por pereza y en parte porque mi carrera, Arquitectura, dejaba muy poco tiempo libre. En menos de una semana ya me había comprado todo el equipo y las Black Thunders me acogieron con los brazos abiertos. Encontré un mundo lleno de gente maja, en el que casi todos se conocen y que prima el buen rollo, seas como seas. En ese aspecto es una de las cosas que más me gusta de este deporte: lo inclusivo que es, en todos los aspectos. Da igual el tipo de cuerpo que tengas, o cómo vistas, o tu nivel inicial de patinaje; todo el mundo tiene un lugar y muchísimo que aportar. Lo importante es la actitud, el saber encajar los golpes y levantarse, tener ganas de superarse y pasarlo bien». 

Sí, en Roller Derby hay muchas deportistas tatuadas y con una estética alternativa. Pero no necesariamente todas las jugadoras son así. Las patinadoras no se unen por determinada afinidad estética o cultural: una vez se calzan los patines es una para todas y todas para una. 

El hecho de que el Roller Derby sea un deporte especialmente inclusivo es una de las razones por las cuales muchas de las patinadoras adoptan los mantras «Roller Derby Saved My Soul» o «Roller Derby todo el rato». En palabras de Natalia Acín,  Cardenalia #25: «Es un trabajo en equipo constructivo y muy gratificante que en el que no solo creces como jugadora sino como persona. Sin juicios, ni reproches, donde el objetivo es aprender y mejorar ayudándose sin esperar nada a cambio. El calor de las compañeras hace que sientas que sabrás hacerlo y que sólo tienes que esperar el momento en el que llegue, y que llegará».

Trabajo en equipo. Colaboración femenina. ¿Habéis oído alguna vez eso de «que las mujeres son muy malas entre ellas y por eso yo prefiero trabajar con hombres» o lo de «Juegas como una niña«? Pues dadle a esa persona una buena ración de Roller Derby. En palabras de Cardenalia #25: «Sinceramente, creo que las mujeres saben trabajar mejor en equipo. Otra cosa es lo que la sociedad nos haya intentado hacer creer. Practicar Roller Derby no ha hecho sino ratificar mi rechazo a todos esos mitos, especialmente sobre el deporte femenino, porque siempre he creído y pensado que no hay cosas exclusivamente de chicos o exclusivamente de chicas. No creo que seamos chicas agresivas o guerreras, creo que somos chicas con ganas de mejorar en algo sin pensar en juicios ajenos o límites». Bloody Mewi #20 confirma la idea de Cardenalia #25: «El Roller Derby te hace sentirte mucho más fuerte de lo que creías que eras por que resulta que sí lo eres, aunque la sociedad te haya intentado demostrar lo contrario» y en la línea de Cardenalia, Lady Coconut #91 afirma:  «No entiendo esas cosas que se dicen. ¿Cómo juega una «niña»? Simplemente me siento como una mujer que está practicando un deporte. Un deporte de contacto. Y animo a todas aquellas que quieran probarlo». 

A todos aquellos que aún piensen que se trata de un deporte para chicas «más masculinas», les dejo con las palabras de Lady Coconut #91: «Yo me siento genial porque he descubierto un deporte fantástico, femenino: mi me encanta ponerme guapa para los partidos, me maquillo, me pongo mi equipación con orgullo». Y no es la única. Hija de la Chingada #31, también señala que «precisamente yo me siento mucho más «femenina», por así decirlo, desde que practico Roller Derby. El espectáculo asociado a este deporte, por el cual construimos un personaje para salir a la pista, tiene como consecuencia que como patinadora quieras compartir con tus compañeras ideas en torno a maquillaje, ropa bonita para los entrenamientos y partidos… Hace que confíes más en tu imagen y veas la estética como una forma de expresión como deportista, persona y mujer» 

 

No estamos locas, sabemos lo que queremos: jugar al Roller Derby.

En estos meses he tenido que escuchar toda clase de comentarios sobre mi introducción a este deporte. Más allá del «¿Dónde está la pelota?» que más que otra cosa lo que me hace es gracia, he oído cosas como «Vaya panda de locas», «Eso es un deporte muy agresivo y peligroso, ¿seguro que te quieres meter?», etc. Panda de locas.

Probablemente lo estemos. Hay que estar un poco «loca» para practicar un deporte en que va a incomodar a todos por el hecho de: 

      1. Que demuestra que eso de que las mujeres no somos agresivas o que no nos gusta «llevarnos hostias» es pura construcción social. Las patinadoras de Roller Derby sacan esa faceta tan humana en cada partido porque su deporte lo exige. En palabras de Bloody Mewi: «El Roller Derby te hace ser parte de una tribu de tigres; te hace recordar que el culo de una contrincante puede ser más molesto que cualquiera de tus problemas y hace que los olvides; te enseña que por las rodillas también se puede sudar y oler mal; te da un nombre de guerrera, tu doble identidad; te descubre músculos que no sabías que existían; hace que duermas como un bebé al menos dos días a la semana y dispara tus endorfinas a un nivel espídico»RollerDerbyViolence
      2. Que fomenta la colaboración femenina y la construcción de una red de apoyo cuando la sociedad está empeñada en que compitamos entre nosotras, para que creamos que estamos solas y no luchemos por cambiar las cosas.

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        Fotos del partido del 21/11/2015 de David A. González .

      3. Que sea totalmente inclusivo y que no solo acepte los cuerpos de sus jugadoras en señal de respeto, sino porque todos los tipos son necesarios para el juego. El Roller Derby te hace ver que tu cuerpo de mujer no solo es para consumo hetero-patriarcal y que la práctica deportiva tiene más motivaciones que los titulares de revista de «ponte en forma para la operación bikini». En este sentido, el testimonio de esta jugadora, entre otras, a la que el Roller Derby le ayudó a superar sus problemas de autoestima me caló hondo. Como habéis podido comprobar, la mayoría de las Thunders comentan que la práctica de este deporte les ha hecho sentirse fuertes y capaces más allá del tipo de cuerpo que tuvieran. En un mundo en el que el 97% de las mujeres confiesan tener pensamientos negativos acerca de su cuerpo a diario, y en el que son los problemas de autoestima respecto al propio cuerpo los que mantienen a las mujeres lejos de la práctica deportiva, este tema me parece reseñable.
      4. Que desde su propia Asociación Internacional [WFTA] reconoce los derechos y la visibilidad del colectivo LGTB y que protege la identidad de género, cuando, la verdad (corríganme si me equivoco, por favor) no he visto a ningún otra Asociación de otro Deporte mojarse en este tema.
      5. Que fomente especialmente el trabajo en equipo y se mantenga lejos de las ideas individualistas e hiper-competitivas de otros deportes, que no hacen sino fomentar los valores del sistema socio-económico en el que vivimos.

Por eso solo puedo terminar este post con la frase que me recordó Cardenalia #25 el otro día de Whip it:

«Put some skates on, be your own hero». 

#RollerDerbySavedMySoul

#RollerDerbyTodoElRato

Hey! Si después de leer este post te ha interesado el Roller Derby, las Black Thunders Derby Dames somos uno de los equipos de Madrid que estamos buscando patinadoras, árbitros y NSO todo el año. Ponte en contacto con nosotras escribiéndonos a: reclutamiento.blackthunders@gmail.com. También puedes seguirnos en Facebook, TwitterInstagram y YouTube. Si no sabes patinar, no te preocupes, nosotras te enseñamos. (La autora de este post aún está aprendiendo, sin ir más lejos 😉 ) 

Muchas gracias a mis compis Sarai, Alicia, Mewi, Marta, Irene, Laura y Natalia por contarme su experiencia para este post. Y sobre todo por ser como sois y animarme siempre a mejorar y apoyarme en los entrenas. 

Muchas gracias también a todos los que me habéis animado a escribir este post. Vosotros sabéis quiénes sois.

Me hubiese gustado contar con algún testimonio de nuestras compañeras de Roller Derby Madrid [más conocidas como Las Gatas] pero iba con el tiempo justo y no tenía a ninguna tan mano como a mis compis. 🙁 Si alguna se anima a dejar su experiencia en un comentario, ¡es más que bienvenida! 

 

 

Mujeres, Beatles y viceversa (Parte II)

Este post es la continuación del que escribí hace unas semanas sobre las artistas femeninas del círculo de Los Beatles. Por problemas de extensión, tuve que hacer determinadas omisiones… Sin embargo, conocer a las mujeres del círculo de Los Beatles va más allá de reivindicar a las artistas olvidadas por su condición de mujer. Hubo musas a las que debemos agradecer haber sido la inspiración para algunas de sus mejores canciones, y también mujeres fuertes que estuvieron a su lado, y Los Beatles no serían lo que son sin ellas. Y, por supuesto, la historia las ha tratado injustamente.

Las musas de The Beatles

Cynthia Powell (más allá de Lennon) 

La historia de Cynthia Powell (Lennon) ha sido definido siempre cómo trágica por todos aquellos que han escrito sobre Los Beatles y su círculo. Sin embargo, tenemos una gran razón para admirar a Cynthia: siempre quiso alejarse de esa imagen de víctima-santa que nuestra sociedad patriarcal le ha querido asignar. Cynthia supo siempre mantenerse en un discreto segundo plano y ni siquiera quiso cobrarse su venganza armando un gran escándalo después de que John Lennon la abandonara por Yoko Ono o tras su divorcio. En una situación en la que otras personas podrían haberse aprovechado para obtener beneficios económicos o sociales, Cynthia decidió ser elegante y discreta. Fue una mujer fuerte y aguantó demasiado. Siempre hizo lo que la sociedad de su época esperaba de ella. Y quedó marcada para siempre.

En principio artista gráfica (conoció a Lennon en el Colegio de Artes de Liverpool en 1957), abandonó su carrera artística tras quedar embarazada del beatle y casarse con este. Y aquí es donde empezó el particular infierno de Cynthia: no solo tuvo que renunciar a sus sueños como artista para mantener intacta la autoestima de un John Lennon inmaduro, algo acomplejado y machista (Los Beatles aún no habían entrado en contacto con determinadas ideas entonces), sino que sufrió infidelidades y malos tratos por parte de sí, el gran pacifista Lennon. Para más humillación, durante años tuvo que soportar que su matrimonio se ocultara para que las fans creyeran que tenían una oportunidad con John. 

El sufrimiento de Cynthia y de su hijo Julian durante la ruptura de la pareja inspiró a Paul McCartney a escribir una de las mejores canciones de Los Beatles: Hey Jude

Siempre que veo fotografías de Cynthia, como esta, veo el sufrimiento en sus ojos.

Cynthia Powell

Cynthia Powell

Pero también veo una inmensa capacidad de lucha y un afán de supervivencia. Y es que había que ser muy fuerte para estar al lado de John Lennon.

Pattie Boyd

Si en las historias que nos contamos sobre un grupo de hombres siempre hay una mujer abnegada-santa como Cynthia, en historia de Los Beatles tampoco podía faltar la mujer a la que le han colgado la etiqueta de putilla superficial. Y esa es Pattie Boyd.

Pattie Boyd

Pattie Boyd

Una modelo, actriz y fotógrafa bellísima (todo hay que decirlo), la imagen de Pattie es a los sesenta como los sesenta son a la imagen de Patty Boyd. Y es que hasta Twiggy reconoció haberse inspirado en su estilo para conseguir el look tan característico de sus primeros años.

Pattie Boyd amó a George Harrison como a su mejor amigo Eric Clapton, y estoy segura de que lo hizo con la misma intensidad. Aunque Harrison aceptó la situación de forma bastante pragmática, los tres acabaron por adaptarse a la idea de amor que conoce nuestra sociedad y Pattie se vio obligada a elegir entre George y Eric, divorciándose de su primer marido y casándose con Clapton. Al fin y al cabo, todos acabamos presa de las convenciones.

Pattie fue la inspiradora de una de las canciones más bellas de Los Beatles: Somethingy de otras hermosas canciones de Clapton: LaylaWonderful TonightTambién de otras buenas canciones de Harrison: I Need You, Love You To… La lista es larga. 🙂

Siempre que se escribe de Pattie Boyd se hace con una perspectiva algo condescendiente en la que se la presenta como una lianta y una mujer superficial. Y me planto entonces: ¿acaso no se puede amar a dos personas al mismo tiempo?

¿Por qué colgamos la etiqueta de superficial a una mujer por desarrollar una imagen estética y mantenerla? Si no juzgamos de esta forma a artistas masculinos que se expresan a través de su imagen como David Bowie, ¿por qué sí a las mujeres como Pattie? La imagen de Pattie se integra y adapta a la imagen de los Beatles de forma tan natural que se hace imprescindible para entenderlos y entender los sesenta.

Pattie-Boyd-Muse

Paul McCartney, Pattie Boyd y George Harrison

Aunque las historias de Cynthia y Pattie me parecían las más interesantes para reflexionar en este post sobre cómo nos seguimos contando el cuento de santas y putas incluso cuando tratamos hacer historia sobre un grupo de música, no quiero dejar de mencionar a otras musas y mujeres del círculo de Los Beatles que contribuyeron no solo a inspirarlos sino a formar su carácter único:

  • Julia Lennon y Mary McCartney, madres de los músicos y ambas de muerte prematura, lo que les unió para siempre;
  • la tía Mimi, a quien tenemos que agradecer el haber despertado el interés por la literatura en Lennon, haciendo más complejas sus letras;
  • Maureen Cox (Starkey), primera mujer de Ringo Starr, que siempre se mantuvo a su lado (incluso después del divorcio) y quien inspiró a Paul McCartney para componer la canción Little Willow tras su muerte;
  • Jane Asher, novia de Paul durante los primeros años de los sesenta e inspiradora de tantas bonitas canciones de ese periodo;
  • y, por supuesto, muchas otras más que me dejo en el tintero.

Dejemos de contarnos historias de víctimas-santas, putas, brujas, madres, novias… Las mujeres del círculo de Los Beatles tienen su papel en la historia como inspiradoras y como artistas.

Porque amar a Los Beatles es amarlas también a ellas

Porque amar a Los Beatles es amarlas también a ellas. Clic para tuitear

Mujeres, Beatles y viceversa

Seguro que os suena la frase Detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y aunque no es que me guste demasiado la expresión por el hecho de que se coloque a la mujer detrás del hombre, y no al lado, en el caso de Los Beatles es más que cierto.

Como fan de toda la vida del que ha sido proclamado «el mejor grupo de todos los tiempos» (algo, por supuesto, cuestionable) nunca ha dejado de sorprenderme cómo se ha relegado a un segundo lugar a las mujeres, la mayoría artistas, que formaron parte del universo de Los Beatles y que han influido en su obra tanto o incluso más que hombres de su círculo como su manager Brian Epstein (conocido como El Quinto Beatle), su productor George Martin o los artistas Klaus Voormann o Stuart Sutcliffle. Y cuando digo relegado a un segundo plano, me quedo corta, porque, ¿a quién no le suena aquello de La culpa de todo la tiene Yoko Ono?

Se ha relegado a un segundo lugar a las mujeres que formaron parte del universo de Los Beatles. Clic para tuitear

¡¿Otra vez con el cuento de que Yoko Ono tiene la culpa de la separación de Los Beatles?! Mira, NO.

Y es que para mí es una cuestión de machismo. De cómo en el momento en el que una artista tiene una relación con otro artista su actividad pasa a un segundo plano para pasar a ser «la mujer/novia de», e incluso hasta «la amiga de». Sin embargo, Los Beatles no serían los mismos sin la influencia de las artistas (ojo que digo artistas y NO mujeres) Astrid Kichherr, Yoko Ono o Linda McCartney (de soltera Eastman), al igual que no serían los mismos sin la influencia de George Martin y el duro trabajo de Brian Epstein. Páginas y páginas se han escrito sobre cómo George Martin contribuyó a definir el sonido de los fab four y de su trabajo con otros artistas, del trabajo de Brian Epstein como manager más allá de Los Beatles y de la obra de Voorman e incluso de la influencia de Sutcliffle sobre John Lennon a pesar de su prematura muerte.

¿Por qué no empezamos a reivindicar la figura de estas mujeres como artistas al igual que hacemos con los hombres, más allá de su mero papel como compañeras sentimentalesmala malísima de la película o amiga maternal?

Dejaré, por tanto, fuera de este post a Patti Boyd, cuya influencia fue principalmente de musa.

¿La sexta Beatle? Astrid Kichherr

Astrid Kichherr no solo obstenta el título de ser la primera artista que tuvo el honor de capturar las que se consideran como las primeras fotografías «oficiales» de Los Beatles, sino que es la responsable de que reconozcamos a Los Beatles por su característico corte de pelo. No, no es que lo inventase (como ella misma reconoció), pero conocer a Astrid fue el catalizador para que Los Beatles pudieran ver más allá del rock ‘n’ roll.

Autorretrato de Astrid Kichherr

Antes de conocer a Astrid, Los Beatles eran unos rockers más abriéndose camino entre las bandas de Liverpool y Hamburgo, su aspecto y su aproximación al rock no diferían demasiado de los de otros. Relacionarse con Astrid abrió a nuestros cuatro chicos las puertas al mundo de los jóvenes artistas beatniks de Hamburgo, cambiando para siempre su mentalidad.

Astrid, de hecho, nunca desapareció de la vida de Los Beatles, siendo especialmente íntima su relación con George Harrison. Como es innegable el carácter maternal de Astrid y como cuidó de nuestros chicos favoritos durante aquellos locos años en Hamburgo y probablemente durante toda su vida, este papel ha sido más reivindicado que su influencia artística. Incluso películas como Backbeat, que parecían querer reivindicar su figura, se centraron en los aspectos personales. ¿Mostrarla como una fotógrafa en ciernes con mucho talento? Pa’qué.

George Harrison y Astrid Kirchherr, BFF junto al mar

Astrid, harta de ser solo reconocida por las fotografías de Los Beatles en sus primeros años, decidió abandonar por completo la fotografía, habiéndose perdido gran parte de su obra.

Linda Eastman, más allá de McCartney

Un caso peculiar el de Linda. Fotógrafa de talento como Astrid, fue absorbida completamente por la figura de McCa (que ya sabemos cómo se las gasta). Que ella participara conscientemente en esto o no, no lo tengo tan claro, teniendo en cuenta que asumió el apellido de su marido, algo que Yoko Ono no hizo (al menos no totalmente, fue conocida durante una temporada como Yoko Ono Lennon).

Linda McCartney capturando los 60

En todo caso, no veríamos los 60 con los mismos ojos sin las fotografías de Linda, que antes de fotografiar el periodo de Let it Be de Los Beatles había fotografiado a The Rolling Stones, Aretha Franklin, Jimi Hendrix, Bob Dylan, Janis Joplin, Eric Clapton (para la primera portada que le dedicó la revista Rolling StoneSimon and Garfunkel, The Who, The Doors, Neil Young… A pesar de que su obra ha sido expuesta en galerías internacionales y hasta en el Victoria & Albert Museum, seguimos pensado en ella como «la mujer de McCa«.

Además, Linda contribuyó definitivamente a definir el sonido de la banda Wings, algo que McCartney ha intentado reivindicar desde siempre, pero sigue siendo vista como «la mujer enchufada de Paul» por haber iniciado su actividad musical convencida por este.

Por otro lado, Linda fue hasta su muerte en 1998 una activista pro derechos de los animales y pro vegetarianismo que influyó bastante en la aceptación de este modo de vida en la cultura popular y empresaria de éxito con su línea de congelados vegetarianos Linda McCartney FoodsPaul McCartney nunca se hubiese decidido a ser vegetariano de no ser por ella.

Si ya somos capaces de reconocer el trabajo de Stella McCartney independientemente de su padre, ¿por qué no empezamos a hacer lo mismo con Linda? 

La culpa de todo la tiene Yoko Ono

Artista de vanguardia, sin pelos en la lengua, raruna, divorciada con un hijo, poco agraciada y japonesa: la pobre lo tenía todo para no caer en gracia en la Inglaterra de los años 60 (la Segunda Guerra Mundial y su propaganda anti-japonesa no estaba tan lejos).

Sip, Yoko Ono puede gustarte o no gustarte, su obra te puede llegar más o menos, pero está claro que jamás nos va a dejar indiferentes: siempre tuvo y ha tenido entidad propia como artista. ¡Y qué entidad! Es otro caso de «la mujer de», que en este caso va más allá para ser «la mujer loca de» y que sirve para barrer de un plumazo y deslegitimar toda la obra de Ono. Y es que además la música de Los Beatles no hubiese avanzado tanto si John Lennon no la hubiese conocido y no le hubiese abierto al mundo del arte de vanguardia de los años 60. En mi opinión, algo indiscutible. [Por mi parte: gracias, Yoko]. Y, por supuesto, el John Lennon de las bed-ins, el Lennon contestario, experimental y radical de finales de los años 60 y los 70 que todos recordamos no hubiese existido sin su influencia artística. Para muestra, una performance: 

A Ono le colgaron el San Benito de ser la causante de la separación de Los Beatles cuando el barco hacía aguas desde hacía años porque era más fácil echarle la culpa a una mujer, que encima era fea, artista rara como ella sola, divorciada y japonesa (vamos, una bruja) que asumir que esa combinación de egos iba a explotar en cualquier momento. Cuando alguien me dice que le cae mal Yoko Ono siempre pregunto: «¿Por qué?» y siempre obtengo respuestas vagas. Mi siguiente pregunta es: «¿Has intentado conocer algo de su obra?», la respuesta siempre es «No». Y creo que lo que más nos jode es que además Yoko siempre ha demostrado que lo que pensemos de ella le importa más bien poco… o nada.

A Yoko Ono se la pela lo que pienses. Y lo sabes.

Da que pensar, ¿no?  😉 

Una última reflexión… 

Desde que llevo trabajando en este post me pregunto si realmente Los Beatles fagocitan a todos aquellos que estuvieron en su órbita, sean hombres o mujeres. Puede que se trate de eso, pero tras la lectura de muchos libros dedicados a Los Beatles y su círculo, siempre he visto cómo se trataba de reivindicar el trabajo de Brian Epstein, George Martin, etc. más allá de Los Beatles, y también cómo se ha reconocido que la influencia de estos era fundamental en la obra de los fab four.

Algo que si se ha tratado de hacer con estas mujeres, ha sido bastante de soslayo. ¿Vosotros cómo lo veis? 

Gracias por leerme hasta aquí. 😉

«I am no man» – la mujer en el mundo de Tolkien

En el post anterior sobre el «Amor y Tolkien», me quedé con varios temas en el tintero, no sobre la idea del Amor en la obra del escritor británico, sino sobre la visión de la mujer en el mundo de la Tierra Media, ya no solo en El Señor de los Anillos ni El Hobbit, sino en la totalidad de la obra de Tolkien. (Un post, la verdad sea dicha, no daba para tanto…) Aunque esté de más, recordar a todo aquel que haya decidido dedicar algo de su tiempo a leer este humilde post, que no me considero una experta en Tolkien, sino una admiradora, y que espero no ofender a nadie y sé que mi visión no hace justicia a la genialidad de J.R.R. [Gracias por leerme. 🙂 ]

Una de los comentarios que más he oído sobre la obra de Tolkien es que de ella se desprende una visión machista del mundo. La mayoría – por no decir el 90% aproximadamente – de los protagonistas son masculinos, y teniendo en cuenta que ya hay una raza en la que predomina precisamente los varones (los Enanos) es lógico que en una primera lectura extraigamos una visión machista del mundo que nos regaló Tolkien. Yo he sido la primera que extraje una lectura de este tipo.

Sin embargo, y aunque no cabe duda que el sexo masculino tiene predominancia en la obra del Profesor, tras varias lecturas de la obra, ya en las adaptaciones cinematográficas como en los escritos de Tolkien, creo que realmente «machista» no sería la palabra para definir la visión de la mujer del J.R.R. Reflexionando mucho, tengo la sensación de que en la obra de Tolkien las mujeres aparecen algo distantes de la acción principal por la misma razón que en la obra de Jane Austen jamás leemos una conversación entre hombres: ambos autores vivieron en un mundo en el que se relacionaban predominantemente con los de su sexo. Tal como Austen reveló, nunca había escrito una escena en la que estuvieran a solas dos hombres porque como no conocía de qué hablaban en privado, no se sentía capaz de ello. Creo que en la obra de Tolkien se puede desprender también esa idea: lo cierto es que no recuerdo ninguna escena en la obra de Tolkien protagonizada por un grupo de mujeres. (Por favor, siéntase libres de corregirme) En la obra de J.R.R. Tolkien se destila, en mi visión, y según he podido leer a ciertos expertos, una visión idealizada de la mujer, unos «seres» «deseados»,»anhelados» y admirados por los protagonistas masculinos. Pero eso no significa que la visión de Tolkien sea una visión machista ni mucho menos, puesto que la mujer nunca está «por debajo del hombre», sino que se encuentra, precisamente, en un pedestal, y además… en la obra de Tolkien encontramos varios ejemplos de mujeres poderosas.

Evitaré en este post hablar de Arwen, Lúthien o Rosita (la hobbit que se convierte en la esposa de Sam), porque aunque no niego que tengan su importancia en la Tierra Media y demostrar una gran personalidad, más allá de ser personajes que reafirman la imagen de la mujer «anhelada» y «soñada» por el protagonista masculino, no representan el poder que Tolkien quiso dar a las mujeres.

 

Los dos mayores ejemplos de empoderamiento femenino que podemos encontrar en la obra de Tolkien, a parte de las deidades que conocemos en «El Silmarilion» (Varda,Yávanna, Estë… ) son Galadriel y Éowyn. Es curioso cómo en un mundo en el que la acción es dirigida principalmente por los varones, sean precisamente dos personajes femeninos los que demuestren determinado poder que los varones no son capaces de alcanzar y que suponen todo un hito para la trama.  

Galadriel no solo es guardiana de uno de los tres anillos de poder que fueron dados a los Elfos, sino que además, cuenta con el Espejo, con la Luz de Eärendil (capaz de iluminar, recordemos, los lugares más oscuros), el don de la videncia y es la destructora (como podemos leer en los apéndices) de Dol Guldur. Una elfa mediocre, vamos. 🙂

 

Pero mención a parte merece el personaje de Éowyn. Éowyn no solo es una mujer regia, luchadora, que decide combatir en batalla junto con sus homólogos masculinos… sino que además, Tolkien le concede a este personaje un gran honor solo por ser mujer: ser la único humano capaz de acabar con el Rey Brujo, aquel del que se profetizó que «nunca acabará por la mano de ningún hombre«. ¿Cabría pensar mayor proeza para cualquier personaje que acabar con uno de los principales villanos de la Tierra Media? Y Tolkien se lo dio precisamente a una mujer. 

¿El relato sobre la Tierra Media, escrito desde una perspectiva masculina? Sí. ¿Machista? Me parece que va a ser que no. 🙂

«-  Impedírmelo! ¿A mí? Estás loco. ¡Ningún hombre puede impedirme nada!

        – ¡Es que no soy ningún hombre viviente! Lo que tus ojos ven es una mujer (…) «


«Speak friend, and enter»: una primera aproximación al amor y la amistad en Tolkien

Que me perdonen los puristas y los académicos por lo que sé, de entrada, que será un post con una aproximación bastante personal, poco intelectual y que seguramente no hará justicia a la genialidad de Tolkien. Escribo desde la total admiración y respeto hacia el mundo del profesor de Oxford, pero sin otra pretensión que realizar una primera aproximación que nos permita debatir sobre el tema y según mis impresiones personales y sin ánimo de profundizar más allá de lo que da un primer post de un blog. (No se trata de escribir aquí otros “Apéndices” :O) )

Al pensar en las dos obras clave de J.R.R. Tolkien, “El Señor de los Anillos” y “El Hobbit”, a pocos se les vendrá la idea del Amor como temática de estos dos clásicos de la literatura fantástica. “El hobbit”, bien por ser un cuento infantil, y “El Señor de los Anillos” por estar enmarcado en un contexto de guerra, no nos vienen a la mente como una referencia cultural que trate las relaciones humanas.

Sin embargo, Tolkien sí habló de amor en su obra, y sobre todo, de amistad: como ávida lectora y seguidora de todas las adaptaciones del mundo de la Tierra Media, no se me viene a la cabeza sino la palabra Amistad, así, con mayúsculas, cuando pienso en la Comunidad del Anillo, en la Compañía de Thorin Oakenshield y ¿cómo no…? en Frodo y Sam. ¿Qué otra idea podría extraerse de esas alianzas que se producen en sus dos obras clave? Los protagonistas de la acción están unidos por fuertes lazos de amistad y compañerismo, siendo bastante significativo en el caso de Frodo y Sam, probablemente los verdaderos protagonistas de “El Señor de los Anillos”. Tan solo tenemos que recordar la frase que Frodo dedica a su amigo al final de la historia: Me hace feliz que estés aquí conmigo. Aquí al final de todas las cosas, Sam”.  Para mí, la amistad entre Frodo y Sam es una de las más entrañables de la literatura que ha podido caer en mis manos.

 
 

Es cierto que las relaciones entre los personajes del mundo de la Tierra Media quedan empañadas por la acción y trama principal y bueno, todo hay que decirlo, por la falta de talento de Tolkien en ese sentido. No olvidemos que a pesar de que Tolkien contaba con muchísima imaginación, se trataba de un académico, no de un escritor al uso. Las relaciones de Amor y Amistad entre sus protagonistas están por lo tanto, más desarrolladas en los Apéndices.

Así, en los Apéndices y en “El Silmarillion” podemos aprender más de la relación entre Arwen y Aragorn, que a duras penas tiene cabida en el libro, o entre Eówyn y Faramir (lo siento, tengo especial predilección por estos personajes) o la “amistad” entre Legolas y Gimli… entre muchas otras entre los protagonistas, ya sean por medio de árboles genealógicos o apuntes sobre el desarrollo de su relación.

Las comillas en la palabra “amistad” para referirme a Legolas y Gimli, son por supuesto, intencionadas: ¿quién no ha sospechado de una relación homosexual entre estos dos personajes? En los Apéndices podemos leer: “»Hemos oído decir que Legolas llevó consigo a Gimli, hijo de Gloin, por causa de la amistad que los unía, más grande que ninguna otra habida entre Elfo y Enano”. También se ha especulado bastante sobre la naturaleza de la relación entre Frodo y Sam… En todo caso, la relación entre Legolas y Gimli, sea del tipo que sea, creo que representa la idea principal del Amor en el mundo de Tolkien, junto con las historias de las elfas Arwen y y Lúthien y los hombres mortales Aragorn y Béren (la historia de Béren y Luthien la encontraréis en “El Silmarillion”) 😉 : el Amor y la Amistad no entiende barreras culturales o raciales.

En la relación de Legolas y Gimli podemos ver cómo dos razas históricamente enfrentadas (elfos y enanos) pueden entenderse, apreciarse y construir un equipo que, como bien se ha dedicado a ilustrar Peter Jackson en sus adaptaciones cinematográficas, puede llegar a ser invencible. En el caso de Aragorn y Arwen  y Béren y Lúthien vemos la idea principal de Tolkien sobre el Amor: el amor que vence la muerte.  Arwen y Lúthien renuncian voluntariamente a la inmortalidad que pertenece a su raza por puro amor a Aragon/Béren. La idea principal que Tolkien nos da del Amor con estas historias es en mi punto de vista, la siguiente: los amantes se mantienen unidos hasta La Muerte. Arwen y Luthien prefieren morir antes de vivir sin sus amantes a su lado.

Y bueno, y aquí es cuando entramos en los temas más espinosos y de los que espero réplica: claramente en el mundo de Tolkien los sacrificios “por Amor” los hacen las mujeres. No hay más que recordar el caso de Eówyn, que por “Amor” a su familia, a su pueblo y a Aragorn, parte en batalla, una tarea que Tolkien, como hombre de su tiempo entendía – cómo no- reservada a los hombres. ¿Se podría hablar largo y tendido sobre el papel de la mujer en el mundo de la Tierra Media? Claramente sí. Es de los aspectos más criticables en la obra de Tolkien. Pero seguramente que esto nos da para otro post. 

 

 

Con esta primera aproximación quería destacar la idea sobre la Amistad y el Amor que más me conmueve en la obra de Tolkien: la idea de que los afectos no entienden de orígenes, razas, culturas o clases sociales (no olvidemos que Sam es el jardinero de Frodo). La obra de Tolkien es para mí, en ese sentido, todo un ejemplo de apología de la diversidad, el respeto por las diferencias y el entendimiento.

 
 

Y ahora, llega la parte más divertida del post: ¿qué visión tenéis vosotros del Amor y de la Amistad en Tolkien? ¿Qué aspectos os parecen más criticables y cuáles a destacar en su visión del Amor y en el papel de la mujer? ¿Qué otras relaciones que no he mencionado os parecen dignas de analizar?

 Voy encendiendo la pipa que esto sé que va a dar para debatir largo y tendido. 🙂

«Not my daughter, you bitch!»: el amor maternal vs el amor tóxico en Harry Potter. (J.K. Rowling, 1997-2007)

Mucho hemos hablado en este blog de la idea del Amor que nos presenta la saga Harry Potter, ya sea del “amor adulto” en este post o del papel de los personajes femeninos en sus relaciones con los masculinos en este. Y creo que podríamos seguir hablando mucho más, porque el Amor, junto a la Muerte, son los temas centrales de esta saga.

Lo que más me sorprendió del primer post fue ese análisis de supuesta “toxicidad” de las relaciones que se establecían entre mujeres y hombres. Aunque comprendo la perspectiva, no estoy de acuerdo en que en la saga Harry Potter “el valor de una mujer como pareja lo determina el valor que tiene ante los ojos de otros varones”.

 

Empezamos a pensar que eres adoptado, Ron

 

Esto me recuerda, francamente, a los comentarios que oigo siempre sobre “Grease” (1978): ¿por qué Sandy tiene que cambiar? ¿Por qué no cambia ÉL? Y es lo que siempre contesto: eh, que Danny TAMBIÉN cambia. ¿Es que nadie recuerda que al final acaba siendo deportista? ¿Que se ganó “la chaqueta” y aparece con ella en la última secuencia? Ambos personajes cambian porque se influyen el uno al otro (cada uno con sus propias reticencias) porque se motivan para mejorar como personas. Y creo que esto se podría aplicar perfectamente a las parejas jóvenes en Harry Potter y que analizó Vega en su post: bajo mi punto de vista, en el “amor joven” en la saga, los personajes se motivan el uno al otro para crecer. En el caso de Ron y Hermione, sin ser el mejor ejemplo de pareja (incluso J.K. Rowling aseguró que ahora considera que no fuese la mejor idea emparejarles) podemos ver cómo cada uno de ellos influye y motiva al otro para mejorar: no hay más que recordar cómo Ron o Hermione, en situaciones de tensión, acuden a las enseñanzas del otro y, mientras que Hermione aprende a relajarse y a ser más espontánea (en el libro, el primer beso de la pareja lo da ella en un arrebato), Ron aprende a confiar más en sí mismo y a vencer sus inseguridades (recordemos esa escena en la que se ve cómo el Horrocrux-Guardapelo ha estado precisamente jugando con sus inseguridades). No analizaré aquí el caso de Harry-Ginny puesto que, aunque claramente también se motivan para mejorar el uno al otro, el arco dramático que vive Harry como héroe y las influencias del Ciclo Artúrico en la relación (holi, ¿alguien de verdad creyó que Ginny se llamaba Ginebra solo por casualidad? :)) complican (o hacen más interesante, según cómo se mire) su análisis. [¿Alguien se anima a analizarlo?] Para mí, el amor joven en Harry Potter no hace más que reafirmar esa idea de que “el buen amor” siempre te empuja a mejorar como persona.

 

Dawso… digo, Ron, crece

 

Porque si tenemos que hablar de “amor tóxico” en Harry Potter, tomo esta pregunta que lanzó Vega al analizar el amor en Harry Potter:

«¿Qué papel tiene el amor en la relación de Bellatrix Lestrange y Voldemort?»

 

Eres mala, Bellatrix

 

En mi lectura de la saga Harry Potter la idea de “amor tóxico” que transmite la saga es la obsesión. ¿Y qué personaje más obsesivo que Bellatrix Lestrange? Cuando se planteó la idea de “toxicidad en Harry Potter”, debo confesar que esperaba un post analizando la idea de amor de Bellatrix por Voldemort. El “amor” de Bellatrix es egoísta, solo es un reflejo de lo que Bellatrix quiere alcanzar: poder, reconocimiento, posición social, fortuna. No hay más sacrificio que aquel que promueve ser reconocida por el objeto de su deseo (como cuando Bellatrix propone matar a Harry Potter, buscando el reconocimiento de Voldermort, o todas las atrocidades que comete para ganar el “afecto” de su “señor”… la palabra lo dice todo). Por su lado, Voldemort solo mantiene a Bellatrix a su lado porque su obsesión es válida como un medio para lograr sus intereses, y porque la admiración-obsesión de Bellatrix hacia su persona(je) acrecienta su (falsa) sensación de poder. Mu’ rico, ¿verdad? Os reto a buscar una relación más tóxica en la saga. 🙂

Y como muestra, un botón:

El “amor maternal” es una idea que ya se ha comentado en los anteriores posts. Siguiendo la idea que planteó Carmen en su post, en mi lectura de la saga, una de las ideas principales del Amor que creo que plantea “Harry Potter” es precisamente la contraposición del “amor maternal” contra el “amor tóxico-obsesión”. Esta contraposición está tan presente en la saga que hasta… ¡hay un duelo real entre personajes que lo simboliza!

Porque, tal como apuntó Carmen en su análisis… ¿alguien recuerda cómo Molly acaba retando a Bellatrix en la batalla de Hogwarts? ¿Es esto o no una alegoría del DUELO DE AMOR MATERNAL CONTRA LA OBSESIÓN? Recordemos la frase de Molly antes de darle cera a Bellatrix:

 

«¡Y encima el goth ya pasó de moda, so hortera!»

 

Que el duelo se produzca en el clímax de la saga no hace sino reafirmar la idea de que el amor “más puro” es el amor que se sacrifica por proteger al objeto de amor (en este caso, el hijo, como en el caso de Lily y Harry) mientras que el “amor” que no perdura es el amor egoísta u obsesión representados por Bellatrix.

Nota al pie: los «buenos» y «sabios» también se equivocan

En este post dedicado a la idea de la obsesión como tipo de “amor tóxico” de la saga, no podía faltar el merecido capítulo a la relación de Albus Dumbledore con Grinderwald. Y precisamente una de las cosas que más me gustan de la saga de J.K. Rowling es la idea de que los “buenos” y «más sabios» (ojo, que si estos dos adjetivos van entre comillas es por algo) también se equivocan.

Y tiene forma de rayo

¿Por qué Albus Dumbledore está tan obsesionado con el Amor (especialmente el maternal)? Porque experimentó en sus propias carnes las consecuencias del amor tóxico y de la obsesión. Mientras Grindelwald solo se relacionó con él porque era un buen medio para obtener sus intereses (aquí el paralelismo con Voldemort y Bellatrix), Albus Dumbledore también se obsesiona con Grindelwald por su fascinante arrojo, llegando incluso a descuidar a su familia. Es una alianza de intereses y una proyección de aspiraciones más que un afecto genuino entre dos personas con virtudes y defectos. Puro Ego. En la resolución de la relación J.K. Rowling nos vuelve a presentar la idea de que este tipo de relaciones no suelen llegar a buen puerto, saliendo Dumbledore escaldado. Por supuesto, la cosa se resuelve también con un duelo. 😉 😉 Pero eso es otra historia… y de paso le pido a J.K. Rowling que la cuente bien publicando “Vida y mentiras de Albus Dumbledore”, que los fans llevamos años esperándolo. 🙂

Y LO SABES

 

Por otro lado, ¿recordáis lo que comenta el Profesor Slughorn sobre “los filtros de amor”? ¿Y qué me decís de la relación Lavender Brown–Ron? ¿No va en la línea de la idea de que la obsesión no es “Amor Verdadero”? ¿Alguien se anima a analizarlo?

No es regalo para ellas

Estas semanas suelen ser tiempo de regalar, de dar y de recibir. De pensar por unos días, aunque solo sea un poquito, en los demás. Y en estas fechas, todos los años, podemos apreciar el acusado machismo que podemos ver en los regalos para los niños, pero, ¿qué pasa con los adultos? ¿El problema se queda en la infancia? ¿O seguimos pensando que hay “regalos para ellas” y “regalos para ellos”? Y no me refiero porque haya “perfumes para ellas”, “moda para ellos”… (que este tema daría para un enciclopedia), me refiero a productos culturales… Y os preguntaréis, ¿por qué estoy diciendo esto?

 Pues porque hace cosa de un mes, un colega compartió en Facebook esta publicación de una página de fans de Star Wars:

 
Star Wars - Best Gif any man can have
 

El vídeo, que resulta ser un anuncio (lo podéis ver aquí), muestra a una joven pareja heterosexual haciéndose obsequios mutuamente. Él le regala a ella joyas, otro regalo que no sabemos qué es, y un reluciente coche blanco. Ella le regala a él… un Halcón Milenario. Todo para anunciar los “fines de semana Star Wars” en una de las cadenas del imperio Disney. Si el vídeo es ya toda una declaración, el administrador de la página de fans redondeó la idea con su comentario:

«Lol… this is the best gift any man can have!» 

Any man.

Any MAN.

Dejando aparte esa bonita competición por la que cada miembro de la pareja lucha “por hacer el mejor regalo”, que es, claro está, una cosa sanísima… (Cuánto más gasto = más te quiero, pero esto da para otro post…). Evidentemente, las reacciones de las fans femeninas no se hicieron esperar, y comentaron que también sería el regalo ideal para cualquier MUJER que le gustase la saga Star Wars.

Sí, me diréis que el administrador de la página en cuestión no se dio cuenta, y que desde su perspectiva como hombre, es normal, y que estoy sacando las cosas de quicio.  No soy de las que piensa que el lenguaje sea inocente, y menos aquel que surge de una forma automática, pero bueno, teniendo en cuenta la idea que presenta ya el anuncio, podemos concederle el beneficio de la duda.

Pero, en serio: ¿de verdad no había otra forma de anunciar los “fines de semana Star Wars”? ¿No hubiese sido mejor recalcar las horas de diversión, de emoción, de valores… que aporta a cualquiera, los que ya son unos clásicos del cine?

¿Por qué desde un primer momento los lumbreras de los creativos pensaron que sería el hombre dentro de esta pareja el fan de la saga? ¿Si fuese una pareja de hombres homosexuales, por definición los dos serían fans y competirían por regalarse un Halcón Milenario o un X-Wing? Y es que aquí está el quid de la cuestión: ¿por qué creemos que este producto cultural es “para hombres”? Decidme: ¿cuántas veces habéis pensado que Star Wars eran “unas pelis para tíos” y habéis pensado que las mujeres que se confiesan fans de la saga eran unas “raritas”? ¿Tal vez por la misma razón que pensamos que un hombre al que no le gusta el fútbol es “un rarito”?

Y lo voy a dejar aquí, porque prefiero que entre todos nos planteemos la respuesta a estas preguntas.

Tan solo terminaré este post con esta frase que me ronda por la cabeza desde que vi el vídeo: cada vez que definimos un producto cultural bajo una cuestión de género, estamos robando horas de felicidad y de diversión a una persona.

Por lo demás, espero que los Reyes os hayan traído lo que verdaderamente deseabais, os sintáis del género que os sintáis. A mí  aún no me ha caído el Halcón Milenario, voy a ver si regalando joyas, coches, cenas, zapatillas de fútbol… a mi pareja, acabo consiguiéndolo.  😉

Y, por supuesto, que la fuerza os acompañe.

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