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Cuando el amor se vuelve veneno

 

Sometimes I hate every single stupid word you say,
Sometimes I wanna slap you in your whole face.
There’s no one quite like you, you push all my buttons down,
I know life would suck without you.
At the same time I wanna hug you, I wanna wrap my hands around your neck.
You’re an ******* but I love you, and you make me so mad I ask myself
Why I’m still here, or where could I go?
You’re the only love I’ve ever known,
but I hate you, I really hate you, so much I think it must be…True love true love
It must be true love
Nothing else can break my heart like true love
True love, it must be true love
No one else can break my heart like you
Just once try to wrap your little brain around my feelings
Just once please try no to be so mean
Repeat after me now R-O-M-A-N-C-E
Come on I’ll say it slowly (Romance)
You can do it babeAt the same time, I wanna hug you
I wanna wrap my hands around your neck
You’re an ******* but I love you
And you make me so mad I ask myself
Why I’m still here, oh where could I go
You’re the only love I’ve ever known
But I hate you
I really hate you, so much
I think it must beTrue love true love
It must be true love
Nothing else can break my heart like true love
True love, it must be true love
No one else can break my heart like you[Lilly Allen]
Why do you rub me up the wrong way
Why do you say the things that you say
Sometimes I wonder how we ever came to be
But without you I’m incompleteI think it must true love true love
It must be true love
Nothing else can break my heart like true love
True love, it must be true love
No one else can break my heart like you, like you
No one else can break my heart like you

A veces odio cada estúpida palabra que dices,
A veces quiero abofetearte en toda la cara,
No hay nadie como tú, pulsas todos mis resortes,
Sé que la vida sería una mierda sin ti.

Al mismo tiempo quiero abrazarte y rodear tu cuello con mis manos.
Eres un imbécil, pero te quiero, y me cabreas tanto que me pregunto
¿por qué estoy aquí, o a dónde iría si no?
Eres el único amor que he conocido
pero te odio, te odio de verdad, tanto que creo que debe de ser…Amor verdadero, amor verdadero
Debe de ser amor verdadero
nada más puede romper mi corazón como el amor verdero
Amor verdadero, debe de ser amor verdadero
Nada más puede romper mi corazón como tú
Sólo una vez intenta que en tu cerebrito entren mis emociones
Sólo por una vez por favor intenta no ser tan malvado
Repite conmigo: R-O-M-A-N-C-E
Vamos, lo diré despacio: Romance
Puedes hacerlo, cariño.Al mismo tiempo quiero abrazarte
Y quiero rodearte el cuello con las manos
Eres un ******* pero te quiero
Y me haces enfadar tanto que me pregunto
Por qué sigo aquí o a dónde iría si no? Eres el único amor que he conocido
pero te odio,
te odio de verdad,
tanto que creo que debe de ser…
Amor verdadero, amor verdadero
Debe de ser amor verdadero
nada más puede romper mi corazón como el amor verdero
Amor verdadero, debe de ser amor verdadero
Nada más puede romper mi corazón como tú
[Lilly Allen]
Por qué me frotas al revés
por qué dices las cosas que dices
A veces me pregunto cómo llegamos a estar juntos
Pero sin ti estoy incompleta.
Creo que debe de ser amor verdadero, amor verdadero
Debe de ser amor verdadero
nada más puede romper mi corazón como el amor verdadero
Amor verdadero, debe de ser amor verdadero
Nada más puede romper mi corazón como tú, como tú
Nada más puede romper mi corazón como tú

 

Hay una idea preconcebida de la que hemos hablado aquí ya, y tiene que ver con lo pasional del amor. Y es que para que el amor sea verdad, sea auténtico, debe ser un amor tormentoso, complicado, enrevesado; superar una serie de pruebas complicadísimas y sobrevivir a esa gymkhana de pruebas en su contra.

Lamentablemente, el amor que se enfrasca en esa guerra contra el mundo no se pregunta si hay motivos para saltar esos obstáculos o es el momento de replantearse si no se ha tomado la decisión equivocada. Quizá todas esas pruebas en contra demuestran una incompatibilidad de caracteres. O quizá ponen de manifiesto que una o las dos partes de la relación tienen problemas propios que resolver que están arrastrando a esa dinámica y que no están arreglando. O incluso las dos cosas a la vez, por qué no. Esto se multiplica cuando una de las dos partes (o, peor aún, las dos) arrastra ya esa necesidad de emociones fuertes a la pareja. Adictos al desequilibrio emocional (politoxicómanos, narcisistas, personalidades histriónicas…), «artistas» sin imaginación que buscan inspiración en desgracias propias y ajenas, reinas del drama (de todos los géneros)…

Hay un estereotipo particular dentro de esta categoría de amores tormentosos, que es el del «amor loco». El amor loco, l’amour fou, que este estereotipo bebe también del romanticismo de lo francés (y mucho), es esta idea llevada al extremo: es un amor que es clarísimamente nocivo, toxico, venenoso, pero que, precisamente por eso, porque quien lo siente se percibe «enfermo de amor», «capaz de cualquier locura» se convierte en una droga que hace palidecer por comparación al amor normal, el sano, el tranquilo, el que se construye diariamente, se negocia y se disfruta, más que sufrirse.

 

 

Y existe toda una línea de películas que lo ensalzan y lo romantizan (más allá, por supuesto, de la obvia Romeo y Julieta). Jeux d’enfants es la más clara de ellas: dos niños se retan el uno al otro en un bucle permanente en el que los dos se exceden hasta la autodestrucción, con la capacidad creciente conforme ellos maduran, hasta que no hay una vuelta atrás. ¿Capaz o no? Esta misma idea del reto permanente es la que subyace en La fille sur le pont: personas desesperadas que sólo tienen suerte cuando se ponen a prueba, a vida o muerte, juntas. De nuevo, la idea del «sin ti no soy nada»; sin ti no sé ni siquiera hacerme daño, te necesito incluso para sufrir.

En Bye, bye, Blondie vuelve de nuevo la idea de amor loco, de la predestinación, del estar perdidos al separarse pero condenados a destruirse al reencontrarse. Pero en esa novela resaltan una frase que me dio que pensar: «una chica que conoces en el psiquiátrico no puede hacerte feliz».

Discrepo, completamente. Porque la mayoría de las personas excelentes que conozco han acudido alguna vez a profesionales de la salud mental. El problema es cuando el amor se interpone en la propia sanación. Cuando esperamos que de manos del otro venga nuestra suerte. Nuestro valor.

Ningún amor es «el único», y desde luego un amor que sube y baja, que duele y se retuerce hasta generar violencia, hacia el otro o hacia sí, no es amor.

Manic Pixie Dream Girl a.k.a. MPDG

«Manic Pixie Dream Girl es un personaje tipo en películas. El crítico de cine Nathan Rabin, quien acuñó el término después de ver a Kirsten Dunst en Elizabethtown (2005), describe MPDG como «esa criatura cinematográfica burbujeante y superficial que sólo existe en la febril imaginación de escritores-directores sensibles para enseñar a los jóvenes graves y pensativos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras». Se dice que las MPDG ayudan a sus hombres sin perseguir su propia felicidad, y estos personajes nunca crecen, así que sus hombres nunca crecen.» (Wikipedia)

Los ejemplos que todo el mundo menciona siempre, aparte de Elizabethtown, son:

Natalie Portman en Garden State

Kate Hudson en Almost Famous

Zooey Deschanel en (500) Days of Summer.

Las MPDG son chicas con una personalidad alegre y esporádica pero siempre tienen un lado tierno, sensible y, fundamental, tienen un tono melancólico, de gatito perdido que hace que todos los hombres quieran protegerlas. Hay algo en su vida que no se sienten con la fuerza de afrontar, algo que les hace mostrar esa fachada risueña pero que, nuestros hombres protagonistas descubren rápidamente.

Summer tiene miedo a enamorarse.

Anybody's anything

Sam tiene un miedo atroz a enfrentarse a la realidad, así que miente compulsivamente.

How silly it is to take anything too seriously

 

I hear myself saying something

Las MPDG son musas inalcanzables. Muchachas soñadoras que nunca se quejan, nunca se comprometen y viven en una continua vida paralela de arco iris y unicornios.

MPDG es una catalogación reciente pero encontramos MPDG en películas clásicas como Desayuno con diamantes o Cabaret. No hay ni un personaje que tenga más miedo al compromiso y viva más en la luna que Holly Golightly. ¡Por dios, si llama a su gato «gato» para no cogerle demasiado cariño!

Últimamente muchas películas de acción están incluyendo personajes femeninos fuertes, que no dependen de los hombres y que, desde luego, no buscan aprobación para saber lo que quieren hacer: Mad Max, la trilogía de Los Juegos del Hambre… No estaría de más que las películas románticas empezaran a incluir personajes femeninos fuertes y decididos, con ideas propias y un poco de carácter. Las comedias románticas tienen como audiencia definida mujeres jóvenes entre 15 y 35 años… ¡así nos va!

I ain't yer Manic Pixie Dream Girl, buddy

Magical Girl: todos somos tóxicos

Nota: el texto detalla información importante sobre la trama de la película Magical Girl, de Carlos Vermut, por lo que no recomendaría la lectura a aquellos que no la hayan visto.
Fotograma de Magical Girl

 

«Tampoco estamos tan mal» es la defensa de Bárbara cuando le sugieren que los medios nos están distrayendo para silenciar nuestras quejas. Un conflicto entre lo real y lo que preferimos creer que no sólo ilustra la idea de una España en crisis que no es capaz de hacerse entender, sino que aparece también en los comportamientos de género de los protagonistas de esta Magical Girl. Manipuladores pero vulnerables, todos confían en llevar a cabo sus acciones para ayudar a quienes están a su lado, cuando en realidad no hacen sino moverse para alcanzar su propio beneficio. Otra cosa muy distinta es lo que se cuenten a sí mismos. Magical Girl nos impacta y nos altera, nos exige que la repensemos desde la crueldad del impulso emocional, pero también desde la angustia del devenir político. La segunda cinta de Carlos Vermut desgrana la amnesia colectiva de un país que aún transita entre la picaresca y el deseo europeo, para golpearnos con lo que más nos incomoda: todos en algún momento hemos hecho daño, aun cuando sabíamos qué era lo correcto.

La película juega con las representaciones tradicionales de clase y género creando paradojas morales que, a pesar de sus múltiples torsiones, hablan muy directamente de la realidad social española. El ser humano es corrupto; el sexo, siempre permeable a nuestros intereses. No hay artificio alguno en la trama. Los conceptos de los que se sirve Vermut (la mujer fatal que se autocondena, el recurso fácil al chantaje, lo turbio en la inocencia infantil) están anclados en nuestras cabezas, en nuestra forma de entender las relaciones sentimentales, la paternidad o la sexualidad. Los personajes femeninos en Magical Girl son mártires y a la vez verdugos, pero en la misma medida que los masculinos: todos explotarán rasgos consolidados a su género para lograr sus objetivos.

Alicia es una niña que padece una enfermedad terminal y cuya mayor ilusión es conseguir el vestido de su personaje de anime favorito. Luis quiere hacer realidad el sueño de su hija, pero su situación de desempleo y el alto precio del regalo le superan. Su suerte parece cambiar cuando conoce a Bárbara, una mujer de clase acomodada que vive inmersa en una relación dependiente con un marido psiquiatra que la controla a través de la medicación. Luis chantajea a Bárbara con argumentos sexuales y ella acude a Damián, un antiguo profesor que decide enfrentarse al hombre que la está acosando.

 

Cartel de Magical Girl

La cinta exprime numerosos estereotipos de género, pero si los retuerce es para mostrar lo grotesco que hay en ellos: ¿es posible que Bárbara sea ‘la mala’ de la película cuando, en primer lugar, ha sido chantajeada por un hombre que se ha aprovechado de su inestabilidad emocional? El personaje se nos descubre a través de varias etiquetas: atractiva, desequilibrada, autodestructiva y dependiente de los hombres, motivos por los cuales es necesario controlarla. Sin embargo, y así como sucede más allá de la ficción, Bárbara no es un ser malvado ni tampoco un ángel de cuento. Y, desde luego, no está más enferma que su marido, que la custodia hasta la extorsión emocional.

– No puedo estar siempre detrás de ti como si fueras una niña de siete años. Bárbara, ¿me miras cuando te hablo? ¿Tengo que estar siempre detrás de ti como si fueras una niña de siete años? Si algún día me entero de que me mientes te juro que me voy y no vuelvo […] Perdona por enfadarme.
– No pasa nada. Te enfadas porque me quieres.

La actitud dominante del marido de Bárbara se expone de forma cruda y produce un rechazo inmediato que ataca directamente a los pilares del amor romántico. La necesidad emocional de la mujer parece total y se presenta como una conducta insana que la empuja al extremo de hacer cosas terribles. Es esta correspondencia tóxica y desigual la que desencadena su aparato manipulador: la relación amorosa está por encima de todo, incluso del chantaje al que acepta ser sometida. Como espectadores, queremos que Bárbara abandone la dinámica de terror con su marido, pero al mismo tiempo entendemos de dónde viene. Y no, no es necesario un historial clínico para explicarlo. Desde el ámbito familiar, pero también desde la ficción, se nos ha inculcado que la mujer debe luchar y aguantar por amor. Vermut acierta plenamente al no mostrar romanticismo alguno en la relación de pareja: no sentimos ese supuesto amor que los une porque no puede existir.

En cuanto al vínculo entre Bárbara y Damián, la cinta no explicita lo ocurrido pero podemos intuir algún tipo de relación sexual previa. Una vez más, se nos lanza de lleno contra los estereotipos. Ambos personajes son adultos y, por lo tanto, completamente responsables de sus actos. Culparla a ella de las decisiones del otro supone recrear el mito de la mujer pecadora que arrastra al hombre hacia la fatalidad. La copla de Manolo Caracol que escuchamos en dos de las escenas clave de la película subraya el afán de Vermut por dejar claro que las cosas no son blancas o negras: los personajes cohabitan en situaciones injustas, pero han sido ellos mismos quienes las han provocado.

La niña del fuego te llama la gente y te están dejando que mueras de sed.
Ay, niña de fuego.
Dentro de mi alma yo tengo una fuente pa’ que tu culpita se incline a beber.
Ay, niña de fuego.
Mujer que llora y padece te ofrezco la salvación.
Tu cariño ciego, soy un hombre bueno que se compadece.
Ay, ay, mi niña de fuego.

Es casi imposible resumir toda la complejidad de Magical Girl en una sola frase, pero si algo podemos concluir al respecto es que todos somos corruptos porque la sociedad misma en la que vivimos está podrida desde la base. O en otras palabras, seguimos haciéndonos daño porque sabemos que podemos sostener relaciones insanas. Al igual que Bárbara y el resto de personajes, hemos asumido una serie de comportamientos viciados que nos aseguran que hacer el mal es plausible aun cuando la exigencia es hacer el ‘bien’ a toda costa. El predominio de las relaciones afectivas tóxicas en un sistema que estimula la corrupción es ciertamente desalentador, pero tampoco debemos olvidar que no existen las conductas infalibles. Las alternativas seguirán actualizándose a medida que reflexionemos con la misma ferocidad con la que lo hace Magical Girl.

Los asesinatos «normales»

Hace unos días, un avión se estrelló contra los Alpes, aparentemente a voluntad del copiloto, dejando 150 muertos. Los periódicos parecen haber convertido en un tema personal demostrar que volar es seguro, incluso si para ello tienen que estigmatizar a quienes viven con depresión. Como si las 3.000 personas que anualmente se suicidan en nuestro país tuvieran la costumbre de hacerlo llevándose a más de un centenar por delante. De hablar de la relación entre desempleo, precariedad, desahucios y suicidios pues que se encarguen los sociólogos, que eso no le interesa a nadie. De buscar a especialistas en salud mental que analicen el caso con un poco de perspectiva, los medios pequeños, y una semana después. ¡Tranquilos! No tenemos prisa.

Esta semana, la Policía Nacional ha emprendido una encomiable acción que por fin ha acabado con esa fuente de terror que nos preocupaba a todos: los anarquistas. ¿No estaban aterrorizados, ustedes, ante el enorme crecimiento de los grupos organizados radicales y anarquistas? Yo debo de ser una inconsciente, porque vivo enfrente de uno de los CSOAS desalojados el martes y, sinceramente, me parecían majísimos.

En cambio, ¿saben qué me tiene realmente aterrorizada? Loca de mí, feminazi, paranoica y odiahombres, a mí lo que me aterra es vivir en un sistema en que cinco mujeres son víctimas de sus parejas en un solo día y no nos parece noticia.

Imagen via Twitter

Un tipo se suicida estrellando el avión que pilota y copa todas las portadas durante una semana. ¿Saben quiénes son muy de suicidarse después de acabar con los demás? Los feminicidas. Pero de eso no se habla. «El 13% de las españolas tiene miedo de sus parejas masculinas. Dos millones y medio de mujeres en España han sufrido golpes o violaciones a lo largo de su vida según los últimos datos del Gobierno español«. Esto lo tengo que leer, claro, en un blog feminista.

Sinceramente: eso es terrorismo, y no lo de los anarquistas.

Es terrorismo porque no se trata de un caso aislado. No se trata de cinco casos aislados en 24 horas (7 si contamos los frustrados), o de todos estos casos en 2014. Hay una forma enferma de pensar que acaba casi con tantas mujeres al año como las que llenarían un avión, sólo en España.

Por favor, ¿podría alguien encontrar un estudio que asegure que los anarquistas han causado miedo al 15% de las mujeres en España, o eso sólo pasa con sus parejas? ¿Puede alguien localizarme una página del ministerio del Interior que indique al 50% de la población cómo defenderse del otro 50% por si es anarquista?

Es terrorismo porque lo que funciona para dominar a las mujeres no es la violencia física: basta con el propio miedoMuchas mujeres víctimas de violencia de género se ponen como tope el ser golpeadas: necesitan esa comprobación de que lo que viven es realmente un maltrato, que no están locas. ¿Cómo es posible que lleguemos a esta situación?

Me tiene cansada tu Doble Discurso

Es terrorismo porque lo que creemos que es amor es violencia. Es terrorismo porque en un enorme número de relaciones las mujeres tienen que pagar el impuesto revolucionario de tener sexo sin desearlo para no hacer enfadar a su pareja.

Hay más de 100 muertas al año sólo en España por lo mismo por lo que existe este blog: porque llamamos amor a cosas que no lo son. Y eso hace que nos parezcan románticas, tiernas, normales, cosas que son inaceptables. Y ante este panorama, no puedo hacer sino sumarme al grito de Faktoría Lila: no me pidáis que esté tranquila

Single ladies que no quieren ser singles aunque van de que sí (Beyoncé – Single ladies, 2008)

Now put your hands up
Up in the club, we just broke up
I’m doing my own little thing
I decided to dip
but now you wanna trip
Because another brother noticed me
I’m up on him, he up on me
Don’t pay him many attention
Because I cried my tears,
for three good years
You can’t be mad at me

If you liked it
Then you should have put a ring on it
If you liked it then you should’ve put a ring on it
Don’t be mad once you see that he want it
If you liked it then you should’ve put a ring on it

♬ Oh, oh, oh, oh, oh,oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

I got gloss on my lips,
a man on my hips
Got me tighter than my Dereon jeans
Acting up, drinking my cup
I could care less what you think
I need no permission, did I mention
Don’t pay him many attention
Because you had your turn
But now you’re gonna learn
What it really feels like to miss me

If you liked it
Then you should have put a ring on it
If you liked it then you should’ve put a ring on it
Don’t be mad once you see that he want it
If you liked it then you should’ve put a ring on it

♬ Oh, oh, oh, oh, oh,oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

Don’t treat me to this things of the world
I’m not that kind of girl
Your love is what I prefer, what I deserve
He’s a man that makes me, then takes me
And delivers me to a destiny, to infinity and beyond
Pull me into your arms
Say I’m the one you own
If you don’t, you’ll be alone
And like a ghost I’ll be gone

All the single ladies (x7)
Now put your hands up

♬ Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

Ahora, levantad las manos,
en el club, acabamos de romper,
estoy haciendo las cosas a mi manera.
Yo decidí mojarme,
pero ahora quieres fastidiarme
porque otro hermano se ha fijado en mí.
Yo estoy detrás de él, y él detrás de mí,
no le presto mucha atención
porque lloré mis lágrimas
durante tres buenos años,
no puedes enfadarte conmigo.

Si te gustaba,
deberías haber puesto un anillo
si te gustó, entonces haberle puesto un anillo.
Ahora no te enfades cuando veas que él sí quiere.
Si te gustaba, tendrías que haberle puesto un anillo.

♬ Oh, oh, oh, oh, oh,oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

Tengo brillo en los labios,
un hombre en mis caderas,
me tiene más sujeta que mis pantalones Dereon,
Dando guerra, bebiéndome mi copa,
no podría importarme menos lo que piensas,
no necesito permiso, ¿lo he mencionado?
No le prestes tanta atención,
porque tú tuviste tu oportunidad,
pero ahora vas a aprender,
cómo sienta de verdad echarme de menos.

Si te gustaba,
deberías haber puesto un anillo
si te gustó, entonces haberle puesto un anillo.
Ahora no te enfades cuando veas que él sí quiere.
Si te gustaba, tendrías que haberle puesto un anillo.

♬ Oh, oh, oh, oh, oh,oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

No me trates como cualquier cosa de este mundo,
no soy esa clase de chica,
tu amor es lo que prefiero, lo que merezco,
él es un hombre que me hace, me toma,
y me entrega a un destino, a la infinidad y más allá,
arrástrame a tus brazos,
di que soy tuya (la que posees),
si no lo haces, estarás solo,
y como un fantasma, me iré.

Todas las chicas solteras (bis)
Levantad las manos

♬ Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oh, wait…

¿Sabéis cuál es mi historia de terror preferida? Esa en la que Beyoncé, símbolo feminista desde su etapa de Destiny’s Child (y feminista declarada, además), pasaba de gritarle al mundo que a ella no le hacía falta un maromo para vivir a escribir una canción en la que se ponía “a la venta”.

Pues sí, en el 2008 Beyoncé lanzaba Single Ladies y, encima, iba y lo petaba. Era poner la canción en cualquier momento de la noche y todas las chicas de la discoteca y algún que otro chico extendía los brazos y gritaba como si no hubiera mañana “Siiiiiiiingle leiiiiiiiiidissssss”, y a darlo todo. Y yo me consolaba pensando que en España no sabemos inglés.

Pero es que resulta que eso pasaba en todo el mundo y, oye, en el resto del mundo sí saben inglés…

Entonces, ¿por qué las mujeres celebraban esto?

Because I cried my tears, for three good years. You can’t be mad at me: aquí el dato importante es lo de los 3 años que estuvo llorando por el ex-chorbo. Obviamente, si fueran 2 y 364 días, un tío con el que ya no estás tiene todo el derecho del mundo a enfadarse si te ve con otro y a pedirte explicaciones.

If you liked it Then you should have put a ring on it: ya sabes, si te gustaba haberme dado un anillo y ahora no te tendrías que preocupar de que otra persona me atraiga. Como comprar un coche, una vez que lo compras, el coche no se va con nadie más. Es tuyo y punto. Chicas jóvenes y solteras, tenedlo en cuenta, vuestra máxima aspiración en la vida debe ser que un señor os haga el favor de daros un anillo. Y si no, preguntadle a Gollum. Él lo entiende.

♬ Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh! ♬: esto me encanta, en realidad.

I could care less what you think, I need no permission: no necesito tu permiso porque no me diste un anillo. Si lo hubieras hecho, sí lo necesitaría, obviamente.

Because you had your turn, But now you’re gonna learn, What it really feels like to miss me: tú tuviste tu turno y ahora le toca a otro, que para eso soy un servicio público, hombrepordiós. Ahora él puede comprarme como tenías que haber hecho tú dándome un anillo. Ah, y de paso sufres, siente celos cuando otro macho me mea encima.

Don’t treat me to this things of the world, I’m not that kind of girl: esto lo comento por comentar, la verdad, porque no entiendo qué quiere decir. ¿Qué Beyoncé no es materialista?

Your love is what I prefer, what I deserve: ¿pero no decías que ya no lo querías, Beyoncé? O es lo que mereces precisamente porque ya no lo quieres? Estoy confusa y quiero llorar.

He’s a man that makes me, then takes me and delivers me to a destiny, to infinity and beyond: sólo puedo decir que me alegro de que mi madre me enseñara a ir a donde me diera la gana, sin necesidad que otra persona (en general) me llevara. Si Beyoncé se refiere al orgasmo de una manera así como muy sutil y elegante, también sé llegar solita, y si lo consigo en pareja no considero que nadie “me haya llevado”.

Pull me into your arms, say I’m the one you own: … what…

 

If you don’t, you’ll be alone and like a ghost I’ll be gone: si no me dices que soy tuya vas a estar muy solo o, visto de otra manera, si me respetas como mujer y no me consideras un objeto que pueda constituir una propiedad, te va a ir muy mal en la vida, majete.

Y esta visión perturbada que tiene la señora Beyoncé (señora porque a ella sí le pusieron el anillo y supongo que su chorbo-marido la llevará a muchos sitios y le dirá que es de su propiedad y por eso ella es tan feliz) de las relaciones es la que nos cuela en este pretendido himno a la soltería. Soltería que, por supuesto, está muy bien sólo al empezar la noche, porque en vez de pasárselo bien y tal, se dedica a ligar con un tío toda la noche para poner celoso al ex de hace 3 años, con el que al final resulta que quiere volver.

Muy mal, Beyoncé, muy mal.

Rebecca, fantasmas del pasado y relaciones tóxicas

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Rebeca, Alfred Hitchcock, 1940
Es complicado desde la perspectiva actual hablar sobre Rebecca, la fabulosa novela de Daphne Du Maurier publicada en 1938 y adaptada por Alfred Hitchcock para la gran pantalla (Oscar a la mejor película en 1940). Aunque no hayamos conseguido la igualdad de géneros, desde luego las cosas han cambiado bastante desde los años 30. Aún así, creo que vale la pena dedicar un post a una de las relaciones románticas más tóxicas de la literatura.

Rebecca es la historia de una muchacha sin posibles que se enamora locamente de Maxim de Winter, un terrateniente inglés con mucho dinero, dueño y señor de una de las mansiones más famosas de la ficción de todos los tiempos, Manderley. Tal vez el principio de la novela sea uno de los mejores de todos los tiempos. ¿Quién no recuerda el fantástico…?

«Anoche soñé que había vuelto a Manderley. Me encontraba ante la verja del parque, pero durante algunos momentos no pude entrar. La puerta estaba cerrada con candado y cadena. Llamé en sueños al guarda, pero nadie me contestó…«
mandely -
Manderley

La obra está narrada en primera persona por la protagonista, la muchacha que se enamora de Maxim de Winter en Montecarlo durante unas vacaciones y que se convierte en su segunda esposa. Porque Maxim ya había estado casado antes, con la fascinante Rebecca. Una mujer fuerte, bellísima, inteligente y de la que escuchamos hablar durante todo el libro. Una de las cosas que más fascina de esta novela es que Rebecca, estando muerta, es la protagonista absoluta de la narración.

Queremos saber más de ella, porque la protagonista, la segunda mujer de Maxim, está obsesionada con ella. Si os adentráis en sus páginas y llegáis al final de este libro, quizás una de las cosas más fascinantes es que NUNCA llegaréis a saber el nombre de la protagonista. Y lo más impactante es que no te das cuenta, no eres consciente de que no sabes el nombre de esa muchacha que va relatando su historia y no necesitas saberlo porque ella es tan insignificante, tan poca cosa, que te da igual, porque al fin y al cabo, la que importa es la fascinante Rebecca, la primera esposa, la primera señora de Winter. (Cuidado con este enlace, spoilers de la historia) Pero vamos al meollo de la relación. Durante la estancia en Montecarlo de nuestra protagonista, una dama de compañía de una señora mayor, entrometida y chismosa, se encuentran por casualidad con un apuesto viudo, el señor de Winter. Maxim, ese es su nombre, es un soltero codiciado por su riqueza y su posición social pero todo el mundo es consciente de que está destrozado por haber perdido a esa maravillosa criatura que era su primera esposa, Rebecca.

Por casualidades de la vida, la protagonista y Maxim acaban compartiendo veladas y excursiones en secreto, y cuando ella tiene que partir a América, para acompañar a la señora de la que depende, Maxim decide proponerle matrimonio.

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Laurence Olivier y Joan Fontaine en la película

Tras varias lecturas puedo afirmar que uno de los principales problemas de esta nueva relación, de este segundo matrimonio es la falta total de comunicación entre ambos. El segundo problema gravísimo reside en la completa falta de autoestima de la protagonista, que se infravalora hasta extremos inconcebibles, y la incapacidad de Maxim de mostrar el mínimo afecto por su nueva esposa. Como vamos descubriendo a lo largo de la novela, ella se tortura por no llegarle a Rebecca ni a la suela de los zapatos (según su visión) mientras que su marido se muestra totalmente hermético e incapaz de decir una palabra sobre su anterior relación.

Nuestra protagonista llega a Manderley, la intimidante mansión de los de Winter, sin tener ni idea de cómo encargarse de gestionar la propiedad ni los quehaceres diarios de la dueña de semejante caserón. Ella se siente intimidada por todos, por su marido, por su nueva cuñada e incluso por los criados. Esta percepción de no merecer ser amada ni tenida en consideración se acentúa a causa del ama de llaves, que gobierna la casa, la también fascinante señora Danvers, que conoció y crió a Rebecca, la primera señora De Winter, y que conserva la casa como un mausoleo, un museo dedicado al recuerdo de la inolvidable Rebecca. El carácter tímido y apocado de la protagonista se ve aún más castigado cuando tiene que lidiar con la autoritaria señora Davers, que siente auténtica devoción su primera ama, y por su marido, quien también parece vivir de los recuerdos del pasado.

Annex - Fontaine, Joan (Rebecca)_02
La terrible señora Danvers y la protagonista

En definitiva, Rebecca es una novela que, aunque llevado al extremo, nos muestra un problema muy actual: cómo convivir con el fantasma delas relaciones anteriores de nuestras parejas. El hermetismo que rodea a la amada, a la primera esposa, a la anterior relación; la incapacidad de comunicarse entre ellos y la negativa de él a hablar sobre el tema van creando un muralla que cada vez les aleja más. No estoy diciendo que tengamos que explicar con pelos y señales nuestras relaciones anteriores, pero desde luego la negativa a hablar de ellas es mucho menos sana. Es una cuestión que debería de tratarse con normalidad y esta normalización es la que permite que sigamos adelante con esa nueva persona que amamos.

El otro aspecto que merece la pena comentar sobre esta relación es cómo la protagonista depende totalmente de su pareja, no solo económicamente y por su posición social, sino porque mendiga afecto, es incapaz de valorarse a sí misma y no se siente merecedora de amor, de respeto, de ser tratada como una igual. No quisiera dar lecciones sobre cómo deben de ser las relaciones amorosas, pero desde luego, si eres incapaz de apreciarte a ti misma, si ni siquiera tú sabes valorarte, es imposible que los demás lo hagan.
Creo que es una reflexión que muchas personas deberían hacerse. ¿Es tóxica mi relación? Pregúntate esto: ¿te sientes valorada? ¿Crees que tu pareja te respeta y te ama? Pero no como parte de la vida que compartís, sino como individuo. Si la respuesta es no, tal vez deberías plantearte algunas cosas. Una relación sana se basa en el respeto entre dos personas, dos personas que se quieren pero que también se quieren y se respetan a sí mismas.

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Maxim de Winter y su segunda esposa

Si no te aprecias y te aceptas tal y como eres, si te machacas tanto que te hundes como persona, si sientes que te falta autoestima lo más probable es que no estés preparada o preparado para compartir tu vida con una persona. Solo cuando nos aceptamos con nuestros defectos y nuestras virtudes, cuando entendemos que  podemos aportar mucho a otras personas, somos capaces de mantener una relación sana en la que ninguna de las partes resulte dañada. Si queréis ver un caso extremo, os  recomiendo la lectura de Rebecca. Una fascinante historia donde nada es lo que parece. Y no diré más, para no fastidiaros la que para mí es una de las mejores novelas que he leído.

«Not my daughter, you bitch!»: el amor maternal vs el amor tóxico en Harry Potter. (J.K. Rowling, 1997-2007)

Mucho hemos hablado en este blog de la idea del Amor que nos presenta la saga Harry Potter, ya sea del “amor adulto” en este post o del papel de los personajes femeninos en sus relaciones con los masculinos en este. Y creo que podríamos seguir hablando mucho más, porque el Amor, junto a la Muerte, son los temas centrales de esta saga.

Lo que más me sorprendió del primer post fue ese análisis de supuesta “toxicidad” de las relaciones que se establecían entre mujeres y hombres. Aunque comprendo la perspectiva, no estoy de acuerdo en que en la saga Harry Potter “el valor de una mujer como pareja lo determina el valor que tiene ante los ojos de otros varones”.

 

Empezamos a pensar que eres adoptado, Ron

 

Esto me recuerda, francamente, a los comentarios que oigo siempre sobre “Grease” (1978): ¿por qué Sandy tiene que cambiar? ¿Por qué no cambia ÉL? Y es lo que siempre contesto: eh, que Danny TAMBIÉN cambia. ¿Es que nadie recuerda que al final acaba siendo deportista? ¿Que se ganó “la chaqueta” y aparece con ella en la última secuencia? Ambos personajes cambian porque se influyen el uno al otro (cada uno con sus propias reticencias) porque se motivan para mejorar como personas. Y creo que esto se podría aplicar perfectamente a las parejas jóvenes en Harry Potter y que analizó Vega en su post: bajo mi punto de vista, en el “amor joven” en la saga, los personajes se motivan el uno al otro para crecer. En el caso de Ron y Hermione, sin ser el mejor ejemplo de pareja (incluso J.K. Rowling aseguró que ahora considera que no fuese la mejor idea emparejarles) podemos ver cómo cada uno de ellos influye y motiva al otro para mejorar: no hay más que recordar cómo Ron o Hermione, en situaciones de tensión, acuden a las enseñanzas del otro y, mientras que Hermione aprende a relajarse y a ser más espontánea (en el libro, el primer beso de la pareja lo da ella en un arrebato), Ron aprende a confiar más en sí mismo y a vencer sus inseguridades (recordemos esa escena en la que se ve cómo el Horrocrux-Guardapelo ha estado precisamente jugando con sus inseguridades). No analizaré aquí el caso de Harry-Ginny puesto que, aunque claramente también se motivan para mejorar el uno al otro, el arco dramático que vive Harry como héroe y las influencias del Ciclo Artúrico en la relación (holi, ¿alguien de verdad creyó que Ginny se llamaba Ginebra solo por casualidad? :)) complican (o hacen más interesante, según cómo se mire) su análisis. [¿Alguien se anima a analizarlo?] Para mí, el amor joven en Harry Potter no hace más que reafirmar esa idea de que “el buen amor” siempre te empuja a mejorar como persona.

 

Dawso… digo, Ron, crece

 

Porque si tenemos que hablar de “amor tóxico” en Harry Potter, tomo esta pregunta que lanzó Vega al analizar el amor en Harry Potter:

«¿Qué papel tiene el amor en la relación de Bellatrix Lestrange y Voldemort?»

 

Eres mala, Bellatrix

 

En mi lectura de la saga Harry Potter la idea de “amor tóxico” que transmite la saga es la obsesión. ¿Y qué personaje más obsesivo que Bellatrix Lestrange? Cuando se planteó la idea de “toxicidad en Harry Potter”, debo confesar que esperaba un post analizando la idea de amor de Bellatrix por Voldemort. El “amor” de Bellatrix es egoísta, solo es un reflejo de lo que Bellatrix quiere alcanzar: poder, reconocimiento, posición social, fortuna. No hay más sacrificio que aquel que promueve ser reconocida por el objeto de su deseo (como cuando Bellatrix propone matar a Harry Potter, buscando el reconocimiento de Voldermort, o todas las atrocidades que comete para ganar el “afecto” de su “señor”… la palabra lo dice todo). Por su lado, Voldemort solo mantiene a Bellatrix a su lado porque su obsesión es válida como un medio para lograr sus intereses, y porque la admiración-obsesión de Bellatrix hacia su persona(je) acrecienta su (falsa) sensación de poder. Mu’ rico, ¿verdad? Os reto a buscar una relación más tóxica en la saga. 🙂

Y como muestra, un botón:

El “amor maternal” es una idea que ya se ha comentado en los anteriores posts. Siguiendo la idea que planteó Carmen en su post, en mi lectura de la saga, una de las ideas principales del Amor que creo que plantea “Harry Potter” es precisamente la contraposición del “amor maternal” contra el “amor tóxico-obsesión”. Esta contraposición está tan presente en la saga que hasta… ¡hay un duelo real entre personajes que lo simboliza!

Porque, tal como apuntó Carmen en su análisis… ¿alguien recuerda cómo Molly acaba retando a Bellatrix en la batalla de Hogwarts? ¿Es esto o no una alegoría del DUELO DE AMOR MATERNAL CONTRA LA OBSESIÓN? Recordemos la frase de Molly antes de darle cera a Bellatrix:

 

«¡Y encima el goth ya pasó de moda, so hortera!»

 

Que el duelo se produzca en el clímax de la saga no hace sino reafirmar la idea de que el amor “más puro” es el amor que se sacrifica por proteger al objeto de amor (en este caso, el hijo, como en el caso de Lily y Harry) mientras que el “amor” que no perdura es el amor egoísta u obsesión representados por Bellatrix.

Nota al pie: los «buenos» y «sabios» también se equivocan

En este post dedicado a la idea de la obsesión como tipo de “amor tóxico” de la saga, no podía faltar el merecido capítulo a la relación de Albus Dumbledore con Grinderwald. Y precisamente una de las cosas que más me gustan de la saga de J.K. Rowling es la idea de que los “buenos” y «más sabios» (ojo, que si estos dos adjetivos van entre comillas es por algo) también se equivocan.

Y tiene forma de rayo

¿Por qué Albus Dumbledore está tan obsesionado con el Amor (especialmente el maternal)? Porque experimentó en sus propias carnes las consecuencias del amor tóxico y de la obsesión. Mientras Grindelwald solo se relacionó con él porque era un buen medio para obtener sus intereses (aquí el paralelismo con Voldemort y Bellatrix), Albus Dumbledore también se obsesiona con Grindelwald por su fascinante arrojo, llegando incluso a descuidar a su familia. Es una alianza de intereses y una proyección de aspiraciones más que un afecto genuino entre dos personas con virtudes y defectos. Puro Ego. En la resolución de la relación J.K. Rowling nos vuelve a presentar la idea de que este tipo de relaciones no suelen llegar a buen puerto, saliendo Dumbledore escaldado. Por supuesto, la cosa se resuelve también con un duelo. 😉 😉 Pero eso es otra historia… y de paso le pido a J.K. Rowling que la cuente bien publicando “Vida y mentiras de Albus Dumbledore”, que los fans llevamos años esperándolo. 🙂

Y LO SABES

 

Por otro lado, ¿recordáis lo que comenta el Profesor Slughorn sobre “los filtros de amor”? ¿Y qué me decís de la relación Lavender Brown–Ron? ¿No va en la línea de la idea de que la obsesión no es “Amor Verdadero”? ¿Alguien se anima a analizarlo?

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