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Yo nunca contra la violencia machista

Hemos hablado con Celia García de su proyecto Yo nunca Malasaña. La iniciativa, que se puso en marcha el verano pasado, consistió en la colocación de una serie de carteles en diferentes locales del barrio de Malasaña, en Madrid, con el objetivo de concienciar a los jóvenes contra la violencia machista.

Con motivo de la situación de confinamiento generada como respuesta al Coronavirus, se está experimentando un repunte de la violencia a nivel mundial, también en España. Por eso, la iniciativa se ha relanzado cambiando el foco desde el ocio y los bares a los hogares.

Cartel de la campaña Yo Nunca Malasaña

Cuéntanos, Celia, ¿de dónde surge la idea de usar el juego del Yo nunca para una campaña sobre violencia machista?

La iniciativa de hacer una campaña contra la violencia machista surge de la idea de que la mayoría de las campañas contra este tipo de violencia no hablan al destinatario correcto. Considero que la mujer no es el destinatario principal de este tipo de mensajes, sino que lo es el hombre que agrede o puede llegar a agredir de la forma que sea a una mujer.

Los jóvenes son quienes más a mano tienen cambiar las cosas y son quienes deben aprender sobre el respeto a la mujer y la igualdad. Es por esto por lo que, al dirigirnos a un público objetivo joven, buscamos una creatividad que llamara su atención, y así elegimos utilizar el juego Yo nunca como llamada al interés y a la acción.

¿Qué objetivos tiene la campaña?

El objetivo siempre es el de colaborar en la lucha por la igualdad y en la educación a la sociedad. Yo nunca Malasaña se dirige a un público joven para invitar a estos a reflexionar sobre lo que hacen ellos o sus amigos en su relación con las mujeres. 

Es curioso mencionar que, cuando presentaba este mismo proyecto en la universidad, hice una mención a la normalización que se llega a dar de las actitudes de hombres hacia mujeres en las discotecas, y un buen amigo me dijo: “¿De verdad hay chicos que os tocan el culo en las discotecas? Me he quedado alucinado”. Eso es algo que me sorprendió mucho porque tristemente creo que eso nos ha pasado a todas o lo hemos visto a nuestro alrededor. Él consideraba eso como un tipo de agresión increíble, pero como digo para muchos otros esto es algo totalmente normalizado. El objetivo de esta campaña es que las actitudes de las que hablan los carteles no sean corrientes, sino algo que “encienda la alarma” en las mentes de los jóvenes como comportamiento violento. 

¿En qué elementos pone el foco la campaña, tanto en su etapa inicial como en la actual?

Nos centramos desde el primer momento en la violencia machista ejercida sobre las mujeres en entornos de fiesta, alcohol y calor del verano. Estas son algunas de las típicas excusas que se suelen usar para justificar actitudes y queríamos centrarnos en que bajo ningún concepto lo son. Es por esto por lo que nos dirigimos directamente a los bares y pubs de Malasaña durante los meses de verano. Con este nuevo mensaje que hemos lanzado durante el confinamiento nos centramos en el elemento del aislamiento como justificante de las agresiones que han aumentado en las últimas semanas por la situación de estrés y ahogo dentro.

Cartel de la campaña Yo Nunca Malasaña

Hemos visto a lo largo de los últimos años muchas campañas que, de alguna manera, responsabilizan a las mujeres que sufren violencia machista de su situación. Yo Nunca, en cambio, pone claramente el foco en los hombres que ejercen dicha violencia. ¿Por qué crees que se sigue responsabilizando a las mujeres de las violencias que otros ejercen sobre ellas?

¡Es una duda que me persigue! Repasé año por año las campañas del Ministerio desde 2014, creo recordar que solo había una que se dirigía a los hombres y en esta salían actores famosos diciendo: “Cuando la maltratas a ella, me maltratas a mí”. ¿Significa esto que los agresores deben dejar de hacerlo porque así agreden también a los hombres a los que admiran por salir en televisión? El mensaje es incomprensible y, como dices, el resto de campañas hablaban a las mujeres instándolas a contar su situación o a denunciar, diciéndoles que no están solas, etc. Por supuesto, es importante ayudar a la víctima a sentirse acompañada y segura, pero ese nunca sería el mensaje principal o único. La voz popular siempre ha dicho: “Educa a tu hijo para que no viole, no a tu hija para que no la violen”.

El problema suele venir de los ofendidos que consideran que hablar a un hombre agresor es hablar a todos los hombres. Puede que haya mensajes que no sean totalmente correctos y se puedan malinterpretar de esta manera, pero considero que son la minoría, y que los hombres deben hacer un esfuerzo por comprender mejor la lucha y apoyarla.

Supongo que aún nos queda mucho que avanzar, y por eso movimientos pequeños como este que pueden permitirse mensajes más disruptivos son útiles a la hora de avanzar por este lado.

¿Has podido medir de alguna manera el impacto que han tenido los carteles?

Me habría encantado poder hacerlo, pero para esto habría necesitado unos recursos con los que no he podido contar ya que toda la financiación y producción han sido propias. No obstante, desde el principio recibimos comentarios positivos de los bares. La mayoría de los locales se mostraron ampliamente abiertos y agradecidos por compartir el mensaje. Cuando se retiró la campaña comentaron que habían recibido muchas preguntas y felicitaciones por unirse a compartir un mensaje y solicitaron continuar con el mensaje aunque se retiraran los carteles. Es por esto por lo que cambiamos los cinco carteles grandes por pegatinas que ahora tienen en sus puertas.

Si alguien quiere colaborar con la campaña, ¿cómo puede hacerlo?

Cualquier asociación, organización o ayuntamiento que lo desee puede colaborar, sea de la comunidad que sea. La campaña nunca se ha cerrado a Malasaña, sino que se ha utilizado este barrio como representativo de Madrid.

Hace unos meses me contactaron de una revista de hostelería de Castilla-La Mancha para replicar el mensaje. En estos casos les ofrezco toda mi ayuda y materiales para continuar con el mensaje en otros lugares que sufran del mismo problema. A través del perfil de Instagram o Facebook @yonuncamalasaña pueden escribirme y nos pondremos manos a la obra para conseguir que este mensaje haga reflexionar a quienes lo necesiten.

¿Por qué has creído necesario relanzar Yo Nunca en este momento?

Simplemente porque la realidad siempre supera la ficción y leer que las agresiones y denuncias estaban aumentado por el confinamiento es una noticia horrible. Las víctimas quedan en una situación mucho peor por estar las 24 horas en el domicilio con el agresor. Vi necesario relanzar el mensaje adaptándolo a este momento. YNM hablaba a los jóvenes de los bares porque era el segmento peligroso que encontraba en ese momento. Ahora lo son las víctimas confinadas, y por eso decidí redefinir el mensaje por ahora.

¿Qué podemos hacer para combatir la violencia machista a nivel individual?

Dialogar. Frenar situaciones. No permitir aquello que no consideremos correcto cuando lo vemos cerca —siempre que podamos hacerlo desde nuestra seguridad—. Si vemos a una mujer a la que están agrediendo en la calle o la oímos en nuestro edificio debemos llamar inmediatamente a la policía, grabar pruebas, y ayudar a la víctima si podemos. Si lo vemos en las discotecas avisar a la seguridad del local, cuidar de nuestras amigas, hacer entender a nuestros amigos por qué situaciones que ellos consideran inofensivas a nosotras pueden llegar a afectarnos.  

Cartel de una campaña institucional contra la violencia de género

¿Algo más que quieras contarnos?

Simplemente quiero añadir que estamos en medio de una lucha muy larga y difícil de la que todos formamos partes y en la que cada acto cuenta. Quiero animar a todos a hacer mensajes como este, de la forma que sea, pero que ayuden a entender lo que significa realmente la igualdad. Además, quiero añadir que este es un proyecto de todos, y que quien quiera colaborar puede contactar con el proyecto para lograr juntos el objetivo que compartimos.

¡Muchas gracias!

Puedes encontrar más información sobre el proyecto Yo Nunca en Facebook e Instragram.

Sobre el amor y la violencia

En principio, decir que amor y violencia están íntimamente relacionados puede sonar chocante. Debería sonar chocante.

Pero si nos paramos a pensar encontramos multitud de ejemplos que nos invitan a pensar lo contrario.

En el amor no todo vale

«Si tu amiguito Pablo te ha tirado del pelo es porque le gustas».

«Es muy celoso, pero es que está muy enamorado de mí».

«Detenido un hombre por un crimen pasional».

Estas tres frases, que pueden parecer muy distantes entre sí, en realidad forman parte de un mismo entramado en el que la violencia se admite como parte de lo que significa tener una relación, querer a alguien. Cuando situamos un tirón de pelo como una muestra de cariño estamos dando pie a que se normalicen otras formas no aceptables, violentas, de relacionarse con los demás. Se suele quitar importancia a este tipo de gestos; se dicen cosas como «Es cosa de niños». Pero el mensaje que mandamos a las niñas es que hay cosas que son válidas porque se hacen en nombre del amor. Que tiene, incluso, que agradecer la agresión que ha sufrido. Y así, en nombre del amor, se hacen muchas cosas que nada tienen que ver con él.

Violencia machista

El asesinato de mujeres es la cúspide de la pirámide de la violencia machista. No es el lugar para este debate, pero decimos violencia machista porque, aunque se dan tímidos pasos, mientras se siga considerando únicamente la violencia ejercida contra una mujer por su pareja o expareja el término se nos queda pequeño.

016, número de atención a mujeres que sufren maltrato

Decía, pues, que es tan solo la cúspide. Una cima terrible, desoladora, que desata nuestra rabia. Es la cara más visible, la que no puede dejar indiferente. La que sale en los medios. Y, por supuesto, hay que seguir dándole luz, porque una sola muerte ya es intolerable. Cuando otra mujer es asesinada la gente —cada vez más— sale a clamar justicia. Se escribe, con peor o mejor tino (generalmente peor) sobre las mujeres asesinadas año tras año, que han sido en 2017 más que las 49 mujeres y 8 menores que se recogen oficialmente como «víctimas mortales por violencia de género». Se busca que los responsables acaben en la cárcel, si es que no se han suicidado tras cometer el asesinato. Que paguen.

Lo que no se ve

Pero, ¿qué pasa con las que siguen vivas? ¿Con las que denuncian malos tratos, violaciones? ¿Con todas las llamadas al 016?

A grandes rasgos, ante la violencia machista se pueden generar dos respuestas: la prevención y el castigo. El castigo es una forma de decir que eso no está permitido, que la sociedad lo condena. Puede ser disuasorio para otros maltratadores y puede servir para que otras mujeres que sufren malos tratos sepan que la situación que viven no es normal y que no están solas.

Pero mientras sigamos transmitiendo el mensaje de que un niño te tira de la coleta porque le gustas, de que los celos son una muestra de amor o de que controlar el móvil de tu pareja está bien; mientras siga creciendo el machismo entre las personas jóvenes el problema seguirá existiendo, reproduciéndose generación tras generación.

Educación para salvar vidas

Así que lo que necesitamos de verdad —en mi humilde opinión— es educación. Una educación con perspectiva de género de verdad, más allá de las buenas palabras. Una educación que nos transmita valores de respeto, que sitúe a niños y niñas en un mismo plano, que no subordine a las mujeres. Que no enseñe que las personas pueden ser una propiedad, estar sometidas unas a otras. Una educación que genere personas autónomas, libres. Que no enseñe que para estar completa hay que tener pareja e hijos.

Mientras no tengamos todo esto seguiremos metiendo maltratadores en nuestras cárceles y llorando a nuestras muertas, pero las cosas seguirán, en el fondo, igual.





Un hombre asesinado por violencia machista, y algunas tías

Acabó la marcha, que no la lucha, del #7NFeminista. Volvemos al mundo real, explota nuestra burbuja de baño sororo y empieza el telediario.

6 víctimas más, justo tras nuestra manifestación masivísima. Una de estas víctimas escapa a la normalidad, pues no es ni una mujer ni prole del maltratador, es un hombre. Y eso os importa demasiado.

Aunque por dentro ya habréis disparado, y aunque dé pura vergüenza tener que explicitarlo: no, no me da igual que ese hombre haya sido asesinado.

¿Podemos seguir? Gracias.

Cuando supe que iban ya 4 asesinadas publiqué un tuit:

Y al poco, cuando supe del asesinato del hombre, este otro:

La diferencia de difusión os parecerá chunga, espero, y lo más divertido es que ahí ya había lazado el mensaje de lady aguafiestingtong sobre lo alarmante del pasotismo ante el tuit de las mujeres vs. el del tipo. El poner orejillas colorás no tiene suficiente efecto, está claro.

Un hombre asesinado por violencia machista, y algunas tías

Vimos en la manifestación esas pancartas blandurrias de «No a todo tipo de violencia» y similares, las criticamos fuertecito en las redes sociales, y luego hicimos difusión a este pobre hombre con la indignación que nos falta por las 5, 44, 82, 90

A mí se me olvidó esa falta de indignación, está claro, o ese tuit no existiría, habría enterrado digitalmente a ese tipo en una cuneta anónima con tal de que las protagonistas sean de una vez las infinitas mujeres asesinadas por violencia de género. Porque feminazi, porque hembrista, porque todas esas cosas, pero sobre todo porque ellos siempre caen de pie.

Nunca les faltará en sus desgracias cobertura pública decente, un titular que no de ganas de vomitar, una entradilla sin excusas ni culpas a la víctima.

Feministas compartieron ese tuit sobre el hombre y no el de las mujeres, y es que no somos perfectas, no somos impecables, ni siquiera aquí.

Salimos a la calle por nuestras hermanas asesinadas pero el telediario no nos hace mella, el impulso inmediato no duele como debe, solo nos queda la reflexión.

Aclaración sobre términos:

Este hombre es víctima de violencia machista porque el asesino le identificaba como pareja de «su propiedad». No es víctima de violencia de género. La violencia de género se refiere solo a la infrigida a mujeres, y ni siquiera se cumple esta clasificación institucionalmente, pues quedan excluidas prostitutas y otras mujeres que no sean explícitamente parejas o exparejas del asesino.





Las violencias machistas (en plural)

El próximo día 7 está convocada en Madrid la Marcha Estatal contra las Violencias Machistas. Las violencias, en plural. Hay a quien le sorprende este plural. Los autores de este blog, incluso, llegamos a debatir, después de uno de los últimos feminicidios, qué sentido tiene seguir señalando los micromachismos cuando hay macromachismos, hay asesinatos, hay jueces que exculpan acosadores, que niegan órdenes de alejamiento; hay periódicos que siguen hablando de las mujeres que se caen por las ventanas incluso después de que se detenga a su pareja por sospecha de asesinato.

CartelMarcha2

No se caen: las tiran. Como a Ana Mendieta. ¿Quién coño es Ana Mendieta? Quizá que no sepamos quién es y por qué se la reivindica hace que nos duela menos su muerte. Quizá que las mujeres se mueran en vez de que las asesinen hace que nos dé mucho menos miedo ser mujeres. Y tendríamos que tener mucho miedo de ser mujeres; porque cuando un experimento demuestra lo predispuestos que están los hombres a violarnos cuando bebemos, el vídeo que se hace viral se titula «los peligros del alcohol».

No, veréis: el alcohol no viola. Los violadores violan. Creo que fue a Charo López a la quien escuché decir que no importa lo acabada que se sienta una mujer o lo alcóholica que sea; no se derrumba a dormir la mona en un parque cualquiera, en un portal cualquiera. Recuerdo a una mujer que este verano vagaba, sin hogar, alrededor de la casa de una amiga. Recuerdo que siempre aseguraba que estaba allí porque ella quería, que era temporal, que no necesitaba ayuda, que gracias, ya había comido. No podemos mostrarnos vulnerables porque nada resulta más atractivo que la vulnerabilidad, parece ser.

Nos quieren vulnerables, y qué mejor forma de hacer a alguien vulnerable que debilitándole. Por ejemplo, privándole de comer. Y así, el canon de belleza empieza a plantear estándares que son cualquier cosa menos estándar, porque hay muy poquitas mujeres que puedan estar flaquísimas sin estar débiles. Pero, por si acaso, porque aún así son muchas las mujeres delgadas que siguen siendo de constitución fuerte, la faena se remata reforzando lo poco femenino que es el ejercicio, la musculatura. Por si acaso. Y así las mujeres dejamos de hacer deporte al llegar a la adolescencia, y así nos privan, poco a poco, de la capacidad física de autodefensa.

Y qué decir de la autodefensa mental; cómo vamos a poner límites a las personas si desde pequeñas nos enseñan a no tenerlos, si, como decía Malena Pichot, jugamos a servir el té y a cuidar muñecos, siempre para los otros, nunca para nosotras. Si nos enseñan que tenemos que ser agradables y corteses, si ser firme es un rasgo positivo en un hombre y una descortesía en una mujer. Nosotras a cuidar, a sonreír, a alimentar, a servir. Y, por supuesto, es importante que pensemos que todo eso no es importante. Que lo importante no es cultivar, sino cazar; la intimidad, sino la esfera pública; la educación, sino la guerra, la familia, sino el empleo remunerado.

Nos han hecho pequeñitas, vulnerables, solícitas y humildes. Cómo, entonces, nos vamos a quejar cuando nuestra pareja nos dice que no valemos para nada, que no nos preocupamos por lo que van a decir de él si nos portamos mal, que a lo mejor se enfada con nosotras y entonces qué, que va a ir a buscar fuera lo que no se le dé en casa.

 

 

Nos están matando. En un goteo de sangre que cada vez es más una riada y que aun así a nadie le parece suficiente como para ponerse a construir presas.

Pero además nos están amenazando, nos están gritando, nos están controlando, nos están humillando. Nos están sometiendo cuando no nos dejan hablar en el trabajo, cuando nuestro compañero cobra más que nosotras por hacer el mismo trabajo y apropiarse de nuestras ideas porque cuando hablamos tampoco nos oyen. Nos están controlando cuando aseguran que lo que llevamos puesto, lo que hemos bebido, por dónde caminamos son motivo para que nos agredan. Nos están sometiendo cuando no aceptan que no queramos follar, besar, sonreír o hablar; con desconocidos o con conocidos. Nos están matando cuando los periódicos fingen que no hay asesinatos, cuando los jueces fingen que no hay amenazas, cuando los vecinos fingen que no oyen ruidos, cuando nuestras personas queridas fingen que no nos ven llorar. Nos están gritando también cuando no nos dejan gritar a nosotras. Nos están humillando cuando dicen que no quiere decir sí.
Nos violan todos los días y nos están matando poquito a poco.

Y habrá mil guerras que luchar y mil discusiones que tener y mil matizaciones que ir negociando; pero para poder hacer todo eso es muy importante que sigamos vivas. Por fuera y por dentro.

Por todo esto, seguiremos denunciando el amor cuando nos debilita; y otras muchas violencias relacionadas y que hemos seleccionado en los tuits que encontraréis más abajo.

Y, por supuesto, por todo esto el sábado que viene nos vemos en Madrid: #YoVoy7N

Recorrido






Los asesinatos «normales»

Hace unos días, un avión se estrelló contra los Alpes, aparentemente a voluntad del copiloto, dejando 150 muertos. Los periódicos parecen haber convertido en un tema personal demostrar que volar es seguro, incluso si para ello tienen que estigmatizar a quienes viven con depresión. Como si las 3.000 personas que anualmente se suicidan en nuestro país tuvieran la costumbre de hacerlo llevándose a más de un centenar por delante. De hablar de la relación entre desempleo, precariedad, desahucios y suicidios pues que se encarguen los sociólogos, que eso no le interesa a nadie. De buscar a especialistas en salud mental que analicen el caso con un poco de perspectiva, los medios pequeños, y una semana después. ¡Tranquilos! No tenemos prisa.

Esta semana, la Policía Nacional ha emprendido una encomiable acción que por fin ha acabado con esa fuente de terror que nos preocupaba a todos: los anarquistas. ¿No estaban aterrorizados, ustedes, ante el enorme crecimiento de los grupos organizados radicales y anarquistas? Yo debo de ser una inconsciente, porque vivo enfrente de uno de los CSOAS desalojados el martes y, sinceramente, me parecían majísimos.

En cambio, ¿saben qué me tiene realmente aterrorizada? Loca de mí, feminazi, paranoica y odiahombres, a mí lo que me aterra es vivir en un sistema en que cinco mujeres son víctimas de sus parejas en un solo día y no nos parece noticia.

Imagen via Twitter

Un tipo se suicida estrellando el avión que pilota y copa todas las portadas durante una semana. ¿Saben quiénes son muy de suicidarse después de acabar con los demás? Los feminicidas. Pero de eso no se habla. «El 13% de las españolas tiene miedo de sus parejas masculinas. Dos millones y medio de mujeres en España han sufrido golpes o violaciones a lo largo de su vida según los últimos datos del Gobierno español«. Esto lo tengo que leer, claro, en un blog feminista.

Sinceramente: eso es terrorismo, y no lo de los anarquistas.

Es terrorismo porque no se trata de un caso aislado. No se trata de cinco casos aislados en 24 horas (7 si contamos los frustrados), o de todos estos casos en 2014. Hay una forma enferma de pensar que acaba casi con tantas mujeres al año como las que llenarían un avión, sólo en España.

Por favor, ¿podría alguien encontrar un estudio que asegure que los anarquistas han causado miedo al 15% de las mujeres en España, o eso sólo pasa con sus parejas? ¿Puede alguien localizarme una página del ministerio del Interior que indique al 50% de la población cómo defenderse del otro 50% por si es anarquista?

Es terrorismo porque lo que funciona para dominar a las mujeres no es la violencia física: basta con el propio miedoMuchas mujeres víctimas de violencia de género se ponen como tope el ser golpeadas: necesitan esa comprobación de que lo que viven es realmente un maltrato, que no están locas. ¿Cómo es posible que lleguemos a esta situación?

Me tiene cansada tu Doble Discurso

Es terrorismo porque lo que creemos que es amor es violencia. Es terrorismo porque en un enorme número de relaciones las mujeres tienen que pagar el impuesto revolucionario de tener sexo sin desearlo para no hacer enfadar a su pareja.

Hay más de 100 muertas al año sólo en España por lo mismo por lo que existe este blog: porque llamamos amor a cosas que no lo son. Y eso hace que nos parezcan románticas, tiernas, normales, cosas que son inaceptables. Y ante este panorama, no puedo hacer sino sumarme al grito de Faktoría Lila: no me pidáis que esté tranquila





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