Las violencias machistas (en plural)
El próximo día 7 está convocada en Madrid la Marcha Estatal contra las Violencias Machistas. Las violencias, en plural. Hay a quien le sorprende este plural. Los autores de este blog, incluso, llegamos a debatir, después de uno de los últimos feminicidios, qué sentido tiene seguir señalando los micromachismos cuando hay macromachismos, hay asesinatos, hay jueces que exculpan acosadores, que niegan órdenes de alejamiento; hay periódicos que siguen hablando de las mujeres que se caen por las ventanas incluso después de que se detenga a su pareja por sospecha de asesinato.
No se caen: las tiran. Como a Ana Mendieta. ¿Quién coño es Ana Mendieta? Quizá que no sepamos quién es y por qué se la reivindica hace que nos duela menos su muerte. Quizá que las mujeres se mueran en vez de que las asesinen hace que nos dé mucho menos miedo ser mujeres. Y tendríamos que tener mucho miedo de ser mujeres; porque cuando un experimento demuestra lo predispuestos que están los hombres a violarnos cuando bebemos, el vídeo que se hace viral se titula «los peligros del alcohol».
No, veréis: el alcohol no viola. Los violadores violan. Creo que fue a Charo López a la quien escuché decir que no importa lo acabada que se sienta una mujer o lo alcóholica que sea; no se derrumba a dormir la mona en un parque cualquiera, en un portal cualquiera. Recuerdo a una mujer que este verano vagaba, sin hogar, alrededor de la casa de una amiga. Recuerdo que siempre aseguraba que estaba allí porque ella quería, que era temporal, que no necesitaba ayuda, que gracias, ya había comido. No podemos mostrarnos vulnerables porque nada resulta más atractivo que la vulnerabilidad, parece ser.
Nos quieren vulnerables, y qué mejor forma de hacer a alguien vulnerable que debilitándole. Por ejemplo, privándole de comer. Y así, el canon de belleza empieza a plantear estándares que son cualquier cosa menos estándar, porque hay muy poquitas mujeres que puedan estar flaquísimas sin estar débiles. Pero, por si acaso, porque aún así son muchas las mujeres delgadas que siguen siendo de constitución fuerte, la faena se remata reforzando lo poco femenino que es el ejercicio, la musculatura. Por si acaso. Y así las mujeres dejamos de hacer deporte al llegar a la adolescencia, y así nos privan, poco a poco, de la capacidad física de autodefensa.
Y qué decir de la autodefensa mental; cómo vamos a poner límites a las personas si desde pequeñas nos enseñan a no tenerlos, si, como decía Malena Pichot, jugamos a servir el té y a cuidar muñecos, siempre para los otros, nunca para nosotras. Si nos enseñan que tenemos que ser agradables y corteses, si ser firme es un rasgo positivo en un hombre y una descortesía en una mujer. Nosotras a cuidar, a sonreír, a alimentar, a servir. Y, por supuesto, es importante que pensemos que todo eso no es importante. Que lo importante no es cultivar, sino cazar; la intimidad, sino la esfera pública; la educación, sino la guerra, la familia, sino el empleo remunerado.
Nos han hecho pequeñitas, vulnerables, solícitas y humildes. Cómo, entonces, nos vamos a quejar cuando nuestra pareja nos dice que no valemos para nada, que no nos preocupamos por lo que van a decir de él si nos portamos mal, que a lo mejor se enfada con nosotras y entonces qué, que va a ir a buscar fuera lo que no se le dé en casa.
Nos están matando. En un goteo de sangre que cada vez es más una riada y que aun así a nadie le parece suficiente como para ponerse a construir presas.
Pero además nos están amenazando, nos están gritando, nos están controlando, nos están humillando. Nos están sometiendo cuando no nos dejan hablar en el trabajo, cuando nuestro compañero cobra más que nosotras por hacer el mismo trabajo y apropiarse de nuestras ideas porque cuando hablamos tampoco nos oyen. Nos están controlando cuando aseguran que lo que llevamos puesto, lo que hemos bebido, por dónde caminamos son motivo para que nos agredan. Nos están sometiendo cuando no aceptan que no queramos follar, besar, sonreír o hablar; con desconocidos o con conocidos. Nos están matando cuando los periódicos fingen que no hay asesinatos, cuando los jueces fingen que no hay amenazas, cuando los vecinos fingen que no oyen ruidos, cuando nuestras personas queridas fingen que no nos ven llorar. Nos están gritando también cuando no nos dejan gritar a nosotras. Nos están humillando cuando dicen que no quiere decir sí.
Nos violan todos los días y nos están matando poquito a poco.
Y habrá mil guerras que luchar y mil discusiones que tener y mil matizaciones que ir negociando; pero para poder hacer todo eso es muy importante que sigamos vivas. Por fuera y por dentro.
Por todo esto, seguiremos denunciando el amor cuando nos debilita; y otras muchas violencias relacionadas y que hemos seleccionado en los tuits que encontraréis más abajo.
Y, por supuesto, por todo esto el sábado que viene nos vemos en Madrid: #YoVoy7N