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Crónica del 8M de 2017

Ayer, día 8 de marzo (8M), se conmemoraba el día de las mujeres en honor a aquellas que, en 1857 y en 1908, lucharon por la reducción de jornada, la igualdad salarial o un tiempo para dar de mamar a los hijos, es decir, por los derechos de todas nosotras.

Como tantas otras mujeres alrededor del mundo, paré de trabajar durante media hora para tratar de visibilizar que, aunque tenemos pensiones más bajasaunque cobramos menos, porque los trabajos a los que nos dedicamos están peor valorados y porque, en un mundo en el que se está poniendo de moda la negociación salarial individual, a nosotras no nos han enseñado a hacernos valer; aunque el trabajo doméstico, que seguimos realizando de manera abrumadoramente mayoritaria, no recibe ningún tipo de reconocimiento; a pesar de todo esto y mucho más, nuestro trabajo mueve el mundo. 

Un hombre y una mujer sujetan los billetes que representan sus desiguales sueldos

Brecha salarial por Feminista ilustrada

Ayer, también, muchas dejamos de cuidar. Dejamos de recoger la casa, hacer la comida, cuidar a los niños, a los mayores, a las parejas. Porque todo ese trabajo que hacemos —que es, por supuesto, un trabajo, aunque no se reconozca como empleo— no se nos reconoce, no se nos valora y no se ve… hasta que dejamos de hacerlo. Hasta que te encuentras un día con que no tienes calzoncillos limpios, hasta que no tienes nada que comer, hasta que te llaman del colegio porque nadie ha ido a recoger a tu hijo.

Pero gestionar un hogar no es solo realizar tareas (menos aún si te han tenido que decir qué hacer previamente), también es planificarlas, prever… un trabajo no siempre agradecido y muy cansado, porque lleva muchísimo tiempo (tienes que estar pendiente de la casa para ver qué cosas hay que hacer, qué falta por comprar…). La ejecución, al final, es casi lo de menos.

Así que, hombre que estás leyendo esto, si el reparto de las tareas en tu hogar no está equilibrado (venga, haz un esfuerzo y piensa no ya qué tareas haces habitualmente, sino si sabes siquiera dónde se guardan las sábanas o cómo se pone una lavadora), sé tú quien toma la iniciativa, no esperes a que tu madre o tu compañera (o tu hija, incluso) venga a decírtelo, porque eso también es agotador: no disfrutamos llamándoos la atención o dándoos órdenes, creedme. Y no penséis en el reparto de tareas como un «yo te ayudo», porque se trata de co-responsabilidad, no de asistencia. Aquí podéis encontrar algunos consejos.

Cartel del 8M de 2017 en Madrid

Cartel del 8M de 2017 en Madrid

Ayer, también, muchas fuimos a la manifestación de nuestra ciudad. La asistencia fue masiva, y empezaré felicitándonos por ello, porque hay que celebrar la capacidad de organizar una manifestación multitudinaria en los tiempos que corren. Pero también tengo —cómo no— cosas malas que decir, porque ayer era 8 de marzo, día de las mujeres, y una vez más quisisteis ser protagonistas. Ayer, en la manifestación, oí gracietas relacionadas con violaciones; oí cuestionamientos sobre la existencia de bloques no-mixtos; vi a un hombre que «se había metido en la manifestación sin querer» (cuando estábamos paradas en Cibeles, donde se agolpaban miles de personas) y preguntaba cómo salir de allí. Pueden parecer cosas anecdóticas, pero eso ocurrió en 10 minutos, en apenas 10 metros (sí, recorrimos 10 minutos en 10 metros, estaba la cosa complicada, qué os voy a decir). Y cansa que no seáis capaces de respetarnos ni un solo día.

Pancarta de la manifestación del 8M de 2017 en Madrid

Pancarta de la manifestación del 8M de 2017 en Madrid

Así que, para mí, ayer fue un día de lucha, como son (o deberían ser) todos en mayor o menor medida, y no un día de celebración.

Quiero terminar dando las gracias a las valientes mujeres de Ve-la luz que, tras casi un mes de huelga de hambre, han conseguido su objetivo: que los 25 puntos que reivindicaban salgan adelante (aunque está por ver a qué puerto llegan). Pero también recordando a las 23 mujeres que, según feminicidio.net, han sido asesinadas desde principios de año y ya no están con nosotras y diciendo que YA BASTA de matarnos.

Otras muertas

Ya lo dije por aquí hace tiempo: hay asesinatos de primera (los magnicidios), los de segunda (los espectaculares) y los silenciosos, los normales, los de cada día.

A finales de los 90, José María Cano se marcaba esta canción sobre el terrorismo que ya se nos está olvidando. O no, claro, pero hay terrorismos, y terrorismos, se conoce.

Otro muerto, otro muerto
Qué más da
Si está muerto, que lo entierren y ya está
Otro muerto, pero no es sin ton ni son
De momento se acabó la discusión

Yo no sé, ni quiero
De las razones
Que dan derecho a matar
Pero deben serlo
Porque el que muere
No vive más, no vive más

Otro muerto, pero qué bonitos son
Calladitos, sin querer llevar razón
Otro muerto, pero tiene su porqué
Algo ha hecho y si no pregúntale

Yo no sé, ni quiero
De las razones que dan derecho a matar
Pero deben serlo
Porque el que muere
No vive más, no vive más

Yo no sé, ni quiero
De las razones
Que dan derecho a matar
Deben ser la hostia
Porque el que muere
No vive más, no vive más.

Cuando las muertas son ellas, hablamos de la desesperación de un ex marido, de los derechos adquiridos de los que los machos se van viendo despojados conforme se avanza en la igualdad de género efectiva. De las denuncias falsas, de que los padres tienen derecho a visitar a sus hijos (cuando justo hablamos de asesinos que los están matando en castigo a sus ex parejas).

 

Mitos sobre violencia de género

Imagen via @DoctoraGlas

Era muy difícil hablar de las raíces del conflicto vasco igual que es muy difícil hablar de las raíces del islamismo radical, y, sobre todo, es muy difícil hacerlo desde fuera.

Así que, por favor, dejadnos en paz mientras lloramos a las muertas y temblamos por todo el miedo que nosotras pasamos por ser mujeres.

 

Los asesinatos «normales»

Hace unos días, un avión se estrelló contra los Alpes, aparentemente a voluntad del copiloto, dejando 150 muertos. Los periódicos parecen haber convertido en un tema personal demostrar que volar es seguro, incluso si para ello tienen que estigmatizar a quienes viven con depresión. Como si las 3.000 personas que anualmente se suicidan en nuestro país tuvieran la costumbre de hacerlo llevándose a más de un centenar por delante. De hablar de la relación entre desempleo, precariedad, desahucios y suicidios pues que se encarguen los sociólogos, que eso no le interesa a nadie. De buscar a especialistas en salud mental que analicen el caso con un poco de perspectiva, los medios pequeños, y una semana después. ¡Tranquilos! No tenemos prisa.

Esta semana, la Policía Nacional ha emprendido una encomiable acción que por fin ha acabado con esa fuente de terror que nos preocupaba a todos: los anarquistas. ¿No estaban aterrorizados, ustedes, ante el enorme crecimiento de los grupos organizados radicales y anarquistas? Yo debo de ser una inconsciente, porque vivo enfrente de uno de los CSOAS desalojados el martes y, sinceramente, me parecían majísimos.

En cambio, ¿saben qué me tiene realmente aterrorizada? Loca de mí, feminazi, paranoica y odiahombres, a mí lo que me aterra es vivir en un sistema en que cinco mujeres son víctimas de sus parejas en un solo día y no nos parece noticia.

Imagen via Twitter

Un tipo se suicida estrellando el avión que pilota y copa todas las portadas durante una semana. ¿Saben quiénes son muy de suicidarse después de acabar con los demás? Los feminicidas. Pero de eso no se habla. «El 13% de las españolas tiene miedo de sus parejas masculinas. Dos millones y medio de mujeres en España han sufrido golpes o violaciones a lo largo de su vida según los últimos datos del Gobierno español«. Esto lo tengo que leer, claro, en un blog feminista.

Sinceramente: eso es terrorismo, y no lo de los anarquistas.

Es terrorismo porque no se trata de un caso aislado. No se trata de cinco casos aislados en 24 horas (7 si contamos los frustrados), o de todos estos casos en 2014. Hay una forma enferma de pensar que acaba casi con tantas mujeres al año como las que llenarían un avión, sólo en España.

Por favor, ¿podría alguien encontrar un estudio que asegure que los anarquistas han causado miedo al 15% de las mujeres en España, o eso sólo pasa con sus parejas? ¿Puede alguien localizarme una página del ministerio del Interior que indique al 50% de la población cómo defenderse del otro 50% por si es anarquista?

Es terrorismo porque lo que funciona para dominar a las mujeres no es la violencia física: basta con el propio miedoMuchas mujeres víctimas de violencia de género se ponen como tope el ser golpeadas: necesitan esa comprobación de que lo que viven es realmente un maltrato, que no están locas. ¿Cómo es posible que lleguemos a esta situación?

Me tiene cansada tu Doble Discurso

Es terrorismo porque lo que creemos que es amor es violencia. Es terrorismo porque en un enorme número de relaciones las mujeres tienen que pagar el impuesto revolucionario de tener sexo sin desearlo para no hacer enfadar a su pareja.

Hay más de 100 muertas al año sólo en España por lo mismo por lo que existe este blog: porque llamamos amor a cosas que no lo son. Y eso hace que nos parezcan románticas, tiernas, normales, cosas que son inaceptables. Y ante este panorama, no puedo hacer sino sumarme al grito de Faktoría Lila: no me pidáis que esté tranquila

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