Otras muertas
Ya lo dije por aquí hace tiempo: hay asesinatos de primera (los magnicidios), los de segunda (los espectaculares) y los silenciosos, los normales, los de cada día.
A finales de los 90, José María Cano se marcaba esta canción sobre el terrorismo que ya se nos está olvidando. O no, claro, pero hay terrorismos, y terrorismos, se conoce.
Otro muerto, otro muerto
Qué más da
Si está muerto, que lo entierren y ya está
Otro muerto, pero no es sin ton ni son
De momento se acabó la discusión
Yo no sé, ni quiero
De las razones
Que dan derecho a matar
Pero deben serlo
Porque el que muere
No vive más, no vive más
Otro muerto, pero qué bonitos son
Calladitos, sin querer llevar razón
Otro muerto, pero tiene su porqué
Algo ha hecho y si no pregúntale
Yo no sé, ni quiero
De las razones que dan derecho a matar
Pero deben serlo
Porque el que muere
No vive más, no vive más
Yo no sé, ni quiero
De las razones
Que dan derecho a matar
Deben ser la hostia
Porque el que muere
No vive más, no vive más.
Cuando las muertas son ellas, hablamos de la desesperación de un ex marido, de los derechos adquiridos de los que los machos se van viendo despojados conforme se avanza en la igualdad de género efectiva. De las denuncias falsas, de que los padres tienen derecho a visitar a sus hijos (cuando justo hablamos de asesinos que los están matando en castigo a sus ex parejas).
Era muy difícil hablar de las raíces del conflicto vasco igual que es muy difícil hablar de las raíces del islamismo radical, y, sobre todo, es muy difícil hacerlo desde fuera.
Así que, por favor, dejadnos en paz mientras lloramos a las muertas y temblamos por todo el miedo que nosotras pasamos por ser mujeres.
Algún día alguien se atreverá a buscar el origen de desesperación y locura de mucho asesino en la ley de género que los despoja de derechos.
— Hermann Tertsch (@hermanntertsch) agosto 6, 2015