El lado donde todo es rosado
Por Verónica Gallego Mengod, finalista* del I Concurso literario «Parece amor, pero no lo es».

Fabiana querida:
Quiero pedirte perdón. Pedirte perdón e intentar explicarme.
Nacimos en el país de las mujeres bellas, el país de las misses. Donde la apariencia lo era todo. La mitad de mis colegas, mis primas, mis vecinas, la mayoría se habían hecho las tetas. Tú me preguntarás: «¿Qué es hacerse las tetas, mami?». Y yo te diré: «Pues ir a un médico para que te cobre por dormirte (y que así no sientas nada) y, con un cuchillo muy afilado, abra un hueco en cada teta y meta allí unas bolsitas llenas de un líquido. Y así las tetas son más grandes y vencen la ley de la gravedad».
Llevo toda una vida viendo tetas como toronjas (¿Cómo las llamas tú? ¿Pomelos?), mujeres de 60 sin patas de gallo al sonreír, chicas de 20 sin expresión emocional en rostros llenos de Botox. Vengo del mundo de la imagen y siempre he intentado respetar las elecciones de cada quien: “Sororidad”, me digo, cuando siento que voy a criticar lo que yo considero una conducta banal, pero tengo que confesarte que me cuesta mucho.
Me cuesta mucho todo. Me costaba no preocuparme por las estudiantes que llegaban tarde a clase, pero se habían despertado a las 5 a. m. para plancharse el cabello y ponerse dos kilos de maquillaje. Me costaba mucho no llorar a los niños cuya madre había muerto durante una cirugía estética electiva. Me costaba no decir que la baja autoestima hacía a algunos hombres creer que iban a levantar más por tener la camioneta de última moda; y, cuando la compraban, efectivamente levantaban más chicas.
Me hiere la tiranía de la imagen. Ahora, en España, no soporto cuando un funcionario oye mi acento por teléfono y no sólo me pregunta si soy venezolana, sino también si soy guapa. ¿Qué llama guapa? ¿Por qué es relevante que yo sea o no guapa, si lo estoy llamando por trabajo?
Te quiero decir un secreto: creo que vivimos en sociedades donde nos ponen difícil eso de amarnos a nosotrxs mismxs tal y como somos.
Te quiero decir un secreto: creo que vivimos en sociedades donde nos ponen difícil eso de amarnos a nosotrxs mismxs tal y como somos. Clic para tuitear
Me cuesta mucho todo. Me cuesta también dejar de ver la apariencia de las personas que me rodean, o elegir criticar menos la propia. Me cuesta tener los labios sin pintar, lo sabes, te da risa cuando saco el pintalabios después de comer. Y me ha costado respetarte, hija hermosa, aunque no puedo decir que no lo he intentado.
Y te pido perdón, porque tardé mucho en decirte lo que ayer te dije; en escuchar lo que me tenías que decir.
Hija querida, gracias por decírmelo: “Mami, a mí me gusta ser niña, y no es que no quiera comprar ropa, pero es que no me gusta este lado donde todo es rosado”. “Mami, es que para ver la ropa que me gusta tengo que disimular como si fuera para mis primos, y así la gente no me mira mal”.
Tardé mucho en decírtelo, y por eso me disculpo, pero ayer por fin te lo dije: “A la mierda la gente, vamos a comprar la ropa que tú quieras, y si te miran, que te miren”.
Es verdad que ya lo habíamos ido haciendo, que desde pequeñita jugabas con el Beyblade y los cochecitos Hot Wheels. Que el rosado fue desapareciendo de tu guardarropa, que siempre has podido elegir. Que cuando me llamaron del cole horrorizados porque eras la única niña que quería jugar al fútbol, les respondí que eso te iba a hacer la mejor jugadora del cole. Es verdad todo eso. Pero también es verdad que pude haber mandado a todos a la mierda mucho antes, y no lo había hecho.
Así que, mi fabulosa Fabi, hoy grito, por ti, por mí, por todxs: “¡Eres niña, eres hermosa, puedes vestirte y jugar como quieras! ¿Y las misses…? Las misses también pueden vestirse y jugar como ellas quieran”.
Tu mami que te ama y te agradece todas tus enseñanzas.
Sobre Verónica Gallego Mengod:
Nacida en Caracas (Venezuela), se ha dedicado a la literatura, la formación y al fomento de la lecto-escritura desde joven. Es Licenciada en Psicología (Magna Cum Laude), Licenciada en Letras y Magister en Estudios Literarios, titulaciones obtenidas en la Universidad Central de Venezuela. Ha escrito cuentos, novelas, poemas, monólogos, obras de teatro; sin embargo, nunca ha publicado. En el año 2016 se muda con toda su familia a Madrid. Este proceso migratorio ha tenido varios efectos en su vida, entre ellos, que Verónica haya decidido dedicarse definitivamente a la escritura y a la publicación de sus textos.
*Nota: este texto se enmarca en el I Concurso Literario «Parece amor, pero no lo es». Ha sido seleccionado como finalista por parte del jurado porque creemos que puede ser interesante para un debate en torno a la construcción de relaciones amorosas más sanas. No coincide necesariamente con la opinión de las personas que integran el jurado o la coordinación de Parece amor, pero no lo es. Si tienes algún comentario, no dudes en dejarlo debajo de este artículo. ¡Todo debate respetuoso es más que bienvenido!