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Queridas reinas magas

El año pasado, las cabalgatas del día de Reyes estuvieron salpicadas de polémica: algunos distritos de Madrid decidieron que las mujeres tendrían un papel protagonista como reinas magas y en Valencia directamente recuperaron la cabalgata republicana.

Reinas Magas en Valencia (2016)

Reinas Magas en la cabalgata de Valencia en 2016 vía El Diario

Más allá de la anécdota, no cabe duda de que el peso de las compras y cenas navideñas sigue recayendo en las mujeres, así que no es tan descabellado hablar de reinas magas. No hay por qué regalar algo material ni algo caro, a pesar de que la publicidad nos bombardee con imágenes machistas de perfumes caros. Muchas veces, una manualidad o un regalo pequeño que encaje con los gustos de la persona a la que regalamos son mejores que un regalo caro e impersonal. Si te decides por comprar algo, aquí tienes algunas ideas de regalos amorosos para facilitar la tarea. ¡Espero que os inspiren!

Literatura:

Experiencias:

Cine, televisión y (video)juegos:

Fragmento del videojuego Alice: madness returns

Fragmento del videojuego Alice: Madness Returns vía EA Games

¡Y recuerda! Las niñas pueden jugar con camiones y los niños con cocinitas.

Y tú, ¿qué vas a regalar estas fiestas? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

[Nota: este post ha sido actualizado en diciembre de 2017]

Cenicienta, come mierda que llegarás lejos

Cenicienta poster película Kenneth Branagh

A raíz de la estupenda reflexión que Eva González escribió en este blog hace unos días, me he animado a daros mi opinión sobre Cenicienta y Disney, porqué no. Desde luego, con Frozen, como decía mi compañera, a Disney se le ha escapado una princesa nada romántica y me atrevo a decir incluso que se les ha ido de las manos. Quién sabe si para compensar el fenómeno Elsa no decidieron hacer un remake con actores reales de una de sus películas de animación clásicas, la Cenicienta.

Si todavía no la habéis visto, no os esperéis nada nuevo. Todo es exactamente igual que en el film de animación de 1950. ¡Fabuloso, pensaréis los amantes de los clásicos de Disney! Pues sí, pero hay un tufillo rancio en esta película que huele a sexismo desde lejos.

Como os decía, ahí los tenéis a todos: a Lucifer, el gato malvado; los ratoncillos, incluido Gus; Anastasia y Griselda y el hada madrina. Como en el cuento clásico, la madre de Ella (Cinder– ceniza en inglés+ Ella, el juego de palabras que da origen al nombre de la protagonista) fallece y la bella joven se queda sola con un padre ausente. Si trasladamos este cuento al mundo real, seguramente los servicios sociales se habrían hecho cargo de la niña porque el padre está menos en casa que lo que la mayoría vamos al gimnasio. Pero yendo al grano, la escena que marca la sumisión y el aroma a machismo de la película es cuando, antes de morir, la madre hace prometer a Cenicienta que siempre será generosa y valiente.

Cenicienta y su padre

Hija mía, te quiero tanto que me voy a casar con una hija de puta que te haga la vida imposible

Parece que Disney entiende que «generosa y valiente» es el equivalente a sumisa y obediente. Como una buena jovencita debe ser. Nada de rechistar. ¿Que te quitan la habitación y te trasladan al ático en tu propia casa? Carita feliz. ¿Que eres la chacha en una casa llena de criados? Carita feliz. ¿Que tu padre se muere y te convierten en una esclava? Carita feliz. ¡Nada de rebelarse, que eso no es ser generosa ni valiente! A limpiar, barrer, fregar y cocinar mientras vas soltando gorgoritos.

En un acto de rebeldía sin límites, la pobre Cenicienta se escapa con su caballo por el bosque. Pero como tragar mierda tiene su recompensa (¡gran mensaje, Disney!) se encuentra casualmente con el príncipe azul, que se enamora perdidamente de ella. Flechazo total. ¿Por qué está buenísima? No, hombre, no. Porque tras una conversación de dos minutos, ha visto la generosidad y valentía de la niña.

Cenicienta sirviendo

¡Qué puta pasada ser una esclava en mi casa!

Tan enamorado se queda, que se marcha en cuanto sus compañeros de cacería se lo dicen. Tan maravilloso es el príncipe que no le explica a la muchacha que es un príncipe. Como el padre quiere casarle porque le quedan dos telediarios y el reino necesita un heredero, el príncipe se lía la manta a la cabeza e invita a todas las doncellas del reino al baile donde debe elegir esposa. ¡Qué dispendio, hoygan! Si yo fuera un plebeyo y escuchara al pregonero decir que al baile real pueden asistir también las doncellas, ¡ojo! ¡Solo las doncellas plebeyas!, o me lío a tomatazos porque yo también quiero asistir aunque tenga rabo o escondo a mis hijas no sea que el heredero sea una especie de degenerado. Pero no, arcoiris y piruletas.

Cenicienta conoce al príncipe en el bosque

No me gustas porque estés buenísima, es que he visto más allá. En una conversación de 2 minutos, claro que sí.

El resto os lo podéis imaginar: las hermanastras me rompen el vestido, me pongo a llorar como una loca, aparece mi hada madrina, me voy al baile hecha un pincel y ¡sorpresa! ¡El maromo del bosque, que me dijo que era un aprendiz, es un príncipe! ¿Me enfado porque me ha mentido? ¡No, hombre, no! Carita feliz. Total, yo también estoy mintiendo. Eso son cimientos de una relación sana y lo demás son tonterías.

La muchacha pierde el zapato y se organiza la gran búsqueda. Las hermanastras y la malvada madrastra, interpretada por Cate Blanchett en estado de gracia, como es habitual (en serio, es de lo poco que vale la pena de la película) intentan que no se pruebe el zapato de todas las maneras posibles pero no, triunfa el amor verdadero y comen perdices.

La madrastra y Cenicienta

¡Qué puta pasada estar todo el día limpiando, barriendo, recogiendo, cocinando…!

¿Amor verdadero? Lo que da de sí una conversación de dos minutos a caballo y una cita en un palacio, ¡Qué cosas! Lo más grandioso del final de la película es ella, Cenicienta, saliendo de la casa del brazo del príncipe y diciendo «te perdono» a su terrible madrastra. Porque ser sumisa, calladita y obediente tiene premio, señoras. Porque callarse y hacer siempre lo que te dicen te da opciones a casarte con un chulazo que está forrado. Pues eso, se entiende el mensaje, ¿no? Chin pun.

Lo que me da más pena del asunto es que la moraleja rancia y machista de esta película llegará a un montón de niñas que ya han demostrado, como decía mi compañera, que prefieren ser Elsa a ser Ana. No quieren enamorarse y casarse, quieren tirar rayos de hielos por las manos. ¿Y quién no querría ser una maga de hielo? ¡Si es lo más grande! Elsa tiene un 10 en coolness, en su castillo de hielo, viviendo feliz y tranquila. Sin príncipesSin reglas. Siendo ella misma.

Elsa, ¡cómo mejoras en coolness!

Elsa, ¡cómo mejoras en coolness!

Por eso pienso que a Disney le ha salido el tiro por la culata con Frozen porque creo que ni en sus sueños más descabellados habrían pensado que las niñas del siglo XXI prefieren ser superheroínas antes que princesas. ¡Y gracias a Dios que es así! ¡Vivan las Elsas del mundo!

A Disney se le cuela una princesa nada romántica

– «¿Podemos ver OTRA vez Frozen?»

Una de las frases más repetidas en mi casa el último invierno ha sido ésta. Así casi puedo afirmar que soy experta en Frozen. Han hecho de «Suéltalo… Suéltalo» mi banda sonora particular.

Elsa, la nueva superheroína

Sinceramente, la impresión que tengo es que Elsa se les ha colado a Disney. Pero por si acaso crearon a Ana, su hermana, esperando que todas las niñas la adoraran y aprendieran a no enamorarse de extraños.

Póster de Anna y Elsa - Frozen

 

Elsa es la única princesa feliz de conocerse a sí misma. No necesita príncipes azules. Se la nota fuerte y feliz cuando decide ir por su cuenta y alejarse del mundo. En contraposición está su hermana Ana: inocente, enamoradiza, tierna… Toda una princesa. ¿Esperaría Disney que todas las niñas fueran como locas buscando muñecas y disfraces de Ana a la sección de princesas?

 Anna, Kristoff y Olaf en la nieve

Pero no, todas las niñas quieren ser Elsa. Una princesa mezclada con súperheroe, que lanza hielo tanto para crear cosas bonitas como defenderse. Yo veo a las niñas en la calle lanzando rayos invisibles de hielo. Ninguna que quiera ser Ana. Ni una sola con interés en enamorarse ya sea de un príncipe o un repartidor de hielo.

Elsa, mejor con armadura que con vestido

Si a una niña le das a elegir, Elsa les ha dado la posibilidad de elegir tener superpoderes. Eligen hielo antes que tener amor. ¡¡¡Pueden ser superheroínas!!! Pueden competir contra Spidermans, supermanes y otros súperheroes del patio del colegio con súperpoderes de hielo. No tienen que ser sus novias para que les defiendan. Se pueden coger de la mano de otra niña al grito de «esto es amor verdadero» y lanzar hielo a los otros súperheroes de los que están presentes en formas de individuos por debajo de uno con cincuenta metros.

No, no han ido en masa a comprar muñecas y disfraces de Ana. Elsa mola más. Da igual estar sola, que nadie las comprenda o que ningún hombre se atreva siquiera a sacarla a bailar. Lanzar hielo mola más que eso.

Disfraz de Elsa

 

Ahora eso sí, quedo a la espera que no destrocen el personaje de Elsa en la próxima entrega. Que no pongan en marcha la maquinaria patriarcal y conviertan a Elsa en otra cosa. Ninguna niña ha echado de menos que Elsa se enamore ni que la salven. Diosa quiera que la próxima de Frozen no tenga como eje principal que Elsa se enamore. Porque, sinceramente no me acabo de fiar de Disney y de cómo funciona la maquinaria patriarcal.

Ana no les ha funcionado de contrapeso de Elsa. Las niñas quieren ser superpoderosas. Quieren ser protagonistas reales de su propia historia. ¡¡¡Qué más da no ser dulce y tierna si tienes superpoderes!!! Elsa les ha dado la posibilidad de elegirse a ellas mismas.

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