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Justine Frischmann: la «novia de» que vendió un millón de discos

Justine-Frischmann

El primer día de instituto. La primera noche de juerga. Primer concierto, primer beso, primera decepción amorosa. Yo, además, recuerdo perfectamente mi primera vez con el sexismo. Y puesto que la nostalgia es un arma implacable (una que todos usamos constantemente), volvamos por un momento a 1997. Con apenas trece años, mi catálogo musical era exactamente el que puede esperarse de una adolescente con televisión por satélite: Blur, Pulp, Suede, Ash, jod**, incluso Oasis. En semejante oda a lo anglófilo existía un grupo que no era bienvenido. Un grupo también inglés, también deudor de las subculturas británicas de las décadas anteriores. El problema de Elastica no era su música, ni siquiera su estilo. El problema de Elastica era ELLA. Poco importaba que 2:1 me pareciera un temazo: Justine (Frischmann) era la novia de Damon (Albarn) y, a todas luces, mi mayor enemiga.

Han pasado casi dos décadas, y aunque mentiría si dijera que ya no queda nada de mi versión teen, me gustaría pensar que a estas alturas la gestión de mis odios y pasiones es más atinada. Sea lo que fuere, esta es mi redención personal, pero también mi humilde grito de protesta. Sí, han pasado casi dos décadas y a Elastica se las sigue tratando con una condescendencia de lo más rancia y sonrojante: poco menos que una banda amateur de habilidad pasmosa para el plagio post-punk, guiada por una Lady Macbeth de colegio privado que sólo parece existir como epítome de sus respetadísimos novios indies.

El Britpop despegó con intensidad en 1994 coincidiendo con la llegada de Elastica, el grupo que Justine Frischmann lideró tras su expulsión de Suede. Eran listas y ambiciosas, tanto que incluso resultaba difícil que cayeran bien. No contenta con tener un novio famoso, la cantante Frischmann había reclutado al rostro perfecto del Britpop: una rubia y aniñada Donna Mathews […] La urgencia y la ironía eran su carta de presentación; la dulzura y las bobadas no estaban hechas para Elastica. Bob Stanley: Yeah Yeah Yeah. The Story of Modern Pop, 2013

Si nos alejamos de ambientes muy especializados/entusiastas, la relevancia de Justine como cantante y compositora es apenas perceptible. Sus logros musicales con Elastica no han gozado nunca de la visibilidad que sí alcanzó su vida privada y que podríamos resumir en:

1) Relación con Brett Anderson y posterior traición sentimental.

2) Fase Damon + Justine: príncipe y princesa del Britpop.

3) Ruptura traumático-mediática y caída en desgracia, adicción a la heroína incluida.

Justine formaba parte de una escena masculinizada que, si bien la aceptaba como compañera de diversiones, nunca supo reconocerla como colega de profesión. Y aunque las mujeres no estuvieron ausentes en el pop inglés de los 90 (momento «voy a vender cinco discos de Kenickie ahora mismo»), la estrategia mediática insistió hasta la saciedad en los personajes masculinos, aprovechando el tirón de esa cosa tan nefasta que llamaron ‘cultura lad’. Justine quedaba relegada a un rol accesorio, casi siempre al de ‘musa’ más o menos consentida de los hombres que pasaban por su vida. Elastica parecía ser poco menos que el capricho de la novia de Damon, un caramelo para la niña pija del Britpop.

 

 

  • Nota nº1: Del fenómeno del Britpop no surgió ningún grupo social cohesionado, aunque sí supuso una recuperación/apropiación de los elementos estéticos de las subculturas de posguerra (con especial atención al mod y el 2 tone), filtrada por el impacto del thatcherismo.
  • Nota nº2: «En los noventa se puso de moda rebajar tu estatus social, demostraba heroicidad. Se veía como algo positivo, porque en el fondo si venías de un entorno obrero, se asumía que estabas ahí por tu talento», comenta Owen Jones en relación a su imprescindible Chavs. La demonización de la clase obrera. Justine era ‘la niña pija’ en pleno apogeo del poor-is-cool. Vivir en una mansión en Kensington y que tu padre ingeniero esté detrás de Canary Wharf no pondrá a los tabloides de tu parte…

La mujer que desarrolla su actividad fuera del ámbito doméstico suele enfrentarse a críticas que descalifican su trabajo y que están basadas en la asociación mujer-espacio público. Quizá sea demasiado apresurado incluir aquí el caso de Justine, pero los datos sobre su vida profesional son, cuanto menos, significativos. La prensa subestimó su contribución al despegue del Britpop y la estupenda acogida de crítica de Elastica: el suyo fue el disco de debut que más rápido se vendió en Reino Unido. Finalista al prestigioso Mercury Prize, consiguió más de un millón de copias en todo el mundo y una popularidad en Estados Unidos muy superior a la de Blur y Oasis. Puede que los méritos de la banda pasaran desapercibidos, pero hay algo que Todo El Mundo Sabe De Elastica y es que sus mejores temas los habían robado de otros. ¿Cómo fiarse de una niña de papá que viste de cuero y Dr Martens? Wire acusó a Elastica de apropiarse del riff de guitarra de Three Girl Rumba para su archiconocida Connection y los Strangles demandarían al grupo por plagiar en Waking Up el teclado de No More Heroes. Hubo quienes aprovecharon incluso para cuestionar la autoría de Justine, y años más tarde algunas voces insinuaron que el lanzamiento del segundo disco de la banda (The Menace, 2000) se habría retrasado tanto porque Damon ya no andaba cerca. Niña pija, músico amateur y, por supuesto, NOVIA DE.

 

Justine: la novia de, la groupie, la puta

La representación mediática de la relación entre Justine y Damon no hacía sino perpetuar la idea del amor romántico hegemónico. El calificativo de ‘príncipe y princesa del britpop’ era más que elocuente y entroncaba con esa tradición de dudoso prestigio en la cual todas las cantantes son princesas o reinas de cualquier género que dé para un titular resultón. A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido el bien más preciado para el patriarcado: objeto de deseo por excelencia y símbolo de triunfo social del varón.

No me jodas. Justine no busca liarse conmigo: es fan del grupo y punto. Damon puede pegarme con una lata de cerveza si es lo que quiere, pero yo no me estoy tirando a nadie. Adam Ant. NME, 1995

La líder de Elastica se convirtió en un producto cultural para la consolidación de la fantasía romántica y del concepto de ‘media naranja’, destinados a un segmento muy concreto de la audiencia joven. O en otras palabras, puede que las canciones de Take That me parecieran un poco cursis, pero yo tenía mi propia dosis de amor romántico revestido de imaginería indie. ¿Quién no desearía alcanzar ese ideal de la pareja de éxito, joven y atractiva? Queridas, de aquí a la frustración hay sólo un paso. La Justine mediatizada es la mujer hecha a sí misma e idealizada sexualmente que, sin embargo, nos lanza encubierto el modelo convencional en el que la pareja es la mayor aspiración, muy por encima de unos logros profesionales que, presumiblemente, no podrían ser equiparables a los del varón (ya hemos comentado que vender un millón de discos es asunto de alto secreto, ¿no?).

Otra noción que se instaló en aquellas cabezas juveniles fue la del sacrificio por amor. Cuando en 1998 la pareja hizo pública su separación, el veredicto de la prensa fue unánime. Que Damon tuviera una fama de seductor más bien reconocida no era impedimento para presentarlo como la víctima de esta historia. ¡Faltaría más! El príncipe azul sufre cuando le rompen el corazón; de lo contrario, ¿cómo íbamos a quererle? Los medios no dudaron en culpar a Justine del final de la relación y es aquí donde encontramos otro dato revelador: la fama, las drogas, las infidelidades… motivos sin importancia. Lo realmente grave fue que ELLA, LA PRINCESA DEL BRITPOP, ¡¡SE NEGABA A TENER HIJOS!! Justine había fracasado como novia por no doblegarse a esa ‘fuerza del amor’ que todo lo puede. La mujer debe luchar por su amor, debe aguantar por el bienestar de su vida sentimental. Al parecer, Justine no lo veía tan claro… pero, ¿de qué nos sorprendemos? La groupie que dejó a Brett por Damon volvía a repetir la jugada y en esta ocasión los motivos esgrimidos se antojaban aún más sucios. ¿Qué puede ser peor que una mujer que no quiere tener hijos?

La primera vez que me di cuenta de que no podría vivir sin alguien fue con Justine. Hasta entonces, y dejando a un lado a mi familia, no había existido nada que considerara imposible de perder. Damon Albarn. NME, 1997

Sin embargo, para nosotras, la ruptura no supuso el descalabro del amor romántico: antes al contrario, ayudó a fortalecerlo. Cuantos más obstáculos atraviesa una relación, más auténtica será la historia de amor. Aunque muchas no pudiéramos percibirlo entonces, lo que se nos intentaba contar da bastante miedo: la mujer debe ejercer un rol pasivo, debe ser obediente y discreta. Debe esperar sonriente la llegada de su hombre perfecto, aquel que completará su propia identidad y otorgará sentido a sus aspiraciones vitales. Por un lado, Justine parecía no encajar en este concepto de relación como garantía para adquirir la felicidad en un espacio libre de conflictos. Por el otro, las revistas nos estaban dejado claro que éramos competidoras en la lucha por el amor de nuestros ídolos. Odiar a Justine era fácil y todas lo estábamos haciendo.

Cuando Blur publicó 13, el tan publicitado ‘disco post-Justine’, ella se había convertido en una zorra sin corazón al tiempo que él consolidaba su figura de héroe romántico dolido. Etiqueta que, como muchas otras, funciona muy bien en el campo masculino. Ejemplo práctico 1: A nadie se le ocurriría decir que quizás Nick Cave se expuso demasiado cuando le dio por escribir sobre PJ Harvey. Ejemplo práctico 2: ¿Cuántas veces habrá tenido que lidiar ella con esa insistencia de los medios por atribuirle un sentido autobiográfico a sus letras? El desamor seguirá siendo imprescindible para el arte de escribir canciones, pero ¡oh, sorpresa!, no lo concebiremos de igual forma para los hombres que para las mujeres.

  • Nota nº3: que 13 sea el disco del novio que sufre por su ruptura sentimental no debería distraernos de lo absolutamente maravilloso que es.

 

Ya fuera en tabloides sensacionalistas, revistas femeninas para adolescentes o en publicaciones especializadas en música, a la líder de Elastica se la ha presentado con insistencia en función de los hombres con los que ha decidido acostarse. La figura de Justine contra el telón de fondo del Britpop, y su consecuente descrédito y rechazo, se entiende dentro de un discurso en absoluto interesado en superar los estereotipos sexistas y que ha prolongado hasta nuestros días muchos aspectos de la discriminación por género: la obsesión por la vida sexual de la mujer, la marginación y el valor estereotipado que se le imponen en el ámbito creativo, la primacía de la esfera íntima sobre los aspectos profesionales y la subordinación como elemento accesorio de la figura masculina.

Y sí, puede que el álbum debut de Elastica (ese que me negué a escuchar durante cinco años) no sea el compendio de clase y género que nos hubiera gustado saborear, pero su punk arty deliberadamente mordaz, despreocupado y pelín sórdido lo convierten en un disco que es imposible no disfrutar. Como Emma Goldman ya sabía, hace falta bailar más.

It’s always something you ate,
Or it’s something you hate,
Tell me is it the way that I touch you?
Have you found a new mate,
And is she really great,
Is it just that I’m much too much for you?

El amor adulto en Harry Potter

Nota de la coordinadora: este blog tiene sentido sólo como proyecto compartido. Si algo me ha gustado de Harry Potter, es la capacidad que ha tenido para movilizarnos a varias de nosotras a hablar del amor, el que Verónica definió como «el monotema de la saga». Tenemos diferentes opiniones, lo que es fabuloso, y hemos intentado también centrarnos en diferentes aspectos. Este post es en parte una réplica, pero también otra línea a la que replicar. Nada más en línea con el objetivo del blog que generar debate. Así que, ¡a los comentarios!

Siempre he sido una gran fan de Harry Potter, desde que mi madre compró los dos primeros del tirón para mi hermano que, asumámoslo, es el que tiene la edad «target» para ser fan de Harry. Intuyo que sería 1999. Mi hermano devoró los libros y detrás de él lo hice yo… ¡y mi madre! No sólo me fascinó siempre el mundo Harry Potter sino el mundo J.K. Rowling y su historia: de madre soltera con dos duros escribiendo en una cafetería a una de las mujeres más ricas del mundo. En realidad no tengo claro si veía más inspiracional ningún personaje que el de la propia Rowling, pero eso es para otro post.

Este post nació como réplica o continuación a este otro. Porque mi reacción automática al último párrafo en el que Vega se queja de la ausencia de relaciones adultas en el mundo Potter fue: ¿y qué pasa con los Weasley? ¿¡Y con Lupin y Tonks?!

Es cierto que los profesores más importantes de Howarts no tienen relaciones de pareja, o no se especifica. Dumbledore, McGonagall, Snape (nada sabemos de sus relaciones de adulto, sólo se sabe de su obsesión adolescente con Lily Evans)… o Hagrid, que su único acercamiento «amoroso» es cuando cree tener a una «igual» cerca: Madame Maxime de Beauxbatons.

Pero los Weasley, los miembros de la Orden del Fénix y la complicada genealogía de la familia Black está llena de relaciones de pareja. Lupin-Tonks, Molly-Arthur, Bill-Fleur, Lucius-Narcissa y, como bien apuntaba Vega, quizás incluso Bellatrix-Voldemort.

Mi favorita sin duda es Lupin y Tonks, dos personajes que siempre me gustaron especialmente y a los que creo que ningunearon demasiado en la saga de las películas (pero incluye tú 600 páginas de libro en 2 horas de película, amiga…). Nymphadora Tonks es un personaje que, pese a lo cambiante de su apariencia, parece tener las cosas claras desde el principio. Es maravilloso ver cómo un personaje femenino es el que se declara, el que tiene la iniciativa. No espera paciente a que él se de cuenta sino que pone las cartas sobre la mesa sin dudar.

Tonks y Lupin - You know

Ella persiste mientras que Lupin no se cree suficiente para ella sino todo lo contrario además de demasiado mayor y peligroso. Y es ahí, ¡ay!, Rowling, ¿por qué cuando Tonks es rechazada llega hasta tal punto que sus poderes se debilitan? Es una vez más ese retrato del amor como algo que te hace débil como mujer: si no lo tienes, tú eres menos tú. No sólo se debilitan sus poderes, su pelo pierde color y ¡hasta se pone fea! Una vez que están juntos tienen una relación en la que ella, una vez más, es la fuerte de la pareja. Le cuida en sus horas bajas y ambos cuidan el uno del otro pese a las continuas dudas de Lupin debido a su condición de hombre-lobo.

Tonks y Lupin - You need me

No sabemos cómo habría continuado la relación ya que ambos mueren en la batalla de la torre.

Tonks y Lupin - Dead

Todas las otras parejas mencionadas tienen poderosos personajes femeninos.

Fleur es la elegida de Beauxbatons para la Copa de los Tres Magos y pese a su inicial orgullo y altanería es la que insiste en su amor por Bill Weasley pese a su apariencia física tras el ataque de Greyback.

Bill y Fleur - Boda

Molly aparece como el típico personaje de señora de mediana edad que ha dejado todo para cuidar de su familia. Arthur es un hombre descuidado, torpe y afable y Molly cuida de él. Quizás es otro ejemplo de mujer que busca alguien a quien cuidar y se empareja muy por debajo de sus posibilidades. Esa tendencia de las mujeres de buscar alguien a quien poder cuidar, alguien que dependa de ti, para asegurarte que no te va a dejar. Molly deja todo por su marido y su familia y, pese a ser una mujer de armas tomar, no es hasta el final de la saga que se la pone en el lugar que merece. Porque cuando se va a la guerra con Voldemort, Molly es una parte importante de la Orden del Fénix y, no lo olvidemos, es quien venga a Tonks y mata a Bellatrix.

Molly es una grande pero, admitámoslo, ¿sería lo mismo en las películas si la actriz no fuera Julie Walters?

Molly Weasley - Whos next

Creo que poner nada después de Molly se va a quedar corto. Y entrar en la toxicidad de los Malfoy y los Black quizás requiera otro post en sí mismo. ¿Alguien se anima? 😉

 

¿Violencia de género, violencia doméstica o violencia machista?

Sucede que aunque se estén llevando a cabo campañas de información para explicar qué es la violencia machista (cada vez menos debido a los recortes presupuestarios dedicados a esta temática) y la forma que hay de denunciarla y cada vez exista una mayor visibilización de esta “práctica”, no se ha acabado con la problemática de utilizar esas denominaciones de “violencia de género” o “violencia doméstica” que no hacen más que difuminar y confundir la realidad de la que se habla.

¿De dónde viene el término “violencia de género”? En la IV conferencia de las Naciones Unidas sobre las mujeres de Pekín de 1995, 180 gobiernos firmaron un documento donde se adoptaba el vocablo inglés gender, ‘género’, ‘sexo’, para denominar la “violence of gender” (la ejercida por los hombres sobre las mujeres), así como el término “gender equality” para hablar de la necesaria igualdad entre mujeres y hombres. Fueron esas expresiones las que acabaron utilizándose por Naciones Unidas a partir de entonces e influenciaron a los países pertenecientes a la organización.


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En España, en el ámbito penal, un mismo artículo (art. 173 CP), bajo la rúbrica “de las torturas y otros delitos contra la integridad moral”, da acogida a cualquier forma de violencia ejercida dentro o fuera del núcleo familiar, pero la L.O 1/2004 ofrece unas medidas protectoras que refuerzan únicamente la tutela de la mujer víctima de violencia de género, y que (debido a su frecuencia y gravedad) diferencian esta forma de maltrato de cualquier otro, incluso de aquellos que, desencadenados también en el entorno familiar, no puedan calificarse como propios de una situación de “violencia de género”, y que pasarían a definirse como episodios de “violencia doméstica”.En 1993 la violencia de género fue definida por la ONU como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que causa o es susceptible de causar a las mujeres un daño o sufrimiento físico, sexual o psíquico, e incluye las amenazas de tales actos, la coacción y la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada”. Esta definición nos habla de un tipo de violencia que se ejerce contra las mujeres por el mero hecho de serlo, y que se erige en el mayor valor y poder que la sociedad le ha otorgado y le sigue otorgando al hombre frente a la mujer, y que apoya al varón para lograr y mantener el control sobre la mujer, así como aprueba la sumisión de ésta. Así, a nivel internacional, la violencia de género agrupa todas las formas de violencia que se ejercen por parte del hombre sobre la mujer en función de su rol de género: violencia sexual, tráfico de mujeres, explotación sexual, mutilación genital, etc. independientemente del tipo de relaciones interpersonales que mantengan agresor y víctima, que pueden ser de tipo sentimental, laboral, familiar, o inexistentes. Pero en España, según la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de Diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género se da otra definición de violencia de género: “todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad”.

La Ley 1/2004, quiere incidir y actuar en relación a lo que constituye una auténtica lacra social en España: la violencia de género que ejercen los hombres sobre las mujeres en las relaciones de pareja o expareja. Este es el ámbito de aplicación de la Ley, tal y como se establece en el artículo primero de la misma; ámbito que se amplía también a los hijos e hijas de las víctimas mujeres, por ser también víctimas directas o indirectas del entorno familiar.

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Imagen via SinGENEROdeDUDAS

Hay que aclarar, por tanto, la diferencia entre los términos más utilizados para hablar de la violencia sobre la mujer. La expresión “violencia de género” engloba tanto la violencia producida en el ámbito doméstico como la que ocurre fuera de él, mientras que “la violencia doméstica” no tiene por qué corresponderse con el concepto de violencia de género, puesto que existe también violencia en el ámbito doméstico que no tiene nada que ver con cuestiones de género, como es la violencia contra los menores, los mayores, etcétera.

La cuestión es que la utilización del término “violencia de género” en la legislación española puede confundirse con la definición que a nivel internacional se hace de la misma expresión, además de trasladar la errónea idea de que dicha violencia dentro de las parejas o ex parejas puede ocurrir de forma bidireccional (de hombre a mujer, o de mujer a hombre) ya que se habla de género, no de “violencia del género masculino contra el género femenino”. Por ello, es recomendable que la expresión “violencia de género” sea utilizada únicamente para aludir a la definición de la ONU y que a nivel estatal se utilice la de “violencia machista” por hacer referencia al origen de esta problemática.

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Imagen via Sin Violencia Ecuador

El amor en Harry Potter: primera aproximación

Una cosa que llama la atención inmediatamente es que, al menos desde lo que yo entiendo por deseabilidad, los personajes femeninos en Harry Potter juegan en otra liga. Hay una tendencia de crear protagonistas femeninas cada vez más fuertes para la que Harry Potter es en cierto sentido pionera; Hermione Granger es en gran medida la pieza clave de la historia. Hermione es brusca y repelente, de acuerdo, pero también inteligente, generosa, y leal; y, aparentemente, físicamente atractiva para todo el mundo, menos para sus amigos. Ginny Weasley tiene escasos momentos no ligados a su admiración por Harry o su éxito con otros chicos, pero los que tiene marcan: excelente buscadora de Quidditch, destaca en el Ejército de Dumbledore, y excelente amiga de una chica inteligente como Hermione, lo que hace presuponer que tiene al menos una buena conversación. Lo mismo sucede cuando vamos una generación atrás: Lily Potter parece darle varias vueltas a los alumnos masculinos de su promoción en Hogwarts, atendiendo a la desafortunada actitud de James y Sirius y la admiración que despierta en todos los que se cruzan con ella (Snape, Slughorn…). Luna Lovegood es una «chiflada», pero también es la única con suficiente templanza como para haber visto la muerte, varias veces, y no sentirse afectada en ningún momento: su tranquilidad, su infinita curiosidad ante todos los fenómenos y el aplomo con el que toma su rechazo social la colocan a un nivel de madurez que contrarresta claramente con las actitudes de sus homólogos masculinos, sobre todo de Ron Weasley.

Sin embargo, todas ellas se enamoran de los personajes masculinos. ¿Por qué?

 


Cuando se introduce el tema del filtro amoroso en la trama se distingue muy claramente qué dos tipos de amor existen en Harry Potter. A pesar de la juventud de los personajes (e incluso de lo jóvenes que eran también los adultos), cuando sus relaciones pasan del flirteo, entonces se convierten en amores eternos. Por una parte tenemos el enamoramiento de Ginny por Harry. Este es discreto, tímido, vergonzoso. Ginny y Harry casi no han tenido relación antes de que Ginny se enamore de él, aunque poco a poco Harry se va introduciendo en la familia Weasly como uno más. Ginny «enmudece» cuando se encuentra frente a Harry, desaparece. Incluso llama la atención cómo Ginny y Hermione llegan a trabar amistad considerando el poco tiempo que pasan juntas sin Harry. No obstante, esta es quien le propone la solución: Ginny debe flirtear con otros chicos, mostrarse disponible, aparecer como mujer deseable, en definitiva, en la misma línea que a ella le genera una terrible rabieta antes del baile de Yule cuando Ron le dice: «al fin y al cabo, tú eres una chica». La clásica distinción entre las chicas-amigas y las chicas-novias. En este post de Coral Herrera se expresa muy claramente: porque las chicas siempre se enamoran, porque siempre lo hacen total e incondicionalmente. Incluyendo en esa incondicionalidad el hecho de que Ron Weasley no haga absolutamente nada destacable en toda la saga que haga comprensible el amor paciente de Hermione; tampoco Harry se merece en nada a Ginny, aunque al menos tiene un componente de leyenda (relacionado con la misión del héroe que se desarrolla también en el post de Coral) y una humildad frente a esa fama que pueden justificar su atractivo. De la relación de Lily y James poco sabemos, y, personalmente, no recuerdo si Luna y Neville también se convierten en pareja en el libro pero de todas estas es la única que me parece que puede tener un cierto sentido en cuanto a la afinidad que se puede presuponer a ambos personajes (peculiares, con una pasión poco común – las criaturas míticas de Luna, la herbología de Neville -, etc.), pero los amores del libro tienen también algo en común, y es que cuando son amor, son para siempre.

 Hermione - I happen to be his friend

Las chicas-novias son las Lavender Brown, con sus apodos absurdos, su obsesión enfermiza por pasar cada minuto del tiempo junto a su pareja, y su «sólo nos damos besos». Las Cho Chang, guapas, inaccesibles, que cuando se convierten en cita se muestran incomprensibles, caprichosas, volubles. Las Romina Vane, dispuestas a engatusar a un chico con un filtro amoroso camuflado en unos bombones, una poción de terribles efectos, según el propio maestro. Para que Ginny pierda el papel de compañera, de hermana pequeña, de chica-amiga, debe convertirse en la novia de otros chicos. El éxito de la benjamina de los Weasley exaspera a su hermano, que se comporta como el clásico varón-guardián del honor de su hermana, y pierde los nervios al verla junto a otros: este episodio de control masculino es el que convierte a Ginny en mujer a los ojos de Harry, como es el ver a Hermione teniendo una cita con Krum lo que la convierte en chica a los ojos de Ron. Es decir: el valor de una mujer como pareja lo determina el valor que tiene ante los ojos de otros varones.

 

 

Y las chicas en Harry Potter están más que dispuestas a jugar con estas reglas. Ginny se enamora de Harry desde el principio, igual que Hermione se enamora de Ron mucho antes de que este la considere algo más que una empollona. Pero ambas esperan, con paciencia, jugando sus cartas como mujeres manipuladoras que son ya desde la adolescencia, a que ambos caigan en la cuenta de que son las mujeres destinadas a ellos. La posibilidad de que Hermione se encariñe de Krum, que la trata como a la chica valiosa que es, no entra dentro de la trama, como tampoco entra la de que Ginny sea feliz con alguna de sus conquistas de los primeros años en Hogwart. Esto es genérico en los adultos también: Dumbledore no tiene pareja, y no queda claro si esto es por ser gay o por su amor frustrado por Grindewald (según las hipótesis de los fans y los comentarios de la propia autora); del resto de profesorado no se conoce pareja alguna, pero sí tenemos el amor trágico de Snape, que guía todas sus acciones, le conduce a pasar por todo tipo de sacrificios, y todo esto generando una relación amor-odio con Harry Potter. ¿Qué tenía Lily Potter para que Snape no consiga recomponerse de un amor no correspondido en su adolescencia? ¿Tiene relación esto con la capacidad para convertirse en el amor maternal, el genuino, el que salva? ¿Qué papel tiene el amor en la relación de Bellatrix Lestrange y Voldemort? ¿Cómo siendo el amor un factor fundamental de la dinámica entre personajes y de la forma en que avanza la trama no se ha molestado la autora en trabajar alguna relación más sana en toda la heptalogía? He llegado tarde a esta saga, y comentar diez años de cine y literatura en un post es tremendamente ambicioso, así que este post es sólo el comienzo, y espero que otras voces puedan ayudarme a analizar el amor en una de las series más populares de la literatura infantil y juvenil.

Se fue (Laura Pausini, 1994)

Laura Pausini AlbumÉxitos comerciales. Nos machacan los oídos. Oímos las canciones una y otra vez en la radio o por la calle. Muchas hablan de grandes historias de amor, de dificultades y pasiones, pero, ¿qué nos dicen muchas de ellas en realidad? ¿Es amor de lo que hablan o es otra cosa?

Recuerdo mi adolescencia. Escuchaba constantemente los 40 Principales (en mi defensa, en esa época no existía nada parecido a Spotify) y, como cualquier adolescente, tenía las hormonas alteradas y los desamores parecían el fin del mundo. ¡Menudos dramones que montábamos! Nos desahogábamos con las amigas o escuchando canciones de amor abrazadas a la almohada para «regodearnos» en nuestro dolor.

Y sobre todo, sentíamos que esas canciones hablaban de nosotras, que describían perfectamente lo que sentíamos. Pero ahora que las vuelvo a leer con mirada crítica me doy cuenta de las ideas del amor tan tóxicas que hay en muchas de ellas y no sé hasta qué punto puede habernos afectado en la forma que tenemos de entender el amor.

Uno de los ejemplos más claros, que además lo petó en las listas en mi adolescencia, es este éxito de Laura Pausini. Me he tomado la libertad de marcar en negrita las frases que me parecen especialmente «llamativas».

Ya no responde ni al teléfono,
Pende de un hilo la esperanza mía,
Yo no creí jamás poder perder así la cabeza,
Por él.

Porque de pronto ya no me quería.
Porque mi vida se quedó vacía,
Nadie contesta mis preguntas, porque
Nada me queda, sin él. 

Se fue,
Se fue, el perfume de sus cabellos,
Se fue, el murmullo de su silencio,
Se fue, su sonrisa de fábula,
Se fue, la dulce miel que probé en sus labios.
Se fue, me quedó sólo su veneno,
Se fue, y mi amor se cubrió de hielo,
Se fue, y la vida con él se me fue,
Se fue, y desde entonces ya sólo tengo lágrimas.

 Encadenada a noches de locura,
Hasta a la cárcel yo iría con él,
Toda una vida no basta, sin él.

 En mi verano ya no sale el sol,
Con su tormenta, todo destruyó,
Rompiendo en mil pedazos
esos sueños que construimos, ayer.

Se fue,
Se fue, me quedó sólo su veneno,
Se fue, y mi amor se cubrió de hielo,
Se fue, y la vida con él se me fue,
Se fue, y la razón no la sé.

Si existe Dios, debe acordarse de mí,
Aunque sé
Que entre él y yo el cielo tiene sólo nubes negras,
Le rogaré, le buscaré, lo juro, le encontraré,
Aunque tuviera que buscar en un millón de estrellas.

 En esta vida oscura, absurda sin él,
Siento que,
Se ha convertido en centro y fin de todo mi universo.
Si tiene límite el amor, lo pasaría por él.
Y en el vacío inmenso de mis noches, yo le siento.

 Le amaré, cómo le pude amar la vez primera,
Que un beso suyo era una vida entera,
Sintiendo cómo me pierdo,
por él.

Se fue,
Se fue, el perfume de sus cabellos,
Se fue, el murmullo de su silencio,
Se fue, su sonrisa de fábula,
Se fue, la dulce miel que probé en sus labios.
Se fue, me quedó sólo su veneno,
Se fue, y mi amor se cubrió de hielo,
Se fue, se fue, y la vida con él se me fue,
se fue, y la razón no la sé.

Especialmente delirante eso de «hasta la cárcel yo iría por él», ¿verdad? Desde la primera hasta la última palabra, esta canción expone la (recurrente) idea de que la vida no es nada sin la persona amada. De hecho, parece que la protagonista se humillaría sin ningún límite solo por recuperarle. Y eso, señores y señoras, nos parecía romántico.

David y Claudia (Los Planetas, 1996)

Puedo hacer lo que quiera,
puedo hacer una esfera
y viajar en su interior
y llegar a las estrellas.

Puedo hacer que te vuelvas,
desde dentro hacia fuera.
Puedo hacer que no haya Sol,
puedo hacer que no lo veas
y que nadie nos recuerde nunca más.

Puedo hacer una prueba,
puedo hacer que me quieras,
puedo andar dentro de ti,
puedo estar en tu cabeza y
que no mires a nadie nunca más.

 

Durante muchos años, David y Claudia fue mi canción de amor favorita. Y, de hecho, la idea de este blog surgió al escucharla. En unas pocas frases, David y Claudia consolida una de esas ideas tan consolidadas en torno al romanticismo: tú y yo, juntos, somos imparables y podemos hacer cuanto queramos: no hay prueba demasiado grande que no podamos superar si lo hacemos juntos, o incluso si lo hacemos separados basándonos en este amor que nos da fuerzas.

Sin embargo, esa invulnerabilidad y esa omnipotencia tienen precio: el aislamiento. «Que nadie nos recuerde nunca más». ¿Cuántas personas se pierden en su relación al comenzar esta hasta el punto de dejar de ver a sus amigos, a su familia, de desatender sus obligaciones?

Y, lo que es peor: ese amor idealizado y omnipotente… Es forzoso. «Puedo hacer una prueba, puedo hacer que me quieras». ¿Por qué debemos forzar a alguien a querernos? ¿Y cómo es posible que nuestra aspiración frente a una próxima pareja sea «que no mires a nadie nunca más»?

Imagen de La Rodaja de Plastico

Imagen de La Rodaja de Plastico

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