Medicalización del deseo sexual femenino
Hace algo más de un mes, mientras muchas personas nos encontrábamos de vacaciones, llegaba a los medios una de esas noticias curiosas que a veces provocan la aparición de chascarrillos y chistes fáciles. La Food and Dugs Administration (FDA), organismo que regula la salida al mercado de productos alimenticios y fármacos en Estados Unidos, había aprobado un medicamento para tratar la falta de deseo sexual en mujeres. Este fármaco se vende con el nombre de Addyi y actualmente es comercializado por la empresa farmacéutica canadiense Valeant (tras haber sido comprado a Sproud Pharmaceuticals). La pastilla está hecha con flibaserina, un compuesto químico que actúa a nivel hormonal de una manera muy parecida a como lo haría un antidepresivo.

Llegados a este punto, tras haber salido del sopor vacacional, una se pregunta, ¿cómo se está abordando la falta de deseo de las mujeres cuando la solución que se les ofrece es medicarlas con algo muy similar a un antidepresivo? ¿No existen otras soluciones menos invasivas? ¿Acaso está producida la falta de deseo en mujeres por una forma concreta de ver la sexualidad y no es un problema en sí mismo, como nos quieren hacer entender desde el sector farmacéutico? Tras haber realizado algunas entrevistas a sexólogas/os y llevado a cabo una etnografía virtual en foros con mujeres heterosexuales que tenían falta de deseo, he sacado mis propias conclusiones sobre este tema.
Vivimos en una época en la que se nos pide que seamos auténticas supermujeres: trabajadoras, estudiosas, buenas amigas, madres e hijas atentas, divertidas, guapas, y que además saquemos tiempo para dedicarlo a la pareja y al sexo. Muchas veces esto produce agobio y sensación de no poder cumplir con todas las expectativas que hay puestas en nosotras.
Pero, volviendo a la cuestión del deseo, para nosotras éste se configura de una forma particular. Una de las mujeres con las que pude interactuar en el foro me contaba que: A veces nos da más placer el hecho de sentirnos deseadas y saber que somos el centro de atracción de los hombres. El que nuestra forma de desear pase por lo deseables que resultamos para los hombres no es una casualidad, ya lo decía Teresa de Lauretis:
Que nuestra forma de desear pase por lo deseables que resultamos para los hombres no es casualidad. Clic para tuitear
Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres miran cómo son miradas. Eso determina no sólo la mayor parte de las relaciones entre hombres y mujeres sino también la relación entre las mujeres y sí mismas. La parte de la mujer que se observa es la masculina: la parte que se siente observada es femenina. Así la mujer se trasforma en objeto.
Este hecho queda reflejado también en el tabú que hay en torno a la masturbación femenina. Una de las sexólogas entrevistadas decía que para nombrar a la masturbación masculina existen muchos nombres, mientras que para hacer lo mismo con la femenina nos quedamos casi sin palabras que la referencien.
En el sexo, las mujeres siempre andamos transitando por la delgada línea que existe entre ser demasiado recatadas y pudorosas o ser demasiado promiscuas, en caso de que tratemos de vivir una sexualidad fuera de lo marcado como normativo. En definitiva siempre seremos demasiado, ya sea por defecto o por exceso, y nunca estaremos en el punto adecuado, ni para los demás ni para nosotras mismas.
Paradójicamente, ocurre justo lo contrario si hablamos de la falta de deseo sexual en hombres. Si para las mujeres según la lógica más tradicional no está bien visto expresar el deseo, en los hombres el expresarlo es lo normal, y sin embargo cuando hay falta de deseo debe ser censurada. Bajo el paraguas de las disfunciones sexuales puramente físicas se esconde también la pérdida de deseo.
Tanto en las mujeres como en los hombres, el silencio y el pudor están presentes constantemente en estos casos. Hay una vergüenza, una falta de palabras para expresar lo que ocurre y una concepción caduca de las relaciones de pareja heterosexuales y de la sexualidad que nos acarrea muchos problemas, y hasta que no decidamos romper unas y otros con todo ello estaremos poniendo parches solamente a un problema que realmente necesita un derribo hasta los cimientos y una reconstrucción.

Nerea Velázquez Berrio

Últimas entradas de Nerea Velázquez Berrio (ver todo)
- Dejar de ser invisibles: una reseña de la película «Las Invisibles» - 29/03/2019
- María (y casi todas): sobre «María (y los demás)», de Nely Reguera - 02/11/2017
- «La llamada» u otras formas de tratar el amor romántico - 19/10/2017
- Quiéreteme no te quiere - 26/01/2017
- El dilema de no ser suficientemente buenas - 12/01/2017
Personalmente pienso que el deseo sexual no deberia ser una cuestion obligatoria o que determine la normalidad, la sociedad nos ha hipersexualizado, hasta tal punto que las publicidades televisivas; programas; series o peliculas, muestran el sexo como lo unico importante en la vida privada, haciendolo de un manera publica, basta ver todos esos videos sexistas de musica que no tienen ningun mensaje, creo que si una persona sea hombre o mujer, si no tiene ningun deseo sexual, no significa que este enferma, simplemente tiene cosas mas importantes en su vida que satisfacer una necesidad primitiva e instintiva de conservacion de su especie y la satisfaccion misma de su propio cuerpo. Mas alla de eso a quien le conviene que tengamos sexo? a las grandes empresas que se benefician de la venta de condones, de prubas de embarazo y miles de productos nuevos como estas pastillitas, que sin futuros consumidores no servirian de nada, pañales biberones , ropa, etc, en su afan de asegurar su mercado de consumo, nos han convertido en una especie de granja de seres manipulables que hacen lo que se les dice en la tele, no analizan el porque de la existencia y siguen las simples reglas que se nos han impuesto.