Una carta de amor a Ada Lovelace
Querida Ada;
Hoy habrías cumplido 200 años (aunque el Ada Lovelace Day se celebre en octubre). Seguramente no habrían sido suficientes, ya que las personas como tú necesitan siempre más tiempo para seguir descubriendo, cambiando, aprendiendo. Perdona la familiaridad, pero estuve a punto de llamarme Ada y procuré que mi hermana pequeña se llamara Ada, así que es en parte como si fueras de la familia…
Pero no, no lo fuiste. Fuiste hija de padres separados: no paran de nombrarte como hija de Lord Byron pero de lo que no hablan es de que tu madre, temerosa de que el amor por la literatura te llevara también hacia el amor romántico, quiso hacer de ti una mujer de ciencias como ella, muy lejos de la formación que tradicionalmente recibían tus congéneres en la época. Y acertó: porque resultaste tener un enorme talento, el que te llevó a ser reconocida como fuente básica en los trabajos de Turing, el que consiguió que tu nombre fuera reconocido como el que mejoró los trabajos de Babbage y sus discípulos, el mismo que te llevó a inventar una máquina para volar con trece años.
Las niñas deberían saber que con trece años pueden estar diseñando máquinas para volar, y no sólo vestidos. Pero eso ya no se les dice, ¿sabes? Quizá necesitamos más madres que teman al amor romántico, porque el caso es que, ahora mismo, la informática ha dejado de ser cosa de mujeres, a pesar de todos los avances que habían conseguido durante los primeros años de la disciplina.
El Medialab organiza talleres de programación para chicas, pero, incluso así, se cancelan las sesiones de apps y se mantienen las de ropa inteligente. Hace unos meses, cuando Google homenajeó a Lamarck, seguían hablando de ella como «la mujer más bella del cine», como si ella no hubiera odiado ese sanbenito y hubiera preferido dedicarse a inventar.
Se dice que el problema vino en los ochenta. El caso es que los machitos han decidido que las ciencias y la tecnología son su terreno. Y que, si quieres entrar, tienes que aguantar sus estupideces. Y los medios lo corroboran: Google asegura que es la televisión la que «enseña» a las niñas a huir de la ciencia. Así que, aunque 7 de cada 10 niñas tienen interés en la ciencia, sólo 2 de cada 10 buscan una carrera científica. Ya hemos hablado de eso por aquí.
Hay otras como tú, ¿sabes? Hasta han fundado una escuela con tu nombre para enseñar de forma gratuita desarrollo de software a las mujeres. Hay niñas de once años que no sólo son fantásticas programadoras: quieren ayudar a que otras niñas también lo sean. Karlie Kloss, la supermodelo, decidió nada más empezar a estudiar programación en la Universidad de Nueva York que era algo a lo que deberían acceder todas las niñas del mundo, así que ha creado una beca para ellas. Las «women hackers» que expusieron en el Sónar del año pasado fueron entrevistadas para una de esas revistas que se empeñan en convertirnos más en supermodelos que en programadoras (y que, afortunadamente, también están siendo hackeadas, poco a poco). Hay iniciativas de gigantes como Microsoft o Google (o, más cerquita, Telefónica), y luego esa cosa que a veces pinta muy bien y que casi siempre se hace muy mal que es el programa de ciencia para chicas de la Unión Europea. Sin embargo, incluso cuando algunas valientes desafían el estereotipo y se lanzan a por ello… tienen que pagar el pato de ser mujeres en sus condiciones de trabajo.
Dicen que tú eras capaz de ver la belleza en las máquinas. Yo me pregunto si quienes hacen esas aseveraciones lo dicen en serio o sólo porque también ellos tienen problemas imaginándote, como mujer, disfrutando de una tarea de hombres. A mí me encanta ver tus imágenes vestida de condesa e imaginándote llena de tiza y de tinta de tanto hacer ecuaciones. O ver a Margaret Hamilton y su minifalda apilando páginas y páginas de código.
Estoy segura de que no pensabas que nos fuéramos a ver así a tus doscientos años. Y me da hasta un poco de vergüenza venir a contarte a ti todo esto. Pero, Ada, te necesitamos. Fuera lo que fuera lo que sabías hacer, vamos a necesitar que nos lo recuerdes. Porque la tecnología es un pilar clave de nuestras sociedades, y nos estamos perdiendo a la mitad del talento de la población.
Querida Ada, gracias por tu ejemplo. Te recordamos.
Imagen via I fucking love science