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El amor en Harry Potter: primera aproximación

Una cosa que llama la atención inmediatamente es que, al menos desde lo que yo entiendo por deseabilidad, los personajes femeninos en Harry Potter juegan en otra liga. Hay una tendencia de crear protagonistas femeninas cada vez más fuertes para la que Harry Potter es en cierto sentido pionera; Hermione Granger es en gran medida la pieza clave de la historia. Hermione es brusca y repelente, de acuerdo, pero también inteligente, generosa, y leal; y, aparentemente, físicamente atractiva para todo el mundo, menos para sus amigos. Ginny Weasley tiene escasos momentos no ligados a su admiración por Harry o su éxito con otros chicos, pero los que tiene marcan: excelente buscadora de Quidditch, destaca en el Ejército de Dumbledore, y excelente amiga de una chica inteligente como Hermione, lo que hace presuponer que tiene al menos una buena conversación. Lo mismo sucede cuando vamos una generación atrás: Lily Potter parece darle varias vueltas a los alumnos masculinos de su promoción en Hogwarts, atendiendo a la desafortunada actitud de James y Sirius y la admiración que despierta en todos los que se cruzan con ella (Snape, Slughorn…). Luna Lovegood es una «chiflada», pero también es la única con suficiente templanza como para haber visto la muerte, varias veces, y no sentirse afectada en ningún momento: su tranquilidad, su infinita curiosidad ante todos los fenómenos y el aplomo con el que toma su rechazo social la colocan a un nivel de madurez que contrarresta claramente con las actitudes de sus homólogos masculinos, sobre todo de Ron Weasley.

Sin embargo, todas ellas se enamoran de los personajes masculinos. ¿Por qué?

 


Cuando se introduce el tema del filtro amoroso en la trama se distingue muy claramente qué dos tipos de amor existen en Harry Potter. A pesar de la juventud de los personajes (e incluso de lo jóvenes que eran también los adultos), cuando sus relaciones pasan del flirteo, entonces se convierten en amores eternos. Por una parte tenemos el enamoramiento de Ginny por Harry. Este es discreto, tímido, vergonzoso. Ginny y Harry casi no han tenido relación antes de que Ginny se enamore de él, aunque poco a poco Harry se va introduciendo en la familia Weasly como uno más. Ginny «enmudece» cuando se encuentra frente a Harry, desaparece. Incluso llama la atención cómo Ginny y Hermione llegan a trabar amistad considerando el poco tiempo que pasan juntas sin Harry. No obstante, esta es quien le propone la solución: Ginny debe flirtear con otros chicos, mostrarse disponible, aparecer como mujer deseable, en definitiva, en la misma línea que a ella le genera una terrible rabieta antes del baile de Yule cuando Ron le dice: «al fin y al cabo, tú eres una chica». La clásica distinción entre las chicas-amigas y las chicas-novias. En este post de Coral Herrera se expresa muy claramente: porque las chicas siempre se enamoran, porque siempre lo hacen total e incondicionalmente. Incluyendo en esa incondicionalidad el hecho de que Ron Weasley no haga absolutamente nada destacable en toda la saga que haga comprensible el amor paciente de Hermione; tampoco Harry se merece en nada a Ginny, aunque al menos tiene un componente de leyenda (relacionado con la misión del héroe que se desarrolla también en el post de Coral) y una humildad frente a esa fama que pueden justificar su atractivo. De la relación de Lily y James poco sabemos, y, personalmente, no recuerdo si Luna y Neville también se convierten en pareja en el libro pero de todas estas es la única que me parece que puede tener un cierto sentido en cuanto a la afinidad que se puede presuponer a ambos personajes (peculiares, con una pasión poco común – las criaturas míticas de Luna, la herbología de Neville -, etc.), pero los amores del libro tienen también algo en común, y es que cuando son amor, son para siempre.

 Hermione - I happen to be his friend

Las chicas-novias son las Lavender Brown, con sus apodos absurdos, su obsesión enfermiza por pasar cada minuto del tiempo junto a su pareja, y su «sólo nos damos besos». Las Cho Chang, guapas, inaccesibles, que cuando se convierten en cita se muestran incomprensibles, caprichosas, volubles. Las Romina Vane, dispuestas a engatusar a un chico con un filtro amoroso camuflado en unos bombones, una poción de terribles efectos, según el propio maestro. Para que Ginny pierda el papel de compañera, de hermana pequeña, de chica-amiga, debe convertirse en la novia de otros chicos. El éxito de la benjamina de los Weasley exaspera a su hermano, que se comporta como el clásico varón-guardián del honor de su hermana, y pierde los nervios al verla junto a otros: este episodio de control masculino es el que convierte a Ginny en mujer a los ojos de Harry, como es el ver a Hermione teniendo una cita con Krum lo que la convierte en chica a los ojos de Ron. Es decir: el valor de una mujer como pareja lo determina el valor que tiene ante los ojos de otros varones.

 

 

Y las chicas en Harry Potter están más que dispuestas a jugar con estas reglas. Ginny se enamora de Harry desde el principio, igual que Hermione se enamora de Ron mucho antes de que este la considere algo más que una empollona. Pero ambas esperan, con paciencia, jugando sus cartas como mujeres manipuladoras que son ya desde la adolescencia, a que ambos caigan en la cuenta de que son las mujeres destinadas a ellos. La posibilidad de que Hermione se encariñe de Krum, que la trata como a la chica valiosa que es, no entra dentro de la trama, como tampoco entra la de que Ginny sea feliz con alguna de sus conquistas de los primeros años en Hogwart. Esto es genérico en los adultos también: Dumbledore no tiene pareja, y no queda claro si esto es por ser gay o por su amor frustrado por Grindewald (según las hipótesis de los fans y los comentarios de la propia autora); del resto de profesorado no se conoce pareja alguna, pero sí tenemos el amor trágico de Snape, que guía todas sus acciones, le conduce a pasar por todo tipo de sacrificios, y todo esto generando una relación amor-odio con Harry Potter. ¿Qué tenía Lily Potter para que Snape no consiga recomponerse de un amor no correspondido en su adolescencia? ¿Tiene relación esto con la capacidad para convertirse en el amor maternal, el genuino, el que salva? ¿Qué papel tiene el amor en la relación de Bellatrix Lestrange y Voldemort? ¿Cómo siendo el amor un factor fundamental de la dinámica entre personajes y de la forma en que avanza la trama no se ha molestado la autora en trabajar alguna relación más sana en toda la heptalogía? He llegado tarde a esta saga, y comentar diez años de cine y literatura en un post es tremendamente ambicioso, así que este post es sólo el comienzo, y espero que otras voces puedan ayudarme a analizar el amor en una de las series más populares de la literatura infantil y juvenil.

Los chicos también lloran: mándale a paseo


(Puedes comprar la canción en Amazon, o comprar el álbum Tonight en su web)

 

I can’t seem to feel the envy
I should feel, or maybe
I don’t need the sour side of love.
I don’t care his breath is in your hair.
I don’t care his skin is still between
the still-warm the fold of your sheets.
Send him away.
I don’t mean to claim or own you,
or maybe I would like to.
but I need whatever side of love is there.
I don’t care his breath is in your hair.
I don’t care his skin is still between
the still-warm fold of your sheets.
Send him away.
Can’t you let me stay tonight?

 

Parece que no puedo sentir la envidia
Que debería, o quizás
No necesito la cara amarga del amor.
Me da igual que su aliento esté en tu pelo.
Me da igual que su piel siga
Entre los pliegues aún calientes de tus sábanas.
Mándalo a paseo.
No pretendo reclamarte ni poseerte.
O quizás querría hacerlo.
Pero necesito cualquier forma de amor que haya ahí.
Me da igual que su aliento esté en tu pelo.
Me da igual que su piel siga
Entre los pliegues aún calientes de tus sábanas.
Mándalo a paseo.
¿Por qué no me dejas que me quede esta noche?
(Traducción: A. Villar)

 

AVISO A MODO DE PRESENTACIÓN: Mi nombre es Antonio Villar, y soy, entre otras cosas, guionista. Mis únicos conocimientos de sicología vienen de lo que mi yo-escritor observa en el comportamiento de la gente, en la ficción que leo/veo y de lo que leo y aprendo sobre construcción de personajes, así que disculpadme si lo que leéis carece de ninguna base académica. En cualquier caso, más que un argumento con su desarrollo y conclusión, quiero reflejar aquí las impresiones que me produce esta canción. Dicho esto, vamos al lío…

Ah, los celos… esa extraña reacción de nuestras vísceras que en otro tiempo eran clara demostración de amor y hoy repudiamos, pero que parecen estar siempre ahí, acechando. Para mí, la clave de esta canción está en el tono, que nos aclara los vaivenes de la letra. Se nos presenta un personaje que se debate a su pesar entre una forma desinteresada de amar y otra basada en la posesión del -disculpad la palabra- objeto de ese amor. No llegamos a saber si estos personajes (el que nos habla y la persona a la que se dirige) tuvieron algo parecido a una relación anteriormente. Tampoco hace falta. El amor como “posesión” no necesita de ese pasado para construirse.

En cualquier caso, lo que hace al protagonista humano y digno de aprecio, lo que le redime (a mis ojos), es el reconocimiento de su lucha interna. Empieza diciéndonos que no tiene los celos que se supone debe tener, desde la visión perversa de que el amor, si no duele, no es de verdad. En ese momento se sitúa en una experiencia más elevada de amor, en la que importa más la felicidad del otro, aunque no sea con nosotros. El amor que, ante todo, respeta la libertad. Poco después, sin embargo, nos reconoce que aún guarda algo del primitivismo posesivo del que hablábamos, Este reconocimiento de imperfección, de “estar esforzándose en cambiar su programación cultural” es lo que le salva. Ojo, he aquí la importancia del tono. Con un par de matices distintos, nos sería fácil hablar de un maltratador y sus juegos sicológicos.

Tonight Franz Ferdinand

Pero el personaje, a mi entender, se nos presenta derrotado. Cautivo y desarmado, si me permitís la analogía (1). Cautivo de un amor no correspondido, sin más armas [recursos] para seguir con su vida al margen de esta persona. Y ahí está el segundo motivo por el que esta canción se me antojaba apropiada para el blog. Entender la pareja, más aún una pareja en concreto, como una necesidad vital y primaria como el respirar. Las relaciones como un “necesito estar contigo” en vez de un “podría ser feliz solo, pero prefiero serlo contigo”. No digo que esta dependencia o falta de compleción si no es junto a alguien sea algo construido culturalmente, creo que es algo que experimentamos, queramos o no y por muy educados que estemos emocionalmente.

Cuando queremos a alguien, y al sentido de amar añado aquí el otro sentido, el de desearlo para nosotros, ambicionarlo incluso, deberíamos al mismo tiempo mantener la capacidad de querernos a nosotros mismos, cuanto menos en la misma medida. Respetarnos lo suficiente como para liberarnos de esa devoción cuando no somos correspondidos en una proporción justa (2). Sabernos merecedores de algo más que las migajas de atención que el otro nos quiera dedicar, no conformarnos con un cariño mendigado.

__________

(1) Por qué hablamos de las relaciones en términos bélicos es otro tema que ya andan estudiando gente cuyos enlaces se han perdido en mi memoria.

(2) Digo proporción porque las relaciones tienen vaivenes y no contemplo una relación equilibrada como una balanza cuyo fiel nunca se desvía, sino como un fluir que atiende a la ley de los grandes números y se compensa en el largo plazo.

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