Trainwreck: cómo no pedir perdón por lo que hacen los hombres y que ninguna mujer acabe contigo en el intento

Desde hace tiempo llevo encontrándome complejas situaciones donde mujeres se ven arrinconadas por decir demasiados «lo siento». Intentando encontrar la causa, indagué sobre lo mucho que nos disculpamos como genero, en general, ante cualquier acto, tengamos responsabilidad o no en ello; hay incluso artículos que te enseñan a no caer en el exceso de uso o evitar que pedir disculpas afecte a tu trabajo. Ahora no puedo parar de fijarme en mi propio uso de esa coletilla, y sus varias consecuencias. La mayoría de los hombres a los que pregunté sobre este tipo de interacción con las mujeres en su entorno laboral se habían dado cuenta de este exceso (y curiosamente después me escribieron comentándome que sus compañeros masculinos lo usaban menos). Sin embargo, ser consciente, y empezar no usarlo casi nada, me ha llevado a enemistarme con un montón de mujeres.

Fue entonces, cuando justo al ver Trainwreck me di cuenta de que Amy no sólo no pide perdón en situaciones en las que ella misma se fuerza a tener que expresar ese sentimiento (tanto en su propio contenido, como en Hollywood) sino que lo descarta de manera bruta, hasta ofensiva. Pone su creatividad a evitarlo.

[Contiene algunos spoilers de la película. Era inevitable.]

Desde la primera escena, Amy se ve influenciada por la presencia de su padre, y su mantra más que repetido en trailers, etc.: La monogamia no existe. Y es que parecía amor, pero en el fondo su padre les recuerda que no lo es. 30 años, esta forma de ver la vida conduce a una Amy que defiende sin «perdones» lo que piensa, y usa su poder para hacer lo que quiere, como si de un hombre se tratara, sin ningún reparo; mientras, su hermana es un opuesto de Amy: monógama, casada, queriendo tener hijos, y teniendo como pareja a un hombre completamente opuesto a con los que Amy sale. Y es la hermana, la que mantiene una relación distante hacia su padre, porque eso es «lo que la gente hace».

amyplease

El personaje de Amy actúa como un hombre, como por ejemplo, su caricatura del inverso del ligón de noche. Ella presenta sin juzgarla a una mujer que se acuesta con un hombre distinto cada noche, y lo hace sin pedir disculpas: es impetuosa, habla alto, y sin sentirse culpable. Nos muestra incluso la lista de hombres saliendo de su piso cuando ella les dice que se vayan a dormir a sus casas; y aunque, varios la miran esperado que se retracte, o se sienta culpable, no se oye nada parecido, excepto alguna frase humorística.

Otro momento en que no pide disculpas es cuando Steven, persona con quien está teniendo relaciones sexuales, se enfada y Amy responde con un «no exageres», tan masculino, o su famoso derivado «no te pongas histérica». Y es en ese acto donde cierto tipo de hombre en la sala, se habrá sentido representado. Pero… un momento, no es un hombre quien lo dice. ¿Qué está pasando? Jajaja; Amy, co-escritora de esta película, invierte los estereotipos de las Rom-coms, (donde decimonónicamente el personaje femenino pierde los estribos y comienza a criticar a su pareja, y el personaje masculino reacciona evitándolo). Si bien este método no es muy novedoso, sí que lo es en estilo. Es completamente más empoderador, y más irrisorio, que Amy esté frente a la exageración del hombre más «masculino», representado por John Cena, un famoso luchador de wrestling.

http://www.comingsoon.net/movies/features/461739-cs-interview-wwe-superstar-john-cena-slams-amy-schumer-in-trainwreck#/slide/1

Amy Schumer y John Cena

Hay que resaltar que Amy brilla en lo conciso, con sus sketches, y a lo mejor la continuidad de la película, tiene demasiados silencios. Pero es como si necesitáramos de esos minutos para procesar toda la crítica social que hay detrás de cada chiste. Mas allá de haber sido ligeramente criticada Amy, por firmar lo más ligero en burla machista, ella es muy consciente de su propia broma, y  contiene una feroz guía de como ser la mas badass de las badasses de una familia de clase media.

Llega un punto donde su lista sin perdón, es casi como el rincón de su humor, el nicho donde se encuentra con mucha gente que ha estado ahí. A veces hasta duele, como toda la relación que mantiene con su hermana. Donde huele a cierto juicio personal, donde te hace posicionarte, a veces con Amy y veces con su hermana. Es gran conocida la retahíla de bromas que Amy tiene en sus sketches hacia la «típica» mujer en una relación, algo conformista hacia su pareja, y con hijos, y digamos que eso la hace bastante radical. Y esa radicalidad le hace enfrentarse a su propio discurso; un proceso interesante, porque pareciera que se ilumina al ver que el peso de la crítica no debería caer en ese arquetipo, sino que ese arquetipo y ella tienen un enemigo mas poderoso: el patriarcado y los hombres que lo defienden. (Aunque, no nos olvidemos, sigue siendo una Rom-com, y necesita un final tipo, semi Rom-com como mínimo).

Yo salí de la película refrescada, con preguntas y reflexiones, incómodamente graciosas, más que nada porque nunca me las había planteado desde ese ángulo, y porque muchas otras mujeres habrían salido de esa incapacidad de no ser ellas mismas con un “estoy muy loca” o “perdón, no pretendía decir eso”, o algo más creativo. Nuestro patriarcado ha dejado que nuestra imaginación avance, siempre y cuando sea en torno a las mil y una maneras de excusarse, ¡Que gran creatividad!

Hasta en mi opinión, habría titulado la película “Cómo no pedir perdón por cosas, que los hombres machistas no lo piden y que ninguna mujer acabe contigo en el intento”.

«Como puedes ver, estoy en terrible condición física»

Y mi pregunta, ahora: ¿qué pasaría si abandonásemos esas mil y una maneras de excusarnos por casi todo, esas maliciosas coletillas?

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