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El vendado de pies en China: sometimiento y control de la mujer

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Es difícil abordar en un post un tema tan complejo como el vendado de pies al que sometían a las niñas chinas hasta principios del siglo XX en un blog dedicado a las relaciones tóxicas. No obstante creo que es necesario mirar al pasado y ser conscientes del sometimiento histórico de la mujer al hombre en todas las culturas para entender las desigualdades actuales entre géneros.

La lucha actual por considerar a hombres y mujeres como iguales es algo novedoso si contextualizamos el movimiento feminista en la historia. En palabras más llanas: llevamos muchos siglos perpetuando unos roles en los que la mujer estaba destinada al ámbito doméstico y apartada de la toma de decisiones de los asuntos exteriores, aquellos que afectaban a la política, la economía, la educación… Por eso creo que es necesaria una inmersión en algunas prácticas como el vendado de pies para entender la herencia de desigualdad actual que nos hemos encontrado.

La primera vez que supe de esta práctica fue gracias a la maravillosa novela «Viento del este, viento del oeste» de Pearl S. Buck pero tenía la concepción errónea de que el vendado de pies en las niñas chinas se limitaba a realizar una serie de vendajes muy apretados en los pies que impedían el crecimiento de éstos. Hace algo más de un año, llegó a mis manos el libro «El abanico de seda» de Lisa See. Gracias a esta novela pude comprender lo salvaje de este práctica.

El vendado de pies se realizaba a las niñas entre 3 y 7 años de familias de clase alta y media ya que unos pies pequeños, o pies de loto, como se conocían en China, eran considerados un símbolo de estatus, auguraban un buen matrimonio y eran uno de los rasgos más atractivos para el futuro marido. La belleza de una mujer se medía en función de si sus pies cumplían una serie de cánones: la longitud ideal eran 7 centímetros (¡7 centímetros!), el talón debía ser redondeado y carnoso, la punta aguda y la hendidura entre la punta y el talón profunda, tanto como para poder ocultar una moneda.

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¿Cómo se consigue semejante mutilación? rodeando el pie con unas vendas tan apretadas que los dedos se doblen por completo hacia la planta, dejando libre únicamente el pulgar, el punto de apoyo que ellas tenían para andar. Una vez realizado el primer vendado, las obligaban a caminar por sus habitaciones durante días para que los huesos de los pies se rompieran y se formara el cayo de fractura en unos pies totalmente deformados.

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Las vendas seguirán de por vida en esos pies que tienen que ser lavados y quemados con alumbre para intentar eliminar el tejido necrótico. Un elevado tanto por ciento de niñas moría durante el proceso de vendado a causa de necrosis o infecciones que terminaban en sepsis. Las supervivientes, en su mayoría, conseguían un buen matrimonio. Podían llegar a ser primeras, segundas o terceras esposas (un chino podía tener todas las esposas y concubinas que fuera capaz de mantener) de algún próspero terrateniente o comerciantes. Los hombres chinos consideraban muy sensual el andar oscilante y en pequeños pasos de las mujeres que habían padecido esta tortura y además los pies se convertían en instrumentos sexuales. «Los manuales sexuales de la dinastía Qing listaban 48 formas diferentes de jugar con los pies vendados».

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En realidad esta práctica aseguraba que la mujer, mutilada de por vida, no pudiera andar ni desplazarse por sí misma más que unos pocos metros. Aseguraba al marido que su mujer no sería infiel por la incapacidad de moverse más allá de sus habitaciones y que dependiera totalmente de su nueva familia para realizar cualquier tarea que requiriera algo de movilidad. Las niñas que se resistían a someterse a este proceso eran amenazadas por sus madres, sus tías, sus abuelas a convertirse en burdas criadas y prostitutas de «pies grandes» que no podrían aspirar a ascender en la escala social a través de un buen matrimonio.

El adoctrinamiento cultural durante la China feudal y prerevolucionaria también incluía preceptos que debían ser seguidos al pie de la letra por las hijas y futuras esposas y que perpetuaban este sometimiento, primero a su familia y después del matrimonio a su esposo y su suegra. Pero si me lo permites, lector o lectora, relataré este tema en un próximo post.

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