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Girls American Bitch, cuando la línea del consentimiento se emborrona

*Este post habla sobre el último episodio de Girls, American Bitch; no sigas leyendo si no quieres spoilers.

American Bitch, el último episodio de Girls, nos trae de vuelta a la Lena Dunham en todo su esplendor de principios de la serie que tanto echábamos de menos. Por mucho que les pese a sus detractores, Girls es una serie que trata todos los temas de relevancia que han sido tabú por mucho tiempo y refleja su generación de una manera que pocas series han retratado antes.

Hannah Horvath —el personaje de Dunham— visita la casa de un novelista respetado, Chuck Palmer (interpretado por el grandísimo Matthew Rhys de The Americans), cuyo nombre ha sido puesto en entredicho al salir a la luz varias acusaciones de agresión sexual. Hannah y Chuck debaten sobre el problema ético de en qué lado posicionarse cuando hay carencia de pruebas definitivas: ¿del hombre poderoso o del acusado?

Chuck se gana la confianza de Hannah rápidamente y consigue que dude sobre el artículo que ella ha escrito acusándole de abusar de su poder. Hannah cae en su encanto, ella le admira por su trabajo y él consigue convencerla de que no hay nada malo en «usar» su fama para seguir su vida de mujeriego. Y es entonces, cuando ella está totalmente encandilada cuando, ¡boom!, la invita a tumbarse con él en la cama, tumbarse nada más, y cuando ella está a su lado, él se gira y se saca el pene tocando su pierna. No dice nada, no hace nada más, se la saca y mira a Hannah con una sonrisa diabólica. La tiene exactamente donde él quería. Ella se lo coge por un segundo y, al momento, se da cuenta de lo que está pasando, flipa en colorines y se va corriendo.

No la fuerza, no la viola, simplemente se gana su confianza y, una vez que la tiene, abusa de ella. Cruza una línea que nunca debería de cruzarse. Lena Dunham ha hablado abiertamente de su experiencia cuando fue atacada sexualmente y en este episodio va un paso más adelante, «todo el mundo» reconoce y condena públicamente una violación o cualquier tipo de ataque violento, pero ¿qué pasa cuando no hay violencia? ¿Qué pasa cuando se abusa de una situación de poder y superioridad «sutilmente»?

Lena Dunham y Matthew Rhys en el episodio American Bitch de la serie Girls

En una reciente entrevista, Lena Dunham habla sobre este capítulo:

Estamos teniendo muchas conversaciones sobre la cultura de la violación y el asalto y son realmente muy importantes, pero muchas mujeres van por ahí con una gran vergüenza sobre episodios que no parecen violación de la manera tradicional. He pensado mucho sobre esto. Tengo muchísima menos vergüenza sobre mi violación que la que tengo por muchísimos encuentros que he tenido con gente en situaciones en las que no he sabido expresarme correctamente o crear la distancia adecuada. Cuando te violan, te violan. Tienes derecho a decir «esto me ha pasado y estaba fuera de mi control». Pero cuando permites que los límites se desdibujen sin ni siquiera darte cuenta de que está pasando, es una sensación diferente de dolor y vergüenza que te come por dentro durante mucho tiempo.

Es este punto el que me parece más importante sobre lo que Dunham pone en la mesa. Cuántas veces una mujer ha estado en una situación en la que no quería encontrarse por no poder decir que no ya que «no estaba pasando nada«. Cuántas mujeres no cuentan estas experiencias porque saben que la respuesta va a ser «no seas exagerada» o «no es para tanto» o «bueno, estás acusando de algo muy grave y no ha pasado nada». Cuántas veces la respuesta a un abuso es «llevaba una falda muy corta», «es que iba provocando»…

Hannah cuenta a Chuck una experiencia suya con un profesor del colegio y un ex-compañero de clase que es el perfecto ejemplo de estos casos:

Yo le gustaba, estaba impresionado, tenía una habilidad especial para la escritura creativa y escribí una historia corta o algo. A veces cuando estaba hablando en clase se ponía detrás de mi silla y me daba un masaje en el cuello. A veces me masajeaba la cabeza y jugueteaba con mi pelo. Y no me importaba. Me hacía sentir especial. Sentía que alguien me veía y que sabía que iba a crecer y ser realmente especial. También hacía que los demás niños me odiaran y pusieran lasaña en mi puta mochila, pero esa es otra historia.

Bueno, pues el año pasado, en una fiesta en un almacén en Bushwick, un tipo se me acerca y dice: «Horvath, fuimos al instituto juntos, ¡East Lansing!». Y  yo: «¡Ostias!, ¿te acuerdas de la locura de clase de Mr Lasky? Estaba básicamente intentando abusar de mí».

¿Sabes lo que dijo el tío? Me mira en medio de la puta fiesta como si fuera el juez y me dice: «Esa es una acusación muy seria Hannah». Y se pira. Y ahí me quedé yo, sintiéndome como si tuviera once años otra vez y me estuvieran masajeando el cuello. Porque esas cosas no se olvidan.

Es importante que se hable de este sistema de poder en el que se dejan cruzar los límites en busca de validación, de aprobación. Este sistema en que las mujeres vivimos en una continua desventaja. Es importante que se pongan las cartas sobre la mesa y que se cuestione, de una vez por todas, no solo lo obvio sino todos los pequeños detalles que suman y añaden a que sigamos viviendo en una sociedad patriarcal.

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