La ventana en el rostro (Roque Dalton, 1962)

Siempre he sentido curiosidad por las canciones de amor. Por la poesía también, a partir de la adolescencia, pero lo de las canciones de amor ha sido cosa de toda la vida. Me intrigaban esa pasión incontrolable, la necesidad de estar siempre junto al otro y, sobre todo, la poca consideración que el amante tiene de su propia vida. Frases como «eres lo único que tengo», «sin ti nada tiene sentido», «sin ti no soy nada», lejos de provocar en mí ternura o compasión, me suscitaban incredulidad. Decirle a alguien que es lo único que tienes no es alabarle, es echar mierda (con perdón) sobre tu propia vida. Decirle que es la razón de tu existencia no es convertirle en alguien extraordinario, sino convertirte a ti mismo en una persona incompleta. Y sé que todos las hemos pronunciado, y en ese momento se nos llenaba la boca y sentíamos el corazón pleno con esa afirmación, pero con el tiempo, si uno se esfuerza y se deja, la visión del amor puede cambiar.

(Me gustaban, y me gustan más las frases tipo «Eres lo mejor que tengo», «Desde que te conozco soy mejor persona» o «Sin ti mi vida sería mucho peor», porque dan valor a la vida de uno, pero le dan más valor con la otra persona en ella. Eso es el amor para mí, o al menos a eso aspiro.)

En esta misma línea (y espero que todo lo anterior haya servido como introducción; si lo ven inconexo, pido disculpas) se encuentra el poema que nos ocupa. Es un poema de Roque Dalton que no lleva título, y que reproduciré a continuación:

 

Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas, 
yo sabía que al fin iba a quedarme 
desnudo en la ribera de la risa. 

Aquí, 
hoy, 
digo: 
siempre recordaré tu desnudez entre mis manos, 
tu olor a disfrutada madera de sándalo 
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro; 

tus manos largas y amantes 
como un lirio traidor a tus antiguos colores; 
tu voz, 
tus ojos, 
lo de abarcable en ti que entre mis pasos 
pensaba sostener con las palabras. 
Pero ya no habrá tiempo de llorar. 
ha terminado 
la hora de la ceniza para mi corazón: 

Hace frío sin ti, 
pero se vive.

Como intento o proyecto de profesora de Lengua y Literatura que soy, mi impulso natural es hacer un comentario crítico del poema, pero voy a intentar refrenarlo y comentar sólo la esencia, o al menos lo que para mí es su significado profundo. Creo que es un texto fácilmente comprensible: el poeta está triste, pero acepta por fin el fracaso del amor y se propone seguir adelante. Lo extraordinario del poema es el grado máximo de auto consciencia y honestidad consigo mismo que alcanza. En este sentido, habría que distinguir el inicio y el final del poema de su parte central. Los versos «… yo sabía que al final iba a quedarme / desnudo en la ribera de la risa» (además de suponer una imagen preciosa y certera de sumergirse en el río de la felicidad) sirven de conclusión, de “moraleja” última de la experiencia amorosa, y están en consonancia con el final: la potente sentencia «Hace frío sin ti, pero se vive». Aclarado esto, el centro del poema es la confesión íntima de que se ha amado: solemne y atrevida con el “siempre recordaré…”, y deliciosa con el «lo inabarcable en ti que entre mis pasos / pensaba sostener con las palabras». Esta parte central, aun bellísima, no existe sino para reforzar ese mensaje, esa moraleja de la que hablaba anteriormente, porque el poeta no se queda en la declaración de amor, no la convierte en lamento, sino que la trasciende y la supera diciendo «Pero ya no habrá tiempo de llorar».

A modo de conclusión, cabe decir que lo novedoso, lo realmente impactante, al menos para mí, está en la ausencia de triunfalismo. No hay un ganador ni un perdedor; no hay una derrota. El amor no es una guerra; el amor no mata a las personas, sólo es ceniza en su corazón, es frío. Y esta verdad, como decía Serrat, «no es que duela, lo que no tiene es remedio».

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boomer

Profesor de Lengua en secundaria en Junta de Andalucía
Soy amante de la literatura, las series y películas de terror y de adolescentes y me gano la vida de aquella manera dando clases de Lengua y Literatura a adolescentes, con lo cual en mi trabajo se unen dos de mis grandes pasiones. Me gusta lo serio, pero más si se toma con mucho humor.

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