Cuando me vio llegar
Es complejo retirar del inconsciente las pruebas que la vida nos pone en el andar. Me ausenté por más de 6 meses de mi hogar y al volver encontré mi ropa por los suelos, cortada, rota. Las luces de las habitaciones quemadas, los suelos reventados. Al respirar se filtraba muerte, enfermedad, todo cambiado a mi hogar de música, de luz, de secretos contados en las paredes, en los suelos.
Nada tenía explicación, parecía un robo truncado, un asalto al tiempo y al espacio. Yo enfermé mucho tiempo y parecía que mi casa también.
Pasaron los días y nos reconocimos nuevamente: las sábanas me abrazaban y el sol de nuevo, me ayudaba a levantar. El polvo aún se veía en el espacio a través de los cristales de mis lentes, pero ese polvo ya era parte mí, de cuerpo, de mis mañanas, de mis noches…
Me di cuenta entonces que, como madre, mi casa me estuvo llamando, buscaba su hija perdida que se fue sin un adiós, sin explicación. Como hembra, me reclamaba y yo no respondía en ningún lugar. Comenzó a enfermar por mi ausencia y por fin lo comprendía.
Ni ella ni yo somos jóvenes para soportar con facilidad la distancia y el abandono. Apenas entendí con el corazón lo que había pasado y entonces encendí la música; poco a poco ella y yo fuimos arreglando nuestros errores y heridas. Encendí incienso, sahumé toda la casa, le pedí perdón por haberla dejado y expliqué que el destino me hizo una mala pasada.
Ahora entiendo que cuando me volvió a ver reaccionó como cualquier madre lo hubiera hecho: con desesperación que puede volverse violencia y luego amor cual hij@ pródig@.
Gracias, mamá (a ambas).

Michelle Mabelle

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Lindo Mishe y tal cual…. nuestra casa es nuestro nido…. ella nos da abrigo si en ella habitanos. Sino se vuelve fría como un sepulcro…. nada como volver a casa… o lo que es mejor… tener siempre a donde volver