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Mujeres que ya no sufren por amor

Recuerdo perfectamente cuando, hace ya unos cuantos años, vi La construcción sociocultural del amor romántico en la Feria del Libro de Madrid. Por aquel entonces yo estudiaba Sociología y el libro saltó a mis ojos. Fue un poco como el amor a primera vista.

La verdad es que no recuerdo si vino antes mi interés por el amor —desde un punto de vista social— o la lectura de este texto, pero lo cierto es que, desde entonces, cada vez comprendo más y mejor el papel central que el amor romántico juega en nuestras vidas, en las vidas de todas nosotras.

Conocía a Coral Herrera porque una gran amiga me había hablado de ella, pero no tenía muy claro qué iba a encontrar en aquellas páginas. Y lo cierto es que el libro me revolvió por dentro. Pero no en un sentido negativo: darte cuenta de los prejuicios que llevas dentro y los aprendizajes que has interiorizado sin siquiera ser consciente siempre descoloca. Desaprender todas esas cosas negativas que acarreamos, sacudirnos ideas que nadie nos preguntó si queríamos tener y romper los resortes que nos hacen saltar (o quedarnos quietas) frente a ciertas situaciones siempre duele. Sin embargo, también compensa, porque después de eso somos más libres, más nosotras.

Algún tiempo después llegó la oportunidad de coordinar este blog. Un proyecto para el que Coral es un referente innegable. Y ahora que os voy a contar lo que me ha parecido su nuevo libro, Mujeres que ya no sufren por amor, editado por Libros de la Catarata (¡gracias por el ejemplar!), siento que el círculo se cierra y me siento tremendamente afortunada.

Después de este rodeo, vamos a lo que nos interesa. Leer Mujeres que ya no sufren por amor ha sido muy diferente a aquella primera lectura. Y es que, por muchas razones, ha sido totalmente terapéutico.

En primer lugar, el libro es un retrato del esfuerzo colectivo del movimiento feminista. Este esfuerzo se ha dado durante décadas, pero ha ido cobrando intensidad y, sobre todo, se ha ido extendiendo a más y más personas con el paso de los años. Hacer diagnósticos de un movimiento desde dentro, desde el propio momento histórico en el que tiene lugar, es siempre arriesgado, pero no está de más reconocernos a nosotras mismas que formamos parte de algo grande.

Por otra parte, la definición que hace Coral del amor como un asunto político es fundamental. Ya hemos asumido que los asuntos tratados por el feminismo —como el aborto o la igualdad salarial, o incluso la violencia machista— son cuestiones políticas. Ya sabéis, esto de «Lo personal es político». Sin embargo, otros temas se resisten, y el amor tiene todas las papeletas porque se sigue considerando una cuestión íntima.

Pero el hecho es que no queremos, sencillamente, relaciones libres de violencia. Queremos amor del bueno. Y saber que hay más mujeres en esta situación, que sufren por amor, lejos de ser un «consuelo de tontos» es una herramienta política. Aún mejor es saber que hay mujeres que ya no sufren por amor, y que cada vez son más.

Queremos aprender a querernos bien para poder amar a los demás de la misma manera (Coral Herrera) Clic para tuitear

El matrimonio es la unidad básica de sostenimiento de nuestras sociedades a nivel social y económico. Todo gira en torno a esa figura (lo relacionado con la maternidad, los beneficios fiscales o las visitas en el hospital, por poner algunos ejemplos) y la sociedad se encarga de que esta unión sea nuestra principal aspiración en la vida. Sobre todo, si eres mujer. Desde peques nos socializan de forma diferencial, y nosotras crecemos sumisas, esperando ser rescatadas por un príncipe, mientras que ellos son educados en la idea de que los sentimientos son algo prescindible. El resultado es que las mujeres nos acostumbramos a pelear entre nosotras (y contra nosotras mismas) por alcanzar un amor que, encima, resulta habitualmente ser un fiasco.

Mientras llega la media naranja, el macho alfa se entretiene con mandarinas (Coral Herrera) Clic para tuitear

Frente a esta concepción, Coral dibuja la idea de que el amor debe dejar de entenderse como algo vinculado a la pareja y pasar a extenderse a toda la comunidad; debemos empezar a entender el amor como una forma de relacionarse con el mundo. Y es que lo bonito del feminismo es que es capaz de imaginar otros mundos, mundos con otros valores donde ideas asociadas en nuestra sociedad a lo femenino (como la solidaridad, la cooperación y el compañerismo) sean deseables, y no un signo de debilidad poco deseable.

En este mundo, el amor no generará sufrimiento, porque habremos aprendido a apreciar cada etapa de las relaciones y sabremos, también, separarnos sin dolor. Porque un amor que acaba en tragedia no es amor sano y bueno, y ese tipo de amor ya no nos interesa. Las decisiones tomadas en libertad sientan mejor siempre, y las mujeres nos estamos liberando poco a poco del mandato del amor romántico. Empezamos a elegir nuestras relaciones, a decidir largarnos, y esto nos permite crear relaciones donde el placer y el disfrute, aderezadas con respeto y diálogo, son la base. Gracias, Coral, por mostrarnos ese mundo.

Por último, quiero destacar la forma en el que está escrito el libro. Me encanta porque, sin perder el humor, es un relato absolutamente contundente. Además, tiene ese tono conciliador tan habitual en Coral que hace que sea mucho más fácil acercarte a lo que cuenta. Podría seguir desgranando Mujeres que ya no sufren por amor eternamente, pero mucho mejor es que leáis a la propia Coral Herrera.

¡Feliz lectura y amor del bueno para todas!

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